La exenfermera Claudia Patricia Díaz Guillén sabe que la vida te conduce por giros inesperados. Lo sabe por experiencia.
Por: Valentina Lares – Nathan Jaccard y David González / Armando Info
De tomarle la temperatura al presidente Hugo Chávez, Díaz pasó a convertirse en la cabeza de la Oficina Nacional del Tesoro venezolano en apenas unos años. Y de tener una vida de lujos en Madrid, llegó a una celda en una cárcel de mujeres en California, donde ahora comienza a cumplir una condena de 15 años de prisión impuesta en abril de este año por el Tribunal Federal del Distrito Sur de Florida, tras haber sido hallada culpable de participar de un esquema en el que permitió acceso a dólares del Estado venezolano a cambio de sobornos.
En el caso específico estudiado por el tribunal, Díaz, como cabeza del ente encargado de gestionar y custodiar los fondos de la República -así como determinar la emisión y colocación de bonos-, permitió al empresario Raúl Gorrín el acceso a dólares al precio controlado entonces por el gobierno venezolano, seguidamente. Gorrín transaba las divisas en el mercado negro y obtenía ganancias millonarias, según el esquema descrito por la justicia estadounidense.
El acceso privilegiado de Gorrín a divisas venezolanas significó un súbito enriquecimiento para Díaz y su esposo, Adrián Velásquez Figueroa también conocido como Guarapiche, oficial del Ejército, quien fuera jefe de seguridad del palacio presidencial también durante el mandato de Chávez. La pareja fue beneficiada con sobornos que permitieron la compra de todo tipo de caprichos, incluyendo un yate, dos aviones y hasta el lanzamiento de una línea de ropa de alta costura que comenzó -y terminó- en República Dominicana. El jefe de la sección de Fraude de la Fiscalía estadounidense, Markenzy Lapoint, en el escrito oficial donde pidió hasta 23 años de prisión para cada miembro de la pareja, describió con dureza que Díaz “actuó a sabiendas y deliberadamente para ejecutar su parte en el plan y se benefició sustancialmente al recibir más de 136 millones de dólares en sobornos”.
A pesar de su exhautiva investigación y del veredicto condenatorio contra Díaz, emitido en diciembre de 2022, entre los fiscales quedó la sospecha de que la pareja pudo haber amasado una fortuna que se escapó del escrutinio del Departamento del Tesoro de Estados Unidos. El escrito final de la fiscalía calificó como “engañosas y vagas” las respuestas de Díaz y Velásquez durante ese proceso judicial, que “podrían dar lugar a intentos en el futuro de recuperar el acceso a fondos ilícitos procedentes de sus delitos que no han revelado o de los que no han rendido cuentas”.
El mismo día de la condena en Miami, otro integrante del equipo de la Fiscalía, Paul Hayden, advirtió con precisión que las autoridades federales “creen que [Díaz Guillén] está ocultando activos” por hasta seis millones de dólares.
No dio detalle sobre a qué activos se refería. Pero, de todas maneras, al otro lado del Atlántico, en el bucólico Principado de Liechtenstein, en los Alpes, hay pistas de que las sospechas de Hayden y sus colegas fiscales estaban en lo cierto: se trata de la compra de 250 lingotes de oro (de un kilogramo cada uno) entre 2014 y 2015, valorados en 9,5 millones de dólares, a través de la empresa Amaze Holdings Limited, constituida en San Vicente y las Granadinas, cuya beneficiaria final era Claudia Díaz. De esta operación no hay constancia en los documentos del juicio en Florida ni entre los 537 elementos de prueba presentados por la fiscalía estadounidense.
Entre tanto, una investigación judicial que desde 2019 adelantaban en Liechtenstein, desentrañó una trama que reunía a empresas offshore, operadores bancarios, señalados testaferros de funcionarios del gobierno venezolano y, como gran hallazgo, a dos hasta entonces ilustres desconocidos: un ciudadano suizo de nombre Ronnie Budja, y otro venezolano, José Antonio Alcántara de la Torre, quienes, con 32 y 34 años en ese momento, fueron los únicos autorizados por Díaz Guillén como custodios, con acceso y capacidad de movilización de aquel oro hasta que su hijo, hoy con 14 años de edad, destinatario final del metal, cumpliera la mayoría de edad.
Ahora, tras seguir su rastro a través de documentos judiciales de Liechtenstein, mercantiles e inmobiliarios en Francia, Mónaco, Luxemburgo, y de sus gestiones ante los programas de visa dorada de Chipre y Malta, los reporteros de Armando.info y del Proyecto de Reportería del Crimen Organizado y la Corrupción (OCCRP, por sus siglas en inglés) comprobaron que los dos hombres entraron de lleno en el mundo de las finanzas –juntos y por separado–, a la vez que buscaron hacerse de un nombre como mecenas de arte, en un período que coincide en el tiempo con la custodia del oro.
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