El multiculturalismo se resquebraja…también entre raperos, escritores e ‹‹influencers›› españoles. Ocurrió algo extraño el pasado mes de agosto. El rapero madrileño El Jincho, ligado al barrio popular de Orcasitas, acudió a un podcast titulado La hora de Padri y provocó cierta polémica con sus respuestas. ‹‹Siempre ando con dominicanos, negros, pero yo apoyo a Vox antes que a ningún partido político y me dicen que soy facha››, explicaba. Algunos periodistas vieron falta de coherencia entre el apoyo al partido verde y el pasado del rapero como criminal de poca monta. ‹‹He ganado más dinero robando que con la música››, dijo al El Mundo en 2019, señal de que conoce los efectos del crimen en su barrio.
Por: Víctor Lenore – Fundación Disenso
Las opiniones que expresa están basadas en la experiencia: ‹‹Yo a mis amigos inmigrantes les digo: ¿estás trabajando o delinquiendo? Si delinques, claro que te devuelven a tu país…››, explicaba. El rechazo a la inmigración masiva siempre comienza en los barrios populares, que es donde antes se producen los problemas de convivencia.
Su canción «punto de vista» critica las políticas woke que afectan a los barrios
Por supuesto, el trapero de Orcasitas no se echó atrás por las feroces críticas en redes, sino que el pasado tres de diciembre compartía otra canción titulada «punto de vista», donde se reafirma sus convicciones. La letra, recitada mientras hojea libros en una biblioteca elegante, arranca así: «Hoy en día solo hay un punto de vista/ Si opinas de los inmigrantes, eres racista/ Si dices algo de las mujeres, eres machista/ España está cada vez peor, hay que ser realista/ El rap es un movimiento social, no socialista/ nació en Estados Unidos y allí son capitalistas», recuerda.
También cuestiona los criterios legales delirantes que rigen para los adolescentes en nuestra época. «Ahora los menores pueden decidir si cambiarse de sexo/ Y si cometen un delito, son muy niños pa’ entrar presos», lamenta. El Jincho canaliza opiniones habituales de muchos vecinos que no tienen un micrófono para expresarlas. «En un par de años vamos a pagar las consecuencias/ tienen inmigrantes y no les dan residencia/ Si no pueden trabajar, tendrán que hacer su diligencia/ Quizás hay raperos que tienen más inteligencia/ pero yo soy el que tiene más cojones y coherencia», constata.
Fracaso rotundo del modelo multicultural
El grupo rumbero Los Chichos, leyenda popular desde los años setenta, también fueron criticados por una de sus respuestas a una entrevista en El País, publicada en diciembre de 2023. ‹‹No sabría vivir en otro sitio. En Vallecas está nuestra gente. Yo, en mi bloque, soy Emilio, no el mayor de Los Chichos››, explicaba. También comentaron que ‹‹el barrio se ha enmarronado››, pero que ‹‹si no se meten con nosotros, nosotros no nos metemos con nadie. Cada uno en su casa››.
Enseguida comenzaron las acusaciones de racismo en redes sociales, aunque el grupo solo estaba cuestionando la fantasía progresista de que la convivencia entre distintas culturas puede hacerse sin esfuerzo, con el único obstáculo del racismo, como si no existiesen otros factores. Un vistazo a los barrios populares multiculturales de Francia, Inglaterra y Holanda prueba todo lo contrario, un fracaso rotundo del modelo multicultural dominante en la Unión Europea.
El problema no son los migrantes, sino que cada vez conocemos menos a los demás
De repente, recordé otra respuesta que me dio el escritor de izquierda Montero Glez, gran conocedor de los barrios bajos madrileños, que creció en Cuatro Caminos. ‹‹Cuando llego a mi barrio, digo en broma que soy una minoría étnica, pero también es un comentario serio. Las calles con bares castizos donde solía ir con mis amigos hoy son peluquerías chinas o bares de bachata.
Eso es una riqueza cultural, igual que los niños mestizos. El problema es que estos cambios tan rápidos nos roban la memoria. (…) Karl Polanyi decía que los seres humanos necesitamos un mínimo lazo social y esta sociedad neoliberal está falsificando todas nuestras relaciones. El problema no son los migrantes, sino que cada vez conocemos menos a los demás y nos importa menos lo que les pase. Han reducido la humanidad al mínimo, al puro cálculo para ganar más, a costa de lo que sea››, denunciaba.
El conflicto no es solo racial ni cultural, sino de arraigo
Como explica Montero, y coinciden muchos intelectuales de izquierda y derecha, el conflicto no es solo racial ni cultural, sino de arraigo, poco a poco nos convierten en una sociedad sin asideros humanos. La lluvia fina empieza a calar, sobre todo porque viene desde un abanico diverso de voces. Recordemos el discurso, en mayo de 2011, de la escritora Ana Iris Simón en Moncloa: ‹‹Hay que recuperar la soberanía perdida frente al capitalismo global y europeo, un capitalismo que también prefiere importar de fuera la natalidad en lugar de fomentarla dentro. No sé a ustedes, señorías, pero a mí se me ponen los pelos de punta cada vez que se habla de necesitar inmigrantes que nos paguen las pensiones como si las personas fuesen divisas››, defendió ante las élites políticas progresistas, dentro de los actos para la presentación del plan España 2050 de Pedro Sánchez.
‹‹La inmigración es un problema: no tengas miedo de admitirlo››
El pasado junio, levantó mucha polémica una columna del periodista y ensayista Juan Soto Ivars, titulada ‹‹La inmigración es un problema: no tengas miedo de admitirlo››. Arrancaba con la historia real de la cena donde una de las comensales confesaba su miedo a volver sola de noche a casa en Barcelona y encontrarse a ‹‹la típica pandilla de moros jóvenes››, que podían acosarla. ‹‹Durante muchos años, la tendencia dominante en los medios de comunicación ha sido hacer el avestruz con este tema, pero la cosa parece que está cambiando.
La semana pasada dieron un reportaje sobre el Raval en La Sexta (¡en La Sexta!) en el que básicamente se explica por qué mi amiga tiene ese miedo particular a la hora de volver a casa y por qué Arantxa Tirado (tertuliana comunista del programa de Otero) se equivoca. Se vio el Raval como lo que realmente es: un barrio con rincones muy jodidos donde los vecinos de toda la vida ya no pueden más, por la droga y por la inmigración››, resumía Soto Ivars. Por mucho que trabajes en La Sexta, ese aquelarre progresista que no cesa, si pisas la calle ves claro el problema. Solo se puede ignorar si andas sumergido en una burbuja de privilegios o de ideología.
El primer problema nacional para los españoles
En septiembre de 2024, una encuesta el CIS reveló que la inmigración era considerada el primer problema nacional para los españoles. Esta respuesta masiva dejó en fuera de juego a muchos progresistas del PSOE y del PP, que defendían que todo el discurso contra las fronteras abiertas es invención de la extrema derecha europea. En la misma encuesta de tres meses antes, se encontraba como la novena preocupación, lo cual ya era grave, pero cada vez aparecían más titulares sobre delincuencia, subvenciones, el desborde migratorio de Canarias…
Es importante señalar que la llamada extrema derecha española no tiene apenas medios de comunicación afines y que sus posiciones se silencian o ningunean en todas las tertulias de referencia en España (hasta la llegada de Vox, Jorge Verstrynge estaba solo). El discurso contra las fronteras abiertas y las subvenciones a extranjeros se sostiene en un puñado de políticos convencidos y en espacios tan excéntricos como podcasts donde charlan influencers como ElXokas, Plex y Frank de la Jungla.
Poco a poco se van rompiendo tabúes ‹‹progres››
Mi momento preferido del despertar popular contra el multiculturalismo es el programa que Jordi Évole dedicó al rapero hispano-marroquí Morad (seguramente el principal ‹‹glamurizador›› actual de la delincuencia en el pop, con sus apologías de los ‹‹chicos de la calle›› y sus himnos contra la policía). Desde el mismo arranque del espacio televisivo, se nota que Évole espera del chaval un discurso progresista y muchos palos a Vox, pero Morad empieza a darle sorpresas diciendo que él se siente marroquí y no español porque ‹‹eres de dónde está tu cultura›› y no de donde te expiden el DNI (todo lo contrario que el mito izquierdista de ‹‹son tan españoles como nosotros››).
El rapero también explica al presentador lo mucho que detesta los centros de internamiento de menores, donde estuvo ingresado y se escapaba, y cómo cree que los menas están mejor con sus familias y no bajo tutela de ONGs y del Estado. El programa termina con Morad lanzando proclamas contra Vox, pero el discurso que había desplegado era el de los partidos de derecha social-patriota que ascienden en toda Europa. La impresión, ahora mismo, es que poco a poco se van rompiendo tabúes ‹‹progres›› y pronto se podrá tener un debate sensato sobre inmigración, natalidad y soberanía.