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El 17 % de los venezolanos se encuentran expuestos a subalimentación o hambre, advierte Cáritas

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Entre ocho y 10 de cada 100 niños beneficiarios del programa humanitario de Cáritas presentan desnutrición grave. Muchas familias recurren a estrategias de supervivencia que incluyen el endeudamiento y la búsqueda de alimentos en la calle. La dependencia de las cajas Clap, que contienen productos de bajo valor nutricional no mejora la situación

Susana Raffalli, asesora en nutrición de Cáritas Venezuela, indicó que, a pesar de una leve mejora en la oferta alimentaria y la situación de muchas familias, 17% de la población venezolana sigue padeciendo subalimentación o hambre. Esta cifra representa aproximadamente a cinco millones de personas, de acuerdo a datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

En una entrevista con Radio Fe y Alegría Noticias, Raffalli explicó que la subalimentación se mide no solo por el acceso de las familias a los alimentos, sino también por la capacidad del país para abastecerse de productos nacionales. Señaló que la situación sigue siendo grave, especialmente para los sectores más vulnerables, como los niños y las mujeres, reseñó Radio Fe y Alegria.

Informó que entre ocho y 10 de cada 100 niños beneficiarios del programa humanitario de Cáritas presentan desnutrición grave, mientras que 25% de las mujeres están en riesgo nutricional. Además, casi 10 de cada 13 mujeres embarazadas que acuden a los programas de Cáritas sufren de anemia, hambre u otros riesgos nutricionales.

La dependencia de las cajas Clap, que contienen productos de bajo valor nutricional al estar compuestas principalmente de carbohidratos y alimentos ultraprocesados como la mortadela enlatada, no mejora la situación alimentaria, ya que 90% de los hogares solo las recibe trimestralmente. La composición de estos alimentos aumentan el riesgo de enfermedades metabólicas en la población, alertó la nutricionista.

Ante la crisis, muchas familias recurren a estrategias de supervivencia que incluyen el endeudamiento, la búsqueda de alimentos en la calle o participación en actividades ilícitas como el contrabando, la prostitución o el trabajo en minas para conseguir más dinero.

Raffalli explicó que la crisis alimentaria no solo tiene efectos físicos, como el retardo en el crecimiento y los problemas cognitivos en los niños, sino a consecuencias sociales graves, como la exposición a redes de trata.

Exhortó al Estado a implementar políticas que «garanticen la buena alimentación, revaloricen el trabajo de los venezolanos y mejoren la oferta alimentaria nacional». Sugirió que se reactiven estrategias del pasado, como Mercal y Pedeval, o la asignación de cestatickets, que estuvieron activas hasta el 2012.

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