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Alimentan la ansiedad y perturban el sueño adolescente: Los chamos y las redes sociales

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Un diseño adictivo. Las redes sociales están diseñadas para mantener a los usuarios enganchados, y los adolescentes son particularmente vulnerables. Según un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2024), el uso problemático de redes sociales entre adolescentes europeos pasó del 7% en 2018 al 11% en 2022, con un impacto mayor en chicas (13%) que en chicos (9%).

MFM

Este uso excesivo está directamente ligado a problemas de sueño y ansiedad. La luz azul de las pantallas de celulares y tablets inhibe la producción de melatonina, la hormona que regula el sueño. Un estudio de Johns Hopkins Medicine (2025) encontró que los adolescentes que usan redes sociales antes de dormir tienen un 70% más de probabilidad de experimentar insomnio o sueño interrumpido.

Además, un informe de Common Sense Media (2024) indica que el 60% de los adolescentes revisa sus redes al menos una vez durante la noche, lo que fragmenta aún más su descanso.

Algoritmos que no descansan

Los algoritmos de plataformas como TikTok, Instagram y YouTube están optimizados para maximizar el tiempo en pantalla. Según un estudio de Stanford University (2023), estos algoritmos activan los circuitos de recompensa del cerebro, similares a los que se disparan en juegos de azar, generando una sensación de urgencia por consumir más contenido. Esto explica por qué el 44% de los adolescentes estadounidenses ha intentado reducir su tiempo en redes, pero solo la mitad lo logra, según Pew Research Center (2024).

Ansiedad en la era digital. El uso excesivo de redes no solo quita sueño, sino que alimenta la ansiedad. Un estudio de Charlie Health (2024) encontró que más de 30 minutos diarios en redes sociales ya aumentan los niveles de estrés, y muchos adolescentes superan las tres horas. La presión por mantenerse al día con tendencias, responder mensajes o ganar likes crea un estado de alerta constante.

La APA (2023) reporta que el 25% de los adolescentes siente que las redes los hacen más ansiosos, especialmente cuando se comparan con otros.

Soluciones en el horizonte

Reducir el impacto requiere acción conjunta. La OMS (2024) recomienda que los gobiernos implementen regulaciones para limitar el acceso nocturno de menores a redes, como ya ocurre en Francia. A nivel individual, herramientas como la app Forest ayudan a limitar el tiempo en pantalla, mientras que expertos sugieren no llevar dispositivos al dormitorio.

En América Latina, programas como los de UNICEF buscan educar a los jóvenes sobre el uso responsable de redes, aunque su alcance aún es limitado.

El scroll infinito de las redes sociales no solo roba horas de sueño, sino que carga a los adolescentes con una ansiedad que no merecen. Con medidas concretas, es posible recuperar el descanso y la calma.

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