“Los Anillos del Poder” no sigue ninguna de las temáticas del prolífero autor inglés y busca forzar la diversidad como su única fortaleza.
Por: La Derecha Diario
Este viernes salieron los dos primeros capítulos de la precuela del Señor de los Anillos, “Los Anillos del Poder“, producida esta vez por Amazon para su plataforma de streaming Prime Video, y como era de esperarse luego de que anuncien un enfoque progresista, fue un fracaso rotundo.
Amazon pagó US$ 250 millones de dólares solamente por los derechos y los 8 episodios de esta primera temporada costaron unos US$ 500 millones de dólares para producir. Sumando los costos de publicidad, se estima que la empresa de Jeff Bezos gastó casi US$ 1.000 millones de dólares para hacer esta serie.
A diferencia de la recaudación de películas que salen en el cine o series que se transmiten por televisión, no hay maneras simples de saber cuántos ingresos genera una serie que se publica en una plataforma de streaming, pero a 15 dólares la suscripción, la serie debería conseguir 67 millones de usuarios nuevos solamente para que Amazon no pierda plata. Las mejores estimaciones predicen que traerá 10 millones de usuarios nuevos.
La trilogía original del Señor de los Anillos es la adaptación de un libro más exitosa de la historia, y había enormes expectativas para una serie que cubriera los eventos de la Segunda Edad, que preceden los de la Tercera Edad cubiertos en las películas de Peter Jackson.
Sin embargo, la debacle empezó tan rápido como se designaron los directores. J.D. Payne y Patrick McKay tienen como única experiencia previa el desarrollo del guión de la desastrosa película de Star Trek Beyond, y son discípulos del destructor de franquicias J.J. Abrams.
Desde el principio, aclararon que querían escribir “el guión que J.R.R. Tolkien nunca escribió” y bien que lo hicieron. Primero tomaron más de 3.000 años de eventos que abarcan la Segunda Era y los condensaron a un solo año, luego empezaron a contratar actores basándose en diversidad forzada.
Ignorando decenas de páginas escritas por Tolkien, los productores decidieron introducir un elfo y una enana negra. Además, no le pusieron barba a las enanas mujeres, a pesar que Tolkien lo dice en reiteradas ocasiones en sus libros.
Los elfos, una raza de inmortales que creó Tolkien inspirándose en las leyendas celtas de los Tuatha Dé Danann (mitología irlandesa) ahora tienen personas negras. Para los distraidos, no existían personas de tez negra nacidas en las islas británicas ni en las sociedades goidélicas antiguas.
Los enanos, otra de las razas que Tolkien creó inspirándose en las leyendas germánicas del centro de Europa, también pasan a tener negros dentro de sus filas. Para completar, no existían los negros en las sociedades que habitaban el actual terrotorio de la República de Alemania previo a la Edad Media.
Si bien muchos pueden decir que en un mundo de fantasía, como el que creó Tolkien, no importa el color de piel de los personajes, ya que todos son invenciones fantásticas que no adhieren a la realidad, el autor explícitamente contó que con sus libros, especialmente con el Silmarillion, que es el que adapta esta serie, intentó crear una mitología británica, tomando características propias del mundo antiguo.
Sumado a esto, los productores eligieron a Galadriel, personaje inspirado en la Virgen María, para que sea el personaje principal. En los libros, Galadriel es un elfo que se repliega a una zona rural de la Tierra Media para cuidar a sus hijos mientras su marido Celeborn dirige a los ejércitos que pelean contra las fuerzas de Sauron. En esta pésima adaptación, Celeborn no existe y Galadriel es una soldada inspirada en Juana de Arco, un cambio rotundo en su concepción.
En los primeros dos capítulos, el personaje de Galadriel tiene una actitud insoportable y totalmente distinta a lo escrito por Tolkien. Constantemente toma malas decisiones y rechaza viajar a Valinor, las tierras donde viven los dioses de este universo.
Elrond, tal vez uno de los personajes más importante de toda la saga, y quien comandó ejércitos y venció a Sauron en la Última Alianza entre Elfos y Humanos, es reducido en esta serie a un mero “político” que nunca blandió una espada y se opone a la violencia.
Pero esto es solo la punta del iceberg de todas las defraudaciones de esta versión de los libros de Tolkien. Los hobbits, quienes explícitamente Tolkien dice que “no hicieron nada importante antes de la Tercera Edad”, parece que tendrán un rol predominante en este historia. Los productores intentaron arreglar esta decisión llamándolos harfoots en vez de hobbits, a pesar de que Tolkien dijo en los Apéndices que los harfoots son una etnia de los hobbits.
También aparece un mago que cae del cielo, que todos piensan que será Gandalf, lo cual va en contra de los libros, ya que los maias caen a la Tierra Media en la Tercera Edad, no en la Segunda. Se cree que los productores quieren mostrar cómo Gandalf obtuvo una tan buena relación con los hobbits, la cual cumple un rol fundamental en el Señor de los Anillos.
Pero esto, nuevamente, va en contra de los escrito por Tolkien, quien explicó que Gandalf pone su confianza en los hobbits no por experiencias con ellos si no porque ve en ellos las únicas criaturas de la Tierra Media que no han sido corrompidos por la modernidad.
Esta es una temática que recorre todos los libros de Tolkien. El autor inglés, un católico que peleó en la Primera Guerra Mundial, explayó en sus páginas un rechazo de la modernidad y del industrialismo del siglo XX. Esta serie parece mostrar todo lo contrario, poniendo en un pedestal el progreso social, la inclusión y la diversidad. En síntesis, esta serie no solo será un fracaso por su mala producción y ejecución, si no porque traiciona todo lo que Tolkien escribió en sus inigualables libros.