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Ligera evaluación de la primaria, por Ismael Pérez Vigil

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No es fácil analizar un proceso tan complejo y con tantas aristas como el de la primaria; sobre todo, hacerlo objetivamente para alguien que estuvo implicado tan estrechamente; por eso, ni siquiera haré el intento de ser objetivo. Seguramente vendrán análisis mucho más enjundiosos, detallados y complejos, pero es necesario comenzar, porque realmente vale la pena reflexionar al respecto.

El efecto político

La primaria ya causó su efecto político; nadie puede cambiar el efecto de 2,6 millones de venezolanos haciendo fila para votar, algunos bajo una lluvia tropical intensa. Cómo borrar de la memoria del venezolano lo que todos vimos el domingo 22, sobre todo después que algunos al denostarlo lo han magnificarlo, tratando de descalificar y minimizar un evento interno de la oposición democrática en el cual el CNE no prestó ningún tipo de asistencia. Fue un evento de ciudadanos y militantes partidistas que han probado, primero a sí mismos y luego a todos, que pueden organizar de forma sencilla, exitosa y masiva sus propios eventos internos.

Nada puede negar el “efecto” político de ese acto multitudinario, en el cual, además, es innegable que los electores favorecieron una de las candidaturas con más del 92% de los votos depositados. Los militantes de los partidos y muchos de sus cuadros −y dirigentes− medios y altos, aun los que no tenían candidatos, no dejaron nunca de participar y apoyar el desarrollo de la primaria, la nucleación y desarrollo de los centros de votación, la instalación y cuidado de las mesas; esa fue una lección inolvidable. Tampoco es posible negar el impacto que todo eso, más el resultado, tendrá sobre la situación política del país y, sobre todo, sobre la situación interna de la oposición, en cuanto al liderazgo, posibles alianzas y la marcha de la actividad política y partidista de aquí en adelante.

Noviembre de 2022

Hace justamente un año, cuando comenzamos esta tarea, teníamos una oposición democrática fragmentada, totalmente polarizada frente a temas cruciales: la dirección de la Plataforma Unitaria; la discusión acerca cómo se debería seleccionar el candidato, si por primaria, consenso o mediante encuestas; si debería realizarse una doble vuelta en la elección, que al final −por primaria− fue el método seleccionado; si deberían votar los venezolanos en el exterior, que nadie podía garantizar que lo harían en 2024 y sin embargo podrían decidir el candidato −pensaban algunos− en 2023; la posición sobre si se debería realizar el evento con el CNE, con sobrados argumentos para rechazarlo, pero también, en algunos casos, con argumentos poco sólidos para hacerlo. Todos esos temas eran motivo de polémica aguda y ensombrecían el camino a seguir.

Desde la primera semana, quienes integramos la Comisión Nacional de Primaria (CNdP), que apenas nos conocíamos, de referencia algunos y superficialmente otros, nos dimos cuenta de lo que costaba llegar a consensos. Eso dificultó tareas para las que se necesitaba, precisamente, mucho consenso; como seleccionar las Juntas Regionales, integrar y decidir los centros de votación o escoger y capacitar al personal electoral.

Credibilidad

De nada servía que dijéramos, siempre, lo que íbamos a hacer; algunos sonreían incrédulos: “vamos a seguir, pero esto no va a funcionar…”, pero seguían trabajando con nosotros. Y se fueron convenciendo. Al final la gente nos creyó; las Juntas Regionales, agotadas por la discusión interminable sobre los centros de votación, algunas con dudas y angustiadas por la presión de partidos, oenegés, rumores y redes sociales, pasaron a creernos mucho más firmemente cuando les llegaron los cuadernos y el cotillón electoral, casi tres semanas antes del día de la elección. Los electores lo hicieron y demostraron el 22 de octubre, cuando les tocó manifestarse. Nos habían dado una pista, que nos entusiasmó, cuando a pesar de los bloqueos, nuestro buscador tuvo más de 3,5 millones de consultas hasta el 21 de octubre y más de 1,5 millones el mismo día 22.

El “milagro del 22-O”

El 22 de octubre, la gente a lo mejor con poco más que fe, se dirigió hacia donde se suponía que estaría su centro de votación y algunos todavía escépticos, se iluminaron de felicidad cuando se encontraron con que: ¡Era verdad!, ¡había un centro de votación!, con todo lo necesario para votar y gente organizada, que los conducía por el sencillo y rápido proceso, a pesar de la multitud… que era lo mejor de todo. Y no había soldados, ni milicianos, ni puntos rojos, ni blancos, ni verdes, ni azules; a pesar de todo lo que dijeron los pájaros de mal agüero y los enemigos de la primaria, era verdad y había un gentío, votando y atendiendo, y había mesas, y miembros de mesas, y boletas, y había organización, y voluntarios, y un cuaderno con su nombre y cédula de identidad y una urna donde depositar su voto. Y todo fluía rápido; votar era sencillo, el retraso era por la multitud votando. Ya no les importó nada más, ni la lluvia, ni el tiempo de espera, ni el gentío −eso más bien los alegraba−, si se demoraba la votación, era porque había mucha gente votando, no porque había máquinas que fallaban o no había luz, que no importaba porque la mayoría votaba en la calle; si había retraso, algunos se iban a su casa y regresaban más tarde a votar. Y en aquellos pocos lugares en donde se acabaron las boletas, porque los votantes sobrepasaron los cálculos, no les importó que no pudieron votar, aplaudían y se quedaban para el escrutinio.

Noviembre de 2023

Prematuro, ya lo dije, hacer un análisis a fondo; pero, qué duda cabe que hoy, a diferencia del noviembre de 2022, tenemos una población movilizada y movilizable, cuando le ofreces seguridad y un objetivo a su alcance. Ya es lugar común hablar del resurgimiento de la esperanza y lo puedo ilustrar con ejemplo de amigos, que hace un año estaban escépticos y me sonreían con simpatía y lástima por haberme metido otra vez en esta “aventura de la vía electoral”. Ya ni siquiera discutía, ni trataba de convencerlos, no tenía nuevos argumentos y no podía pedirles un acto de fe a cuenta de la amistad; me limitaba a informarles cuando me daban alguna oportunidad o hacían alguna pregunta. Pero, vieron todo: las negociaciones con el CNE, los ataques, las agresiones y se fueron convenciendo de la seriedad del tema, por la preocupación y resistencia de determinados sectores a la primaria. Lo del voto en el exterior fue determinante para muchos de ellos, para los partidos, que algunos, dejaron de temerle y otros comenzaron a creer. Ni qué decir que todos mis escépticos amigos terminaron votando.     

Logros importantes

Seguramente hay logros más importantes que merecen análisis más a fondo y menos emotivos; pero, en un efímero inventario, yo puedo mencionar:

Primero el resultado y por eso hay que defender las cifras; sobre eso escribí largamente la semana pasada, no voy a repetir. (Ver Las cifras de la primaria, en https://bit.ly/45Oj49o).

Segundo, se dio un paso importante en la recuperación de la vía electoral, como una vía al alcance de la gente.

Tercero, hoy tenemos una mejor relación entre la sociedad civil y la militancia de los partidos políticos, que actuaron intensamente para encontrar y poner a funcionar centros de votación, elegir personal electoral y lograr el rutilante éxito del 22 de octubre; y

Cuarto, la recuperación de la “confianza” del venezolano común, uno de nuestros lemas de la CNdP; y como me decía una amiga, hoy tenemos “gente fortalecida y contenta…”, algo muy importante para las tareas que vienen.

Conclusión

Aunque para algunos escépticos radicales no tiene ningún significado ni valor que haya habido 2,6 millones de venezolanos que acudieran a una elección, que sí confiaran que ese puede ser un mecanismo válido para escoger al candidato unitario para la elección presidencial en 2024; los logros descritos, brevemente esbozados y sin mayor profundidad −que son solo la punta del iceberg, de la inmensa montaña que está por debajo y que nos tocará descubrir− nos indican que el camino, que todavía es largo y sinuoso, es sin embargo posible y qué duda cabe que el 22-O se cerró una etapa de la conducción política en el país y se abre a una nueva que nos tocará explorar, que será dura de conseguir y desarrollar, pero que hemos demostrado que hay las herramientas y la voluntad para ello.

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