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Cibell Naime reaparece 30 años después en redes sociales y pide perdón por su crimen contra dos jóvenes por un gato

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En diciembre de 1994, ocurrió uno de los crímenes más trágicos y mediáticos de la historia de Venezuela: el doble asesinato que Cibell Naime cometió, a los 18 años de edad, contra dos jóvenes por la venta de un gato angora. 30 años después, esta mujer, de origen libanés, reapareció en redes sociales para disculparse con los familiares de las víctimas.

Por: Eileen García – El Nacional

«Les pido mil disculpas. Simplemente perdón… Si pudiera retroceder el tiempo, lo haría», expresó Cibell Naime Yordi en una transmisión en vivo por TikTok. Con voz entrecortada y profundamente conmovida, aseguró que a diario enfrenta las consecuencias de sus acciones.

«Como usted dice, lo que uno hace lo paga y yo lo estoy pagando todos los días. No estoy aquí para hacer el papel de víctima. Vengo a contar mi historia de vida para que las personas aprendan, me conozcan y sepan la realidad que vive una persona después de cometer todos los errores que cometió en la vida. Todo tiene sus consecuencias», dijo.

Señaló que no tuvo la oportunidad de disculparse en el pasado por miedo al rechazo. «A la vista está que nunca van a perdonar algo así. Yo tampoco lo perdonaría si le hicieran eso a un familiar. Es algo imperdonable, pero no puedo regresar el tiempo, señora, y lo estoy viviendo día a día. Perdón, perdón, nuevamente le digo que ojalá fuera yo quien no estuviera en este mundo».

Cibell Naime: un gato, un cheque, dos muertos

Cibell Naime nació el 24 de enero de 1976. Su padre, Shauki Naime, era un afamado ginecólogo que vivía holgadamente con su familia en una urbanización de clase alta en Caracas. Por sus raíces libanesas y su religión drusa, formó una familia muy conservadora y rígida, que no vacilaba en castigar a sus hijos si no seguían sus directrices.

Pero la rebeldía de Cibell Naime la llevó a ganarse más de un castigo o golpiza de su padre. En 1994, Cibell tenía 18 años y había aplazado el tercer año de educación secundaria, por lo que sus padres la inscribieron en un instituto de educación para adultos para que pudiera terminar sus estudios sin más retrasos.

En ese momento, pidió a su padre comprar un gato para que le hiciera compañía, pero este se negó, sin imaginar que esa decisión cambiaría sus vidas para siempre.

Lea la nota completa siguiendo este enlace a El Nacional

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