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El petróleo venezolano financió el programa nuclear iraní

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En plena escalada militar de Estados Unidos en el Caribe y tras la incautación de un petrolero supuestamente integrado en una red de contrabando vinculada a Irán, documentos aportados por investigadores y un exalto cargo venezolano a la Fiscalía norteamericana y la Casa Blanca describen una alianza estructural y de muy largo alcance entre Caracas y Teherán. Una alianza en finanzas, energía, minería y cooperación industrial y militar, hoy bajo revisión de las autoridades de seguridad nacional estadounidenses, según ha podido saber este diario.

ABC

La Fiscalía norteamericana de hecho está trabajando en posibles ampliaciones de cargos para los integrantes del llamado Cártel de los Soles, integrado por los más altos jerarcas venezolanos, en distintas jurisdicciones de EE.UU. Trump designó a dicho grupo como organización terrorista extranjera, una medida que entró en vigor el 24 de noviembre de 2025. Washington identifica como implicados a Nicolás Maduro y a otros altos cargos del régimen venezolano y recuerda que la red ya estaba previamente sancionada por el Departamento del Tesoro.

El informe, que circula desde hace pocas semanas en Washington y al que ha tenido acceso ABC, va mucho más allá de una relación coyuntural entre dos regímenes sancionados. Describe la construcción paciente, durante dos décadas, de una arquitectura financiera y logística diseñada por el chavismo para permitir a Irán esquivar controles internacionales utilizando el aparato del Estado venezolano, desde fondos binacionales y empresas públicas hasta bancos pantalla y proyectos industriales sin producción real, solo ideados y armados para lavar dinero y escapar sanciones. El acercamiento comenzó hace casi dos décadas.

El propio informe, elaborado por varias fuentes de Inteligencia con información de ex altos cargos venezolanos en el exilio, ofrece una estimación consolidada. Según sus cálculos, los proyectos y fondos explícitamente vinculados a Irán –energía, petroquímica y el fondo binacional– suman 4.689 millones de dólares, a los que añade una estimación conservadora de otros 3.132 millones procedentes del desvío indirecto de recursos del fondo chino-venezolano. El documento sitúa en torno a 7.821 millones de dólares el volumen de dinero que habría llegado directa o indirectamente al ecosistema estatal iraní a través de Venezuela.

Mecanismos opacos

Un exfuncionario explicó a ABC un esquema de triangulación financiera entre China, Venezuela e Irán, basado en fondos procedentes de la venta de petróleo iraní a China que quedaban bloqueados allí por las sanciones de EE.UU. y Europa. Según su relato, Venezuela se convirtió en una vía de escape para ese dinero retenido, canalizado bajo la apariencia de un sistema de préstamos que, en la práctica, no funcionaba como tal.

Según ese documento, una parte sustancial de los ingresos petroleros venezolanos, incluidos recursos procedentes de créditos chinos, habría sido redirigida mediante mecanismos opacos hacia empresas estatales iraníes y estructuras vinculadas a la Guardia Revolucionaria. El resultado, concluye el informe interpretando los hechos a los que hace referencia, es un flujo sostenido de miles de millones de dólares que habría contribuido a sostener el programa nuclear iraní y su red de aliados armados en Oriente Próximo e Iberoamérica.

Uno de los autores del informe apunta además a que parte de esos fondos desviados a través de Venezuela no solo habrían servido para sostener el aparato estatal iraní, sino también para financiar satélites políticos y redes de influencia en distintos países, incluida España, mediante transferencias indirectas, contratos pantalla y circuitos financieros opacos que diluyen el rastro del dinero y dificultan su atribución directa. Esas fuentes aportaron a este diario copias de contratos y transferencias que apuntan a ese flujo de fondos.

El informe sostiene que la arquitectura financiera diseñada entre Caracas y Teherán permitió «canalizar recursos significativos hacia el ecosistema estatal iraní», no solo para sostener su economía bajo sanciones, sino para «financiar actividades hostiles y proyectar influencia política en distintos escenarios internacionales», a través de «fondos opacos, empresas pantalla y mecanismos de triangulación deliberadamente concebidos para ocultar el destino final del dinero».

Las mismas fuentes facilitan un documento, elaborado probablemente en torno a 2012, que ya apuntaba a la existencia de una alianza estructural entre Venezuela e Irán, concebida para evadir sanciones internacionales, crear circuitos financieros paralelos y facilitar operaciones logísticas con implicaciones de seguridad. El informe describía a Venezuela como plataforma operativa de Teherán en Iberoamérica y señalaba de forma explícita a altos mandos del aparato chavista, entre ellos Hugo el ‘Pollo’ Carvajal y Clíver Alcalá Cordones, como piezas clave en ese entramado político, militar y financiero.

Puedes leer la nota completa en ABC

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