El canciller del régimen de Nicolás Maduro, Yván Gil, anunció que sostuvo una conversación con su homólogo ruso, Serguéi Lavrov, en el marco de la presidencia temporal de Rusia en el Consejo de Seguridad de la ONU.
Según Gil, el encuentro sirvió para exponer lo que describió como “amenazas de sectores políticos de Estados Unidos” que, a su juicio, justificarían un “despliegue bélico en el Caribe”. Sin embargo, no se presentaron evidencias que respalden estas afirmaciones. Mientras tanto, Estados Unidos mantiene ejercicios de seguridad marítima y cooperación con aliados de la región, en línea con la práctica internacional de defensa.
El canciller chavista aseguró haber recibido el “pleno apoyo y solidaridad” del gobierno ruso, destacando la intención de Moscú de mantener a América Latina y el Caribe como una “Zona de Paz”. Sin embargo, expertos en relaciones internacionales señalan que este respaldo es puramente verbal, sin compromisos concretos ni medidas efectivas que puedan alterar la dinámica geopolítica en la región.
Gil también afirmó que ambos cancilleres coincidieron en la necesidad de “fortalecer la acción conjunta” en la ONU y en el llamado Grupo de Amigos en Defensa de la Carta de las Naciones Unidas, un bloque que agrupa principalmente a regímenes autoritarios que buscan limitar la presión internacional frente a violaciones de derechos humanos y corrupción estatal.
Mientras el régimen busca exhibir respaldo internacional, la realidad interna de Venezuela contrasta con estos discursos. Según cifras de Foro Penal, el país mantiene actualmente 838 presos políticos, un recordatorio de la represión que persiste bajo el gobierno de Maduro.
En conclusión, la reunión con Rusia sirve más como un gesto diplomático y propagandístico que como una garantía real de apoyo frente a las tensiones con Estados Unidos y la comunidad internacional.


