Meta, la compañía dirigida por Mark Zuckerberg, anunció que está construyendo uno de los centros de datos de inteligencia artificial más grandes del mundo, con una capacidad proyectada de cinco gigavatios (GW), equivalente a la mitad de la potencia generadora de la central hidroeléctrica Guri en Venezuela, una de las más grandes de América Latina.
El proyecto, denominado Hyperion, será la piedra angular del nuevo laboratorio de superinteligencia de Meta y se ubicará en la parroquia de Richland, Luisiana, donde la compañía ya había anunciado una inversión de 10.000 millones de dólares. Según confirmó el portavoz de Meta, Ashley Gabriel, la meta es operar 2 GW para 2030, escalando a los 5 GW en los años siguientes.
Zuckerberg afirmó que la infraestructura de Hyperion será tan grande que podría ocupar la mayor parte de Manhattan. Además, Meta planea complementar este esfuerzo con Prometheus, un supercúmulo de 1 GW en New Albany, Ohio, previsto para 2026. Con esta combinación, la empresa busca posicionarse a la vanguardia de la carrera por la inteligencia artificial, compitiendo directamente con OpenAI, Google DeepMind y Anthropic.
La magnitud de estos proyectos implica un enorme consumo de energía y recursos hídricos, algo que ya ha generado controversia. En Georgia, un centro de datos de Meta provocó la escasez de agua en comunidades cercanas, según informó The New York Times. Otros gigantes del sector, como CoreWeave, planean expansiones similares que podrían duplicar la demanda eléctrica de ciudades enteras en Texas.
La administración de Donald Trump ha dado respaldo explícito a la expansión de estos gigantescos centros de datos. El presidente apoyó públicamente a OpenAI en su proyecto Stargate, en colaboración con Oracle y SoftBank, mientras que el secretario de Energía, Chris Wright, defendió en The Economist que EE. UU. debe liderar esta “nueva frontera energética”, aumentando la producción de electricidad mediante carbón, gas, nuclear y geotermia para alimentar el auge de la IA.
Los expertos prevén que, de mantenerse esta tendencia, los centros de datos podrían consumir hasta el 20 % de toda la electricidad de EE. UU. para 2030, comparado con apenas el 2,5 % en 2022. La ambición de convertir electricidad en “inteligencia” está marcando un hito tecnológico, pero también plantea nuevos retos para las comunidades y la infraestructura energética.