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Editorial Morfema.press: La Lámpara de la Resistencia

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En la hora más menguada, cuando el frío de la injusticia arrecia y las sombras pretenden extenderse hasta el infinito, es cuando el espíritu humano está llamado a su mayor deber: recordar el tenaz latido de la esperanza. Bajo el cielo de Venezuela, que, a pesar de todo, se niega a entregar el brillo de sus estrellas, esta Nochebuena no se manifiesta como un susurro frágil. Es clamor que nace del pecho de un pueblo que ha decidido no claudicar.

No hay en estas líneas nostalgia ingenua ni velos que pretendan ocultar la aspereza de nuestra realidad. Reconocemos el peso de la opresión que intenta amordazar las voces; sentimos el vacío de las libertades que deberían ser tan naturales como el oxígeno; y denunciamos, con la frente en alto, el secuestro de una democracia cuyo anhelo hoy aprieta la garganta de toda una nación.

Pero es precisamente en el corazón de la penumbra donde la luz se vuelve un acto de valor. La verdadera Nochebuena venezolana no se encuentra en la propaganda ni en el decreto vacío. Su hogar es la resistencia íntima, está en el milagro del plato compartido, multiplicado por el ingenio y la solidaridad; en el abrazo que se prolonga un segundo más, cargado de verdades que el miedo no puede nombrar; y en la oración que ha dejado de ser un ruego para convertirse en un decreto de existencia: “Aquí estamos; no nos han vencido”.

Cada vela encendida esta noche en una mesa venezolana es una declaración de guerra contra el desánimo. Una fe que trasciende los templos para volverse terrenal y testaruda. Es la convicción indómita de que ninguna tiranía es eterna y de que el anhelo de libertad es siempre más fuerte que cualquier cerrojo. La dignidad, ese fuego que hoy portan en el alma, no es moneda de cambio, ni se apaga con discursos, ni se rinde ante el hambre.

Acompañamos hoy a un pueblo que, aunque herido, permanece de pie. Deseamos para cada hogar la fortaleza necesaria para que el calor del encuentro sea el recordatorio de su propio poder soberano. Que la certeza de que la justicia y la libertad son inevitables les brinde una paz inquebrantable.

Feliz Nochebuena, Venezuela. Sigan cantando, esperando y resistiendo. Que su esperanza resquebraje los muros de la opresión. La luz que ustedes guardan con tanto celo en sus hogares es la única que iluminará el camino de vuelta a la República. El amanecer no es solo una promesa; es la certeza que ya se anuncia en la mirada de quienes se niegan a bajar la cabeza.

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