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El discreto papel de Lula da Silva en la legitimación del fraude electoral de Maduro

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La reciente reelección fraudulenta del dictador Nicolás Maduro en Venezuela ha desencadenado una serie de reacciones internacionales. La comunidad internacional se ha polarizado entre los demócratas y los partidarios del dictador socialista.

La Gaceta de la Iberosfera

Según una encuesta de Poder360, hasta el 30 de julio de 2024, al menos 12 países, incluidos regímenes autoritarios como Bielorrusia, Irán y Qatar, reconocieron la victoria de Maduro. Por otro lado, 18 países y la Unión Europea se negaron a atestiguar la legitimidad del proceso electoral, que fue ampliamente cuestionado.

Las peligrosas declaraciones de Lula da Silva

El presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, adoptando una postura de complacencia y apoyo a Maduro, declaró que «no hay nada grave, nada anormal» en el proceso electoral venezolano. En sus palabras: «Entonces, hay un proceso. No hay nada grave, no hay nada alarmante. Veo a la prensa brasileña tratándolo como si fuera la Tercera Guerra Mundial. No hay nada anormal. Hubo una elección, una persona dijo que tenía el 51%, otra persona dijo que tenía el 40 y pico por ciento. Uno está de acuerdo, el otro no. Se va a la justicia y la justicia decide». Lula también afirmó estar «convencido» de que el proceso fue «normal, tranquilo», a pesar de las numerosas evidencias de irregularidades y represión.

Apoyo al dictador

Lula, al minimizar las denuncias de fraude e irregularidades, se alinea con uno de los regímenes más violentos y autoritarios del continente americano. Esta actitud de apoyo explícito a Maduro, que es un dictador, pone en tela de juicio la credibilidad del presidente brasileño, que fue elegido con la narrativa de ser un defensor de la democracia.

En su columna en el Estadão, el prestigiado periodista brasileño JR Guzzo criticó severamente la postura de Lula. Según Guzzo, al tratar la elección fraudulenta como «normal», Lula demuestra una afinidad preocupante con regímenes autoritarios. Guzzo destacó que, al apoyar a Maduro, Lula está enviando una señal clara de que le gustaría implementar un régimen similar en Brasil. Él afirmó: «Lula dijo que todo el ‘proceso electoral’ en Venezuela transcurrió en ‘normalidad’. ¿La oposición y todo el mundo democrático están diciendo que la elección fue patéticamente robada? Calma, dice Lula, está todo bien». El periodista explicó además que Brasil se situó al lado de Cuba, Rusia, Irán, China y Corea del Norte y «otros paraísos de la democracia mundial», ironizó el columnista.

Evaluaciones del Centro Carter

El Centro Carter, una organización internacional de derechos humanos, fue contundente en su evaluación de las elecciones venezolanas. En un comunicado, la entidad declaró que el proceso «no cumplió con los estándares internacionales de integridad electoral en ninguna de sus etapas» y destacó la presencia de un ambiente de libertades restringidas para actores políticos, organizaciones de la sociedad civil y medios de comunicación. El Centro Carter afirmó que el CNE «demostró un claro sesgo a favor» de Maduro y que la campaña electoral fue «impactada por condiciones desiguales entre los candidatos», con la campaña de Maduro siendo bien financiada y ampliamente visible, mientras que la oposición enfrentó restricciones e intimidaciones.

Implicaciones para Brasil

Brasil, que inicialmente evitó tomar una posición clara, acabó encontrándose en una situación complicada. Según Rubens Barbosa, exembajador de Brasil en Londres y Washington, el Gobierno brasileño se equivocó al enviar a Celso Amorim a Caracas y al esperar la divulgación de las actas por parte del CNE, un órgano controlado por el chavismo. Barbosa argumentó que estas decisiones pusieron a Brasil en una «situación muy difícil» y convirtieron al Ejecutivo en prisionero de su propia política de esperar la verificación de los resultados. Resaltó que Brasil quedó «en el ojo del huracán» y criticó las «afirmaciones complicadas» del Gobierno al intentar balancear la narrativa de fraude con la necesidad de esperar la divulgación de las actas.

La situación venezolana también generó repercusiones en el Congreso Nacional brasileño. Senadores de la oposición, como Ciro Nogueira y Tereza Cristina, anunciaron la intención de convocar al ministro de Relaciones Exteriores, Mauro Vieira, y al asesor especial de la Presidencia para Asuntos Internacionales, Celso Amorim, para que prestaran aclaraciones sobre la posición de Brasil en relación con Venezuela. El senador Ciro Nogueira criticó la nota del PT que reconoció la reelección de Maduro y llamó al proceso un «golpe». Rodrigo Pacheco, presidente del Senado, también condenó la falta de transparencia en el proceso electoral venezolano.

La «reelección» del autócrata Nicolás Maduro en Venezuela, marcada por alegaciones de fraude y falta de transparencia, continúa generando controversias y afectando la diplomacia internacional. La postura de Lula y del Gobierno brasileño han sido objeto de críticas tanto internas como externas, evidenciando que el apoyo a autócratas es impopular en Brasil y muchos países. Lula, que fue elegido con la narrativa de ser un demócrata, ahora enfrenta constricciones dentro de la opinión pública brasileña al ser visto como un firme aliado de Nicolás Maduro, un dictador ampliamente criticado por violaciones de derechos humanos y represión política. Esta alianza desafía la credibilidad de Lula como defensor de la democracia y pone en tela de juicio la política exterior brasileña.

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