Recientemente las elecciones de Chile han dado que hablar por el triunfo de Gabriel Boric, desde el lunes 20 de diciembre, presidente electo de Chile por el pacto Apruebo Dignidad, de extrema izquierda.
Por: La Gaceta de la Iberosfera
En los primeros 7 días desde la elección hemos visto la idealización que se hace del presidente electo por los medios de comunicación nacionales e internacionales que lo han disfrazado de moderado y socialdemócrata. Quizá el único fenómeno similar fue la elección de Barack Obama en Estados Unidos.
¿Pero es realmente el presidente más joven de la historia en Chile un moderado? La verdad es que si recurrimos a su historia política –el único antecedente realmente elocuente para conocer un político—veremos que no. Boric fue presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile en el año 2012 por el colectivo “Izquierda Autónoma” que se definía como un movimiento de carácter marxista gramsciano, cuya misión era la creación y fortalecimiento de la autonomía política de las clases subalternas frente a la hegemonía de las clases dominantes.
Nunca escondió su aprecio por el “proceso” bolivariano en Venezuela. Afirmó en su cuenta personal de Twitter, por ejemplo, que Chávez había “humanizado” al pueblo de Venezuela; también señaló en algún momento que la élite chilena debía “reflexionar” sobre lo que ocurre en Venezuela “en vez de pontificar y despreciar a Maduro” (15 de abril de 2013). En el Congreso, ya como parlamentario, votó más de una vez en contra de resoluciones que solicitaban interceder por los presos políticos de ese país (Resolución Nº 1435) y otras para solicitar que se reconozca al pueblo cubano el derecho a decidir soberanamente en plebiscito vinculante sobre el porvenir de Cuba (Nº866). Los partidos que apoyan a Boric, forman parte del Foro de Sao Paulo y el Grupo de Puebla, organizaciones internacionales que promueven el socialismo bolivariano en toda Iberoamérica. Boric, por tanto, no sólo ha sido cercano, sino que está con lo peor de la política marxista del continente, y eso se constató cuando las primeras felicitaciones vinieron de reconocidos líderes que son parte del Foro Sao Paulo y el Grupo de Puebla, como Nicolás Maduro, Diosdado Cabello y Alberto Fernández.
Gabriel Boric gobernará con el Partido Comunista, un partido que se declara marxista leninista y que, como ha dicho uno de sus principales líderes, y contendor de Boric en las primarias, Daniel Jadue: «El PC, duela a quien le duela, es el partido más grande de la coalición», manera poco sutil de rayar la cancha al presidente electo. Esta alianza por si sola ya es manifestación clara de lo ajeno a la socialdemocracia que puede estar Boric.
Por otro lado, las primeras revelaciones en posturas legislativas que tomaría Gabriel Boric, generaron tensiones dentro de su colectivo, pues Giorgio Jackson quien fue el coordinador político de la campaña, al día siguiente del triunfo señaló en Radio Cooperativa que “las querellas por Ley de Seguridad del Estado serán retiradas en el minuto que Boric asuma”. Nada coherente con la imagen de hombre respetuoso de las instituciones y el Estado de Derecho que proyectó en la segunda vuelta y con la que terminó engañando a los electores.
Todo esto, sin embargo, mientras tanto quedan grandes vacíos sobre el programa económico de Boric. Para los mercados y la política se ha vuelto de primer orden saber quién ocupará el cargo de Ministro de Hacienda, pues contaba con grandes economistas en su equipo y ese Ministerio resulta crucial para tranquilizar los mercados en los momentos actuales, de incertidumbre y crisis. Sin embargo, esta semana hemos conocido que ninguno de los más importantes economistas de su equipo está dispuesto a asumir de Ministro en dicha cartera. Aparte del verdadero engaño al que nos sometieron dichos economistas al respaldar con su nombre un programa irrealizable, la propuesta económica de Boric no tiene conductor. Y no tiene conductor porque no tiene sustento: nadie serio se quiere arriesgar a ese nivel su reputación.
Sin duda, todo ello para ciertos medios no es suficiente para hacer noticia. El voluntarismo mediático ha llegado al absurdo ensalzando la figura de Boric al estatus de ícono pop, haciendo notas con sus gustos, su forma de vida, cómo ven a Chile en el extranjero por elegir a un presidente de 35 años y, acorde a los tiempos, hablando de su mascota, Brownie, quien ya tiene cuenta de Twitter y en tan solo dos días alcanzó más de 200.000 seguidores en Instagram y se conectó a una vídeo llamada con el perro del presidente de Argentina, Alberto Fernández. De las incoherencias de su programa, nadie habla. O resultan demasiado incómodas o aburridas.
¿Qué esperar, por tanto, de Boric? Nada bueno. Será a mediados de enero, cuando dé a conocer su gabinete y ya tengamos sobre la mesa los nombres que administrarán el Estado por lo próximos cuatro años, que podremos evaluar y proyectar mejor lo que se vendrá. Lo cierto es que, mientras tanto, seguimos adoleciendo de una prensa verdaderamente crítica y objetiva, capaz de discutir las cuestiones relevantes y que no manipule la opinión pública a favor o en contra de determinadas personas, tal y como lo ha hecho hasta ahora. De ser así, se pone en serio riesgo la libertad informativa de los chilenos, que tendremos que acostumbrarnos a tendenciosas notas políticas, reportajes hagiográficos, bonitas tomas de Boric y su perro y tiernos reportajes acerca de la vida doméstica de Boric y su novia. Es decir, poco o nada de verdadero periodismo.