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La trampa del Esequibo: un reclamo legítimo convertido en arma política

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Por José Gregorio Martínez en Panampost

Wag the dog, o Escándalo en la Casa Blanca –como se tituló en Hispanoamérica–, es una película de 1997 en la que se intenta desviar la atención de un escándalo del presidente de Estados Unidos a dos semanas de las elecciones con una guerra ficticia con Albania con la que se buscaba que la prensa se concentrara en el falso conflicto bélico. Es lo que hoy se conoce como una “cortina de humo”. De hecho, este fue el nombre que se le dio en España al film que ha servido para establecer analogías con distintos episodios políticos. Casi tres décadas después, el largometraje producido y protagonizado por Robert De Niro permite comprender la maniobra con la que un dictador caribeño pretende mantenerse en el poder con unas elecciones arregladas que le garanticen mostrar al mundo una aparente normalidad democrática. Es así como Nicolás Maduro ha levantado la bandera del Esequibo para subir el tono a un reclamo legítimo que se pretende usar como arma política contra la oposición.

El Esequibo es venezolano. De eso no hay duda. Se trata de un territorio de 160.000 kilómetros cuadrados –casi el tamaño de Uruguay– que le fue arrebatado a Venezuela con el Laudo Arbitral de París de 1899, declarado fraudulento por Caracas seis décadas después, tras conocerse un documento secreto que revelaba una negociación previa para favorecer a Inglaterra en una votación en la que no se permitió la representación directa de Venezuela. El reclamo fue admitido por la Organización de Naciones Unidas (ONU), lo que derivó en la firma del Acuerdo de Ginebra, en 1966, el cual estable que se debe encontrar una solución pacífica entre los gobiernos de Venezuela y Guyana, que justamente consiguió su independencia de Reino Unido ese año. Desde entonces, el territorio al oeste del río Esequibo aparece demarcado en los mapas de Venezuela como zona en reclamación. Incluso, en Google Maps se muestra actualmente como una frontera punteada no delimitada.

El referendo, una trampa contra la oposición

Con el descubrimiento de grandes yacimientos de petróleo en esa región y la concesión otorgada por Georgetown a compañías extranjeras como ExxonMobil, la controversia se acentuó en 2015, cuando el régimen de Maduro elevó el reclamo a la petrolera y al país vecino. Ante la falta de acuerdos, el caso se dejó en manos de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) sin la aprobación de Venezuela. El tema toma hoy particular relevancia porque el chavismo lo ha llevado a otro plano: el de la confrontación política interna. Para intentar entorpecer las primarias de la oposición, la Asamblea Nacional (AN) chavista convocó a un referendo sobre el Esequibo que celebrará el Consejo Nacional Electoral (CNE) el 3 de diciembre, mientras el organismo se adjudicaba en un comunicado la “facultad exclusiva” de realizar procesos electorales, buscando entrampar a los sectores antichavistas.

La trampa ya estaba montada. Si la Comisión Nacional de Primaria (CNP) aceptaba la asistencia técnica del CNE bajo sus condiciones, entre las que se incluía aplazar la fecha, la interna opositora se habría visto opacada y torpedeada por el referendo oficialista. Si no aceptaba, como ocurrió, el régimen tenía listas las instituciones bajo su control (Fiscalía y Tribunal Supremo) para desplegar una persecución judicial contra el proceso y sus organizadores. Y así lo hizo.

Acuerdos de Barbados: la más cínica excusa

El referendo sobre el Esequibo es una carta del oficialismo que da para todo. En vista de que no cumplió su objetivo de obstaculizar las primarias, ahora se pretende utilizar para culpar a la oposición de lo que ha hecho el régimen: incumplir los acuerdos firmados en Barbados. “Denuncio la campaña de la ultraderecha de la PUD que viola los acuerdos de Barbados (…) y que le hace el trabajo a la ExxonMobil, porque bastante billete está moviendo la ExxonMobil para comprar a los politiqueros de siempre”, dijo Maduro este martes tras asegurar que la oposición “ha venido sacando” unos supuestos volantes en los que se pide “no votar” en el mencionado referendo, una acusación que fue desmentida por la Plataforma Unitaria Democrática.

Se trata del mayor acto de cinismo de la tiranía, ya que ha sido Maduro el que ha incumplido los acuerdos de Barbados. En los documentos firmados el 17 de octubre se convino no obstaculizar las primarias de la oposición y fijar el camino que permita levantar las inconstitucionales inhabilitación para garantizar la celebración de unas elecciones presidenciales libres en 2024. Las ordenes emanadas desde Miraflores han ido en sentido contrario. Incluso el gobierno estadounidense advirtió al régimen venezolano que si sigue incumpliendo los acuerdos “tomará acciones”, entre las que se incluye dar marcha atrás al alivio de sanciones al petróleo y el gas.

Ante el éxito de las primarias, en las que votaron 2,4 millones de venezolanos en un proceso autogestionado y con centros de votación limitados, el referendo sobre el Esequibo se ha convertido en un punto de honor para el chavismo, que en las elecciones regionales de 2021 apenas consiguió 3,5 millones de votos en unos comicios organizados por el CNE con todos los centros habilitados para que participaran los 20 millones de venezolanos inscritos en el Registro Electoral.

Militares en campaña

Será el próximo lunes 6 de noviembre cuando el régimen inicie la campaña en favor de la consulta. Incluso desde el fin de semana, la Vicepresidencia desplegó un recorrido “casa por casa” para convencer a los electores de participar. Adicionalmente, el ministro de Defensa, Vladímir Padrino López, anunció este miércoles que la Fuerza Armada se sumará a la campaña política para que Venezuela “reclame lo que por derecho le pertenece”.

El referendo está conformado por cinco preguntas cuyo objetivo es rechazar el Laudo Arbitral de París, apoyar el Acuerdo de Ginebra, desconocer la jurisdicción de la Corte Internacional de Justicia, oponerse al uso del mar en disputa por parte de Guyana y respaldar la creación de un nuevo estado. Es justamente este último punto, correspondiente a la pregunta cinco, el que genera mayor preocupación en el país vecino, ya que contempla el otorgamiento de la ciudadanía venezolana a los habitantes de ese territorio y la incorporación del nuevo estado al mapa venezolano.

Tensión entre Caracas y Georgetown

La diplomacia de micrófono se activó este miércoles tanto en Georgetown como en Caracas. Por un lado, el Gobierno guyanés confirmó que buscó “protección urgente” de la Corte Internacional de Justicia ante lo que llamó el “siniestro plan de Venezuela para apoderarse del territorio guyanés”. Por el otro, el régimen venezolano expresó su “absoluto rechazo” a la declaración del Gobierno de Guyana, al que acusó de usar “artimañas” para “apropiarse” del territorio en disputa.

Es pertinente recalcar que Venezuela tiene todo el derecho sobre el Esequibo por tratarse de un territorio heredado de España tras la independencia mediante el principio del uti possidetis juris. Sin embargo, el Estado tiene el deber de defender la integridad territorial y la soberanía. No es un asunto que se resuelva mediante un referendo que, por cierto, no es vinculante. Por lo tanto, el uso de esta consulta como arma política interna es un argumento irrefutable. Más aún cuando se revisa la postura que ha tenido el chavismo sobre esta materia durante los 24 años que tiene en el poder.

Cuando al chavismo no le importaba el Esequibo

Todo comenzó con la estrecha relación con la dictadura cubana, cuyo líder fundador, Fidel Castro, apoyaba a Guyana en el diferendo fronterizo con Venezuela y calificaba la postura de Caracas como “expansionista”. ¿Hubo algún pedido de rectificación a La Habana? No. Ha sido la oposición la que ha planteado enfrentar la disputa territorial con firmeza. María Corina Machado, cuando era diputada, pidió interpelar en la AN al canciller y al ministro de Defensa por haberse abandonado el patrullaje en las cercanías a la zona en reclamación. También propuso realizar una sesión en un buque de la Armada en aguas del Esequibo. Ambos pedidos fueron negados por la bancada del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV).

No se puede olvidar cuando en 2004, el entonces presidente Hugo Chávez prácticamente renunció al reclamo sobre el Esequibo al decirle su homólogo guyanés durante una visita a Georgetown que “el gobierno venezolano no va a oponerse a ningún proyecto en esta región que vaya en beneficio de sus habitantes”. Cuatro años después, la posición se mantuvo en esta línea. “Nos querían utilizar para invadir Guyana en nombre de aquel reclamo territorial para derrocar al gobierno de Forbes Burnham, un hombre de izquierda”, dijo Chávez durante una cumbre en República Dominicana.

Contra la “invasión” a Guyana

A cambio del voto de Guyana en los organismos internacionales, Chávez mantuvo siempre esta posición. “No podemos permitir que el diferendo del Esequibo nos transforme en países como estuvimos, de espaldas, incluso tildándonos casi que de enemigos”, le expresó al presidente del país vecino durante una visita al Palacio de Miraflores. Y la última vez que habló sobre el tema fue en una rueda de prensa luego de su discurso ante la Asamblea General de la ONU en 2011. “El tema de Guyana lo manejamos nosotros como lo sabemos manejar, con un país hermano, ahí no hay ningún drama, ahí no hay ninguna crisis, no hay ninguna tragedia (…) el mundo vive una tragedia ¿Qué esperaban, que nosotros llegáramos allá a denunciar a Guyana? ¿Qué dirían? Que Guyana nos arrebató el territorio del Esequibo”.

Con la llegada de Nicolás Maduro a la Presidencia tras la muerte de Hugo Chávez no hubo cambios. No se puede olvidar que además ejerció como canciller entre 2006 y 2013. En este último año, en su primera visita oficial a Guyana, calificó el Acuerdo de Ginebra que hoy pide a los venezolanos apoyar en el referendo, como un documento suscrito “entre el viejo imperio británico y un viejo gobierno de Acción Democrática en Venezuela como parte de una campaña de preparación psicológica a través del desprecio, el racismo, para invadir Guyana”.

Estas palabras fueron en línea con lo que dijo Chávez en 2008 para defender al presidente guyanés. “Aquí se estuvo preparando una guerra contra Guyana. Yo era una de las víctimas. Éramos muy jóvenes, 20 años, 24 años, y nos estaban condicionando para ir allá con paracaídas, con tanques y todo, al Esequibo”.

La última carta 

La postura laxa frente a Guyana quedó atrás. Primero por razones económicas, cuando se descubrieron grandes yacimientos de petróleo en la zona. Y ahora por razones políticas, cuando el régimen necesita imitar al presidente de Estados Unidos de aquella película de 1997 que se inventó una guerra con otro país para distraer a la opinión pública y despertar un sentimiento nacionalista en torno a su figura para ganar una elección. Ahora, militares venezolanos iniciaron la construcción de una pista de aterrizaje en el estado Bolívar “que servirá como punto de apoyo logístico al desarrollo integral del Esequibo”, según palabras del coronel Juan Gutiérrez Ortiz recogidas por la agencia de noticias EFE.

¿Se estará planteando el régimen un falso conflicto bélico o una acción militar real contra Guyana para intentar ganar popularidad o, en última instancia, suspender las elecciones por conmoción nacional? ¿O le servirá este referendo a la dictadura para trasladar a los venezolanos la responsabilidad de una eventual decisión desfavorable en la CIJ sobre el Esequibo?

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