El 24 de marzo del año 2015 se registró el accidente del vuelo 9525 de Germanwings que partió desde Barcelona, España, con destino al aeropuerto Internacional de Düsseldorf en Alemania. El avión con 150 personas a bordo, 144 pasajeros, 2 pilotos y 4 miembros de la tripulación, fue estrellado intencionalmente.
Por: Morfema Press / Wikipedia / Dia Internacional de
Entre las 150 víctimas, había un hombre de 27 años de nombre Andreas Günter Lubitz, de profesión copiloto y que según las investigaciones posteriores, tenía problemas mentales muy bien guardados.
De acuerdo con la investigación, se concluyó que, volando sin condiciones meteorológicas adversas y sin problemas mecánicos, el piloto dejó a cargo del vuelo al copiloto Andreas Lubitz mientras salía al servicio por unos momentos, y estando solo en la cabina este bajó la altitud y aumentó la velocidad del aparato hasta estrellar intencionadamente el avión contra los Alpes franceses, habiendo cerrado la puerta de acceso a la cabina donde el piloto intentó reentrar sin éxito.
«Un día voy a hacer algo que cambiará todo el sistema y así todos van a saber mi nombre y recordarlo»
Andreas Lubitz
La tétrica frase fue dada a conocer por su exnovia, Kathrin Goldbach, en una entrevista al diario alemán «Bild» publicada tres días después del siniestro, quien además confesó que Lubitz demostraba ocasionalmente ataques de ansiedad y pesadillas.
«Nunca supe lo que quería decir, pero ahora tiene sentido», añadía la mujer en la entrevista, según reseñaba en su momento el ABC de España. Kathrin, de profesión asistente de vuelo, reconoció que llegó a sentirse asustada por el comportamiento del piloto, que se despertaba por la noche gritando «¡Nos vamos abajo!».
Frío: Suicida y asesino en serie de golpe
La Fiscalía de Düsseldorf informó en aquella época, que el copiloto del avión de Germanwings estuvo años, antes de conseguir su licencia como piloto, bajo tratamiento psicoterapéutico por «tendencias suicidas» durante un largo periodo de tiempo.
La grabación de una de las cajas negras del Airbus A320-211 destruido permite comprobar que Lubitz activó el cierre de la puerta de la cabina de mando e inició el descenso de la misma en forma deliberada sobre las montañas.
Su respiración en el momento del descenso era normal y desoyó las indicaciones del capitán de abrir la puerta, incluso cuando este último intentó derribarla con un hacha para recuperar el control de la aeronave en vano.