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La izquierda argentina fracasa rotundamente en su primer intento por pararle el país a Javier Milei

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En Argentina, cuando los gremios y los sectores más vulnerables quieren expresar su descontento contra el Gobierno de turno, suelen organizar algo que se conoce como ‘paro general’, lo que consiste en que los principales gremios del país realicen una huelga conjunta y marchen en las calles cortando el tránsito. De ahí el nombre de la jornada, dado que en teoría el país debería «paralizarse», como estadio de fútbol frente a un penal mal cobrado.

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A su vez, se trata de una herramienta que sirve como termómetro para evaluar el grado de simpatía que la cúpula sindical tiene con el presidente de turno. Por ejemplo, el expresidente Alberto Fernández no recibió ni un solo paro a pesar de que su gestión finalizó con tres dígitos de inflación anual.

En esta oportunidad, la Confederación General del Trabajo (CGT), conocida como la central sindical más importante e influyente del país, había convocado a un paro general para el miércoles 24 de enero, en signo de protesta contra las políticas liberales de Javier Milei, quien apenas lleva un mes y medio al frente del país.

La cúpula de la CGT, integrada por Héctor Daer (Asociación de los Trabajadores de la Sanidad Argentina), Carlos Acuña (Sindicato de Obreros y Empleados de Estaciones de Servicio) y Pablo Moyano (Sindicato de Camioneros), esperaba una masiva convocatoria para protestar principalmente contra el mega decreto desregulador implementado por Milei, con millones de personas en la calle y una sensación de hartazgo que llegue hasta al mismísimo despacho presidencial. Sin embargo, lo que terminó ocurriendo fue un tanto diferente.

«Un fracaso rotundo»

Para Luis Brandoni, actor y legislador del Parlasur, el paro ya mostró debilidad antes de empezar. «Es el único de los que yo conozco, y he conocido muchos, que empieza a las 12 del mediodía. Es raro, ¿no?”, declaró apenas unos días antes del evento.

Brandoni hizo referencia a la duración porque los paros suelen comenzar temprano en la mañana, pero este estuvo pautado para el mediodía y con transportes públicos funcionado hasta la tarde, algo atípico en este tipo de eventos. A su vez, los paros multitudinarios suelen caracterizarse por hacerle honor a su nombre y dejar una imagen desoladora en las calles, prácticamente sin actividad.

En Argentina existe un fetiche muy grande con las convocatorias, que se utilizan muchas veces para medir el éxito de las cosas, por más que sea más o menos importante. Así como entre las hinchadas de fútbol se atacan por no llenar el estadio, aquí la unidad de medida eran las calles, que se pensaba iban a explotar a lo largo y ancho del país.

Si bien efectivamente muchas personas salieron a manifestarse, la convocatoria fue mucho menor de lo esperado y el tipo de gente que asistió tampoco fue la esperada. ¿Qué significa esto último? Que el grueso de los participantes fueron sindicales y dirigentes políticos, no ciudadanos genuinos enojados con las medidas de Milei, dado que en su gran mayoría se quedaron trabajando. En efecto, la frase «Yo no paro» fue tendencia durante buena parte de la jornada en las redes sociales.

Así lo entendió la ministra de seguridad, Patricia Bullrich, quien celebró la poca participación a lo largo de la jornada. «De 21 millones de trabajadores, solo el 0,19 % se movilizó, si consideramos entre los trabajadores a La Cámpora y las organizaciones sociales. 40 mil personas. Fracaso total«, expresó en su cuenta de X, anteriormente conocido como Twitter, donde también adjunto un video en el que se destacan muchos comercios abiertos.

En la misma línea se expresó Santiago Oria, quien dialogó recientemente con Voz Media, en sus redes sociales. «Un fracaso el ‘paro’. Lo que se movilizó fue un aparato político, no los trabajadores. Lo que se escuchó es a un par de candidatos que perdieron las elecciones decir frases delirantes sin sentido alguno ni conexión con la realidad como ‘la patria no se vende'», señaló.

«Vida normal»

En la Ciudad de Buenos Aires (CABA), la adhesión entre las pequeñas y medianas empresas fue de solo 3,6 %, según reveló la Federación de Comercio e Industria de la Ciudad de Buenos Aires (FECOBA).

“Lo que hemos detectado es una fuerte necesidad de abrir para vender. El impacto económico en el sector pyme es tan grande que no hay margen para cerrar un día. Los comerciantes que pudieron, abrieron y atendieron al público”, explicó al respecto Fabián Castillo, presidente de Fecoba.

Camila Castelli, vecina de Saavedra en CABA, habló con Voz Media y resaltó que pudo hacer «vida normal» a pesar del paro, dado que los comercios abrieron y que pudo salir antes del trabajo para esquivar las demoras con el transporte hacia la tarde noche.

En las provincias productivas se vivió un escenario similar, por ejemplo, en Córdoba, Mendoza, Entre Ríos y San Luis, entre otras.

El costo económico del paro nacional

Aldo Abram, destacado economista local y director de la Fundación Libertad y Progreso, estimó que el costo del paro para la economía fue de aproximadamente 1.500 millones de dólares, lo mismo que decir un 0,2 % del PBI.

Sobre el evento en general, remarcó que fue de los sindicatos y no de sus representados. «Acá no hay ninguna defensa de los derechos de los trabajadores, sino de la caja de los sindicalistas», explicó.

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