El guardia civil responsable de la investigación sobre la agresión sexual múltiple sufrida por una menor de 14 años en la comarca de la Valle de Albaida (Valencia) ha declarado este martes que, según los indicios recogidos, al menos quince individuos participaron en los abusos cometidos durante una fiesta en septiembre de 2020. La joven, que asistía a una reunión en un entorno rural, fue aislada y sometida, según el agente, a un escenario de violencia sexual continuada por parte de numerosos asistentes que ni si quiera hablaban su idioma.
Durante el juicio que se celebra en la Sección Quinta de la Audiencia Provincial de Valencia, se sientan en el banquillo cuatro jóvenes de nacionalidad búlgara, sin antecedentes penales, con edades comprendidas entre los 24 y 26 años. Tres están acusados de haber mantenido relaciones sexuales con la menor sin su consentimiento, aprovechándose de su estado de embriaguez; el cuarto está procesado por corrupción de menores. La Fiscalía solicita para ellos penas que van desde los cinco hasta los veinticuatro años de prisión.
El relato de los hechos, según la acusación, comenzó cuando la víctima coincidió con varios de los encausados en una fiesta celebrada en el campo. Tras consumir alcohol —tres copas según declaró—, comenzó a sentirse mal, momento que fue aprovechado por dos de los procesados para llevarla a un lugar apartado. Allí, se habrían producido los primeros abusos. A primera hora de la mañana, ya afectada por el estado de embotamiento, la menor pidió a otro de los acusados que la llevase a casa de su abuela. Según el escrito fiscal, este le exigió una felación como condición para acercarla, exigencia que la joven rechazó.
Una vez en casa, todavía en estado de confusión, la víctima recibió un mensaje de uno de los agresores previos, proponiéndole mantener relaciones. Ella accedió, pero el guardia civil que dirigió la investigación subrayó ante el tribunal que ninguna de las prácticas sexuales mantenidas por la menor fue verdaderamente consentida. En su opinión, la joven no tenía conciencia plena de lo ocurrido y trataba de racionalizar lo sucedido, llegando incluso a culparse por no haber podido detener la agresión.
En el transcurso de la instrucción, la adolescente compartió con sus amigas —a través de mensajes privados— que más de diez personas la habían violado aquella noche y que se había visto obligada a realizar felaciones a muchos de ellos. Según explicó el agente, «la fueron apartando, se quedó sola, expuesta a una sucesión de hombres que se bajaban los pantalones mientras pasaban junto a ella». La situación era de absoluta indefensión.
Una amiga de la víctima llegó a presenciar parte de la escena desde detrás de un muro. «Uno de los individuos salió con los genitales al aire y otro de los encausados lo apartó para evitar que la testigo viera más», relató el guardia civil, quien destacó el contraste entre la protección ofrecida a una menor —la testigo— y la total falta de empatía con la otra, que estaba siendo víctima de los abusos.