El primer desafío internacional importante a los planes de deportación de Donald Trump se produjo el domingo, cuando el presidente colombiano Gustavo Petro se negó a permitir que un avión militar con intrusos ilegales esposados aterrizara. Petro denunció el intento de repatriación y proclamó que no permitiría que los ciudadanos colombianos fueran “tratados como criminales” por haber violado la ley de inmigración estadounidense.
Por: Joseph Addington – The American Conservative
En respuesta, Donald Trump anunció inmediatamente en las redes sociales que Estados Unidos implementaría una agresiva ola de medidas de represalia:
La negación de estos vuelos por parte de Petro ha puesto en peligro la Seguridad Nacional y la Seguridad Pública de los Estados Unidos, por lo que he ordenado a mi Administración que tome de inmediato las siguientes medidas de represalia urgentes y decisivas:
– Aranceles de emergencia del 25% para todos los productos que ingresan a Estados Unidos. En una semana, los aranceles del 25% se elevarán al 50%.
-Prohibición de viaje y revocación inmediata de visas a los funcionarios del Gobierno colombiano y a todos sus aliados y partidarios.
-Sanciones de visa a todos los miembros del partido, familiares y simpatizantes del gobierno colombiano.
-Inspecciones reforzadas de Aduanas y Protección Fronteriza de todos los nacionales y cargas colombianas por razones de seguridad nacional.
-Las sanciones de la IEEPA a la Tesorería, la Banca y las Finanzas se aplicarán en su totalidad.
Estas medidas son sólo el comienzo. ¡No permitiremos que el Gobierno colombiano viole sus obligaciones legales en lo que respecta a la aceptación y devolución de los criminales que forzaron a ingresar a los Estados Unidos!
El conjunto de herramientas coercitivas que empleó Trump fue impresionante tanto por su alcance como por su inmediatez. Estados Unidos es un importante socio comercial de Colombia, y la aplicación de aranceles y sanciones masivos devastaría la economía. Aun así, las amenazas económicas son habituales para Trump, que desde hace tiempo tiene la costumbre de utilizar el poder de la economía estadounidense como herramienta para hacer tratos políticos.
Más interesante aún fue la suspensión inmediata de las visas colombianas, un golpe directo contra la clase política colombiana. Estados Unidos es el patio de recreo de los ricos y bien conectados de la región: pasan las vacaciones aquí, muchos tienen familiares y conexiones comerciales y políticas importantes aquí y, lo más importante, sus hijos se educan aquí. Los políticos pueden vender al público los castigos económicos como una forma de intimidación imperialista por parte de Estados Unidos, lo que incluso podría gustar a algunos sectores de la población. Pero la suspensión de las visas perjudica directa e inmediatamente a las personas más importantes e influyentes dentro, alrededor y detrás de cada gobierno latinoamericano.
Un vistazo a los titulares que circulan entre los colombianos adinerados confirma los hechos. Al momento de escribir este artículo, la noticia principal de El Espectador consiste en un artículo que asegura a su audiencia que el estatus de las visas se normalizará en breve; el periódico ha publicado cinco artículos adicionales sobre visas en los últimos dos días, una atención significativamente mayor que la que atrajeron los posibles aranceles amenazados por el presidente. Algo similar puede decirse del otro periódico importante del país, El Tiempo : múltiples artículos importantes sobre visas, comparativamente menos sobre aranceles.
Petro respondió en las redes sociales con una respuesta característica, divagante y emotiva, en la que acusó a Trump de querer matarlo antes de afirmar desafiante: “me informan que usted [el presidente Trump] está imponiendo un arancel del 50% al fruto de nuestro trabajo que ingresa a los EE. UU., y yo haré lo mismo”.
La amenaza de guerra arancelaria no estaba destinada a ocurrir. Ante una crisis interna por las visas canceladas y las amenazas económicas que se avecinaban, el gobierno colombiano se rindió apenas una hora después y, posteriormente, envió vuelos para recoger a sus antiguos compatriotas a cambio de evitar sanciones y poner fin a las restricciones sobre visas y viajes. Ambas partes terminaron declarando una victoria moral: Trump, que su administración había intimidado al gobierno colombiano para que aceptara vuelos de repatriación, y Petro, que su gobierno había recogido a los colombianos de una manera que respetaba su dignidad como ciudadanos colombianos (aunque no antes de que su ataque en las redes sociales desatara una crisis en su gobierno).
Trump ha demostrado al mundo que se toma en serio la tarea de garantizar que se respeten los intereses de Estados Unidos y que está dispuesto a utilizar una fuerza que en gobiernos anteriores se habría considerado abrumadora y desproporcionada para lograrlo. Colombia fue un ejemplo útil y, a pesar de las afirmaciones de Petro de que finalmente consiguió lo que quería, otros gobiernos —en América Latina y en otras partes— pensarán dos veces antes de desafiar a la administración Trump por motivos similares.
Después de todo, también quieren poder mantener a sus hijos en Harvard.
