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Alemania planea cancelar la mayoría de los mercados navideños porque la Policía no puede garantizar la seguridad de los asistentes

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El Gobierno alemán está planteando cancelar la gran mayoría de mercados navideños del país por el riesgo de que se produzcan atentados y el alto coste que implican las nuevas medidas de seguridad. Lo que antes eran lugares de luces, vino caliente y villancicos se ha convertido ahora en un asunto de hormigón, barreras antiterroristas y presupuestos disparados. Tras los ataques ocurridos en Magdeburgo Berlín, los tradicionales mercadillos se han transformado en auténticas zonas fortificadas, y para muchos organizadores privados, mantenerlos abiertos se ha vuelto prácticamente imposible.

La Gaceta de la Iberosera

Las nuevas normas impuestas por las autoridades exigen el uso de «barreras antiterroristas certificadas», dispositivos de alta resistencia capaces de detener vehículos o explosivos, lo que ha multiplicado los costes de organización. Los municipios, que en su mayoría contaban con presupuestos modestos, se enfrentan ahora a facturas que cuadruplican sus previsiones iniciales. En Dresde, por ejemplo, el Ayuntamiento había reservado 800.000 euros para reforzar la seguridad, pero el gasto real supera ya los cuatro millones, según el organizador Matteo Böhme, responsable del Augustusmarkt y portavoz de la industria de eventos de la Cámara de Comercio local.

Böhme lleva meses reclamando ayuda al Gobierno regional y al Ministerio del Interior, incluso mediante cartas personales dirigidas al ministro Armin Schuster (CDU). A pesar de sus gestiones, las autoridades apenas han ofrecido respuestas. En una comunicación a Bild, el Ministerio se limitó a asegurar que está trabajando con la Asociación de Ciudades y Municipios Alemanes para encontrar una «solución conjunta», y que la evaluación de riesgos a nivel nacional estará lista «a principios de diciembre».

Para los organizadores, la situación roza el absurdo: los mercados de Dresde y Pirna tienen previsto abrir el 25 y 26 de noviembre, pero las exigencias de seguridad deben cumplirse semanas antes, sin que todavía exista una evaluación de riesgos clara. «Nos piden instalar las barreras más caras del mercado sin saber siquiera si son necesarias», lamenta Böhme, que advierte de un futuro con «mercados más pequeños, sin ambiente o, directamente, cancelados».

Los atentados recientes han dejado una huella profunda en la política de seguridad alemana. Desde entonces, los mercadillos navideños —símbolo de la tradición germana— son considerados objetivos potenciales, y su organización está sujeta a controles exhaustivos. La consecuencia inmediata es que muchos promotores privados, que solían encargarse de parte de la infraestructura o de los puestos de venta, se han retirado por no poder asumir los nuevos gastos.

El sector habla ya de un «colapso de la cultura de los mercados navideños». Lo que nació como un esfuerzo para proteger a los visitantes amenaza con vaciar las plazas y apagar las luces que cada diciembre atraían a millones de personas. Si no se encuentran soluciones rápidas, la Navidad en Alemania podría perder uno de sus símbolos más reconocibles, víctima de la inseguridad… y de la burocracia.

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