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Cuba y el tarifazo a internet: Estudiantes de Medicina alzan la voz ‘Nos enseñan a resistir, no a someternos

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Lo que comenzó como una oleada de protestas virtuales contra el brutal aumento de tarifas impuesto por Etecsa ha terminado por sacudir los cimientos simbólicos del oficialismo: el llamado “ejército de batas blancas”, formado por estudiantes de Ciencias Médicas, alzó la voz.

En un país donde disentir aún se paga caro, la declaración pública de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) de la Facultad de Ciencias Médicas de La Habana marca un giro inesperado, reseña 14ymedio

Ya no se trata solo de quejas económicas, sino de un abierto cuestionamiento a las estructuras del poder que –según denuncian los propios estudiantes– han abandonado su deber de representación.

Los futuros médicos cubanos, formados bajo la narrativa de la entrega revolucionaria, han decidido romper el silencio. En un comunicado cuidadosamente redactado pero cargado de reproches, denunciaron que las respuestas de Etecsa ante sus demandas fueron “insuficientes y evasivas”, y fustigaron a las autoridades por ofrecer “soluciones mínimas” que ignoran “las necesidades estructurales de millones”.

La indignación no se queda en el plano económico. La crítica se amplía a los mecanismos de poder y representación universitaria. Los estudiantes acusan directamente a las instancias superiores de la FEU de “ausencia estratégica y simbólica” y, en un acto sin precedentes, sentencian: “¡No nos representan!”

Esta ruptura con la cadena de mando juvenil oficialista es un síntoma grave del deterioro institucional. Durante décadas, el régimen ha contado con el aparato universitario para mantener control ideológico y disciplinar el pensamiento crítico. Hoy, ese dique presenta filtraciones.

Los reclamos estudiantiles van más allá del acceso digital. Rechazan abiertamente “estructuras vacías y jerarquías desconectadas” y convocan a otras facultades a sumarse al rechazo colectivo. El mensaje es claro: no es solo el tarifazo, es la exclusión, la arbitrariedad, el abandono. “No puede haber desarrollo sin conectividad. No puede haber moral revolucionaria sin derecho a la crítica”, escriben.

A este nuevo capítulo de protesta se suman estudiantes de otras facultades, como Turismo, mientras circulan videos de asambleas tensas en las que los jóvenes interpelan directamente a las autoridades. “Nos enseñan a resistir, pero eso no es sinónimo de sumisión”, reclama uno de ellos.

El régimen ha perdido el monopolio del discurso dentro de las aulas. Si los estudiantes de Medicina, emblema de la exportación ideológica cubana, se rebelan contra el sistema, es porque el malestar ha superado el miedo. Y cuando el miedo empieza a ceder, la represión o la reforma se vuelven las únicas respuestas posibles.

Frente a un Gobierno que insiste en blindarse tras excusas burocráticas, la juventud universitaria empieza a cuestionar no solo decisiones administrativas, sino la propia legitimidad de quienes las toman.

La pregunta ahora es: ¿responderá el régimen con castigo o con cambios? En ambos casos, ya es tarde para evitar la señal más evidente del colapso: hasta el ejército de batas blancas ha dicho basta.

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