Los misiles Tomahawk, conocidos oficialmente como BGM-109, son una de las armas más avanzadas y utilizadas por las fuerzas armadas de Estados Unidos y sus aliados. Desarrollados inicialmente en la década de 1970 por General Dynamics y actualmente fabricados por Raytheon Technologies, estos misiles de crucero subsónicos han evolucionado para convertirse en una herramienta clave en conflictos modernos debido a su precisión, alcance y versatilidad.
Diseñados para volar a baja altitud y evadir radares enemigos, los Tomahawk han sido empleados en múltiples operaciones militares desde su debut en la Guerra del Golfo en 1991. Este reportaje explora sus características técnicas, su evolución y su impacto en la estrategia militar contemporánea.
Un diseño para la precisión y el alcance
El Tomahawk es un misil de crucero de largo alcance que puede ser lanzado desde plataformas marítimas, como buques de guerra y submarinos, incluyendo destructores clase Arleigh Burke y submarinos clase Virginia de la Marina de Estados Unidos. Con un alcance máximo de hasta 2,500 kilómetros, según la variante, permite atacar objetivos estratégicos desde una distancia segura. Su velocidad subsónica, de aproximadamente 880 km/h (Mach 0.74), lo hace más lento que los misiles balísticos, pero su capacidad para volar a baja altitud, entre 15 y 100 metros, reduce su detectabilidad, ya que esquiva sistemas de radar enemigos (Federation of American Scientists).
El misil mide 6.25 metros de longitud con su propulsor y tiene un diámetro de 0.52 metros, con un peso aproximado de 1,600 kg, incluyendo una ojiva de hasta 454 kg de explosivo convencional (Naval Technology). Originalmente, los Tomahawk podían llevar cabezas nucleares, como la W80 de 5 a 150 kilotones, pero estas fueron retiradas tras tratados internacionales como el Tratado de Desarme Nuclear de Medio Alcance en 1987. Actualmente, las versiones operativas, como el TLAM-C (carga convencional) y TLAM-D (carga de fragmentación), se centran en ataques de precisión contra objetivos terrestres, mientras que el TASM (Tomahawk Anti-Ship Missile) está optimizado para blancos marítimos (Center for Strategic and International Studies).
El sistema de guiado del Tomahawk es una de sus características más destacadas. Combina navegación inercial, GPS y TERCOM (Terrain Contour Matching), que compara el terreno sobrevolado con mapas digitales preprogramados. En su fase final, el sistema DSMAC (Digital Scene Matching Area Correlator) utiliza imágenes para una precisión de hasta 10 metros (Johns Hopkins Applied Physics Laboratory). Las versiones más recientes, como el Block IV y Block V, introducidas en 2004 y 2021 respectivamente, permiten reprogramar objetivos en pleno vuelo y transmitir imágenes al centro de mando, lo que aumenta su flexibilidad táctica (Raytheon Technologies).
Evolución y uso en conflictos
Desde su introducción en 1983, el Tomahawk ha sido un pilar en operaciones militares estadounidenses, con más de 2,000 unidades utilizadas en combate y 500 pruebas de vuelo, según Raytheon. Su debut en la Operación Tormenta del Desierto en 1991 marcó un hito, con 288 misiles lanzados, 12 de ellos desde submarinos, demostrando su capacidad para destruir objetivos estratégicos como bases militares y depósitos de armas (U.S. Naval Institute). Desde entonces, ha sido empleado en conflictos como la Guerra de Kosovo (1999), la invasión de Irak (2003), los ataques contra el Estado Islámico en Siria (2014) y la Operación Martillo de Medianoche contra instalaciones nucleares iraníes en 2025.
El Tomahawk no es exclusivo de Estados Unidos. Reino Unido adquirió más de 60 unidades en 1998 para sus submarinos nucleares, utilizándolos por primera vez en Kosovo desde el HMS Splendid (U.K. Ministry of Defence). Japón y Australia también han incorporado recientemente estos misiles para fortalecer sus capacidades disuasorias frente a amenazas regionales, como China y Corea del Norte (U.S. Department of Defense). Cada misil tiene un costo estimado de 1.5 a 2 millones de dólares, lo que refleja su tecnología avanzada, aunque su efectividad en ataques quirúrgicos justifica la inversión para las fuerzas armadas (Congressional Research Service).
La versatilidad del Tomahawk radica en su capacidad para integrarse en redes de guerra centralizadas, utilizando datos de sensores múltiples (satélites, aviones, barcos) para localizar objetivos en tiempo real. Esto lo convierte en un arma ideal para atacar objetivos fuertemente defendidos o de alto valor, como búnkeres o centros de mando, sin exponer a pilotos o tropas (U.S. Naval War College). Sin embargo, su dependencia de tecnología GPS lo hace vulnerable a interferencias electrónicas, un desafío que los ingenieros de Raytheon continúan abordando en las versiones más recientes.
En conclusión, el Tomahawk sigue siendo un pilar del poder militar moderno gracias a su precisión, alcance y capacidad de adaptación. Su evolución tecnológica y su historial en conflictos lo convierten en una herramienta estratégica indispensable, aunque su alto costo y vulnerabilidades tecnológicas plantean retos para el futuro. Mientras las potencias militares buscan mantener la superioridad, el Tomahawk permanece como un símbolo de la ingeniería de precisión en un mundo donde la distancia ya no es una barrera para el alcance militar.