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Diego Arria: «Sin los Acuerdos de Paz, Bukele no sería presidente sino un perseguido político»

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Como se dice popularmente, a Diego Arria nadie le puede dar paja sobre El Salvador. Lo conoce muy bien, desde las pupusas hasta su macroeconomía.

Por: El Salvador

La razón: fue jefe de operaciones del Banco Interamericano de Desarrollo encargado del financiamiento de los proyectos en este país centroamericano, entre ellos la construcción de los mercados de San Salvador. Pero, sobre todo, fue uno de los embajadores de los Países Amigos del Secretario General de Naciones Unidas que impulsaron el proceso de paz que acabó con una guerra que dejó 70,000 muertos en 12 años. Por eso es que no duda en decir que llamar “una farsa” a ese esfuerzo político y humanitario es una “ofensa” a la comunidad internacional.

Tan exitoso fue el proceso, destaca el economista y diplomático venezolano ahora residente en Estados Unidos, que fue usado como modelo para resolver conflictos en otros países. Arria se lamenta al ver el desmantelamiento de lo que fue la ejemplar democracia de su país y ahora está preocupado de que pase lo mismo en El Salvador.

¿Cómo conoció de El Salvador?

La relación con el economista Alfonso Rochac me hizo conocer a El Salvador muy a fondo. Es una relación nostálgica con los 21,000 kilómetros cuadrados de ese país, menos los que les quitó Honduras. Iba con mucha frecuencia a El Salvador, por ejemplo, cuando financiamos la ampliación del Puerto de Acajutla, el programa de crédito agrícola que tenía don Francisco de Sola… Estuve muy atado al desarrollo económico del país durante esos años y luego fui jefe de operaciones (del BID) para Centroamérica.

¿Usted fue parte el Grupo de Amigos del Secretario General de la ONU para procurar la solución del conflicto armado en El Salvador?

Fue la primera vez que Naciones Unidas usó esa modalidad de Amigos del Secretario General. Éramos cuatro: Colombia, México, España y Venezuela y luego se sumó como un colaborador los Estados Unidos. Por eso le llamábamos el Grupo de 4+1.

¿Cómo fue esa tarea que desarrollaron ustedes?

Fue una tarea de más de tres años. El Secretario General de la ONU era Javier Pérez de Cuéllar y tenía un magnífico equipo liderado por un diplomático peruano muy importante: Álvaro de Soto. Eran negociaciones pendulares, las partes se reunían por separado en México, en Venezuela alternadamente. Fue un proceso que comenzaba y ser terminaba, pero donde la presencia y el apoyo de los presidentes de Colombia, Venezuela, México y España acompañaban las gestiones del Secretario General y los embajadores en las Naciones Unidas nos convertimos en los que impulsábamos a ambas partes para llegar a un acuerdo satisfactorio PARA LOS SALVADOREÑOS, no para el gobierno ni para la oposición representada por el FMLN y otros sino PARA EL SALVADOR, que ya había perdido 80,000 vidas.

¿Quiénes participaron?

Viendo que había un clima favorable llamamos al grupo de oposición al gobierno, presidido por Schafik Handal, Joaquín Villalobos, Ana Guadalupe Martínez, y la delegación que presidía Óscar Alfredo Santamaría, que era el ministro de la Presidencia. Luego se sumaron otros como Armando Calderón Sol, que luego llegó a ser presidente, y el general Mauricio Ernesto Vargas, que fue muy importante. Los llevamos a Nueva York y allí los tuvimos encerrados hasta el 31 de diciembre de 1991, cuando firmamos el acuerdo de paz.

Siendo así, ¿usted considera que fue un acuerdo entre cúpulas o fue un acuerdo por los salvadoreños y para los salvadoreños y entre salvadoreños?

Tuvimos la suerte de tener un presidente como Alfredo Cristiani, quien era la parte a la que le correspondía ceder más. La parte más dolorosa del proceso, más dura era para él porque tenía que tomar acciones contra muchos jefes militares, lo cual no era fácil en ese momento. Sin embargo, el presidente Cristiani estuvo a la altura de las circunstancias y se comportó en función de los intereses de El Salvador. Por la otra parte, la dupla de Schafik Handal y Villalobos estuvo también a la altura. Eso nos daba a la comunidad internacional la seguridad de que estábamos negociando con las partes representativas del conflicto salvadoreño. Lo que nosotros buscábamos no era cómo quedaba Cristiani y cómo quedaba el FMLN, sino cómo quedaban los salvadoreños y cómo quedarían para el futuro los salvadoreños.

Actualmente el gobierno de Bukele trata de hacerle creer a la gente que todo fue una “farsa”. ¿Cómo considera esto?

Yo no me siento inhibido para opinar sobre lo que ocurre en El Salvador, porque es un país al que quiero mucho y al que he estado vinculado desde muy joven, soy independiente y puedo opinar. Así que sin ninguna inhibición le puedo decir que eso ES FALSO, ABSOLUTAMENTE FALSO. No se puede acusar que los presidentes de Venezuela, de Colombia, México y del gobierno español iban a ser cómplices de semejante conformación de buscar a grupos de intereses específicos. Yo siento que estoy ahora representando lo que diría el presidente de Venezuela, Carlos Andrés Pérez, que fue seguramente el más activo de todos, como lo pueden atestiguar personas que conocen cuál era el involucramiento de mi país buscando ponerle fin a la guerra de una manera honorable y que diera las bases para la estabilidad de El Salvador, lo cual ahora es innegable por más que se quiera decir lo contrario.

Lea la entrevista completa siguiendo este enlace a El Salvador

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