Por Víctor Salmerón en Gerentesis
La permanencia de Nicolás Maduro en el Palacio de Miraflores, en medio de las evidencias de fraude electoral, coloca a la oposición en la dificultad de adaptar su estrategia para enfrentar al régimen.
A pesar de su escasa conexión popular, Nicolás Maduro logró conservar el poder en medio de fundadas acusaciones de fraude electoral. Con el respaldo de los militares, el mandatario venezolano culminó el viaje a la dictadura que inició en 2015 cuando desconoció, de facto, su derrota en las elecciones parlamentarias. El anillo se cerró dejando a la oposición frente a un camino arduo e incierto.
En diversas etapas de la era chavista, la oposición ha parecido desorientada, alternando entre la participación electoral, la insurrección y la espera de una intervención extranjera. Sin embargo, en esta ocasión mantuvo la firmeza: se presentó en las elecciones, su líder María Corina Machado fue inhabilitada, pero declinó a favor de Edmundo González y recabó pruebas del fraude electoral. No obstante, hoy su ascenso al poder luce lejano.
Nicolás Maduro, consciente de la pérdida de apoyo popular, se esmeró en tejer lo que denomina “la fusión popular, militar, policial” a la que debe su permanencia en el Palacio de Miraflores. Las Fuerzas Armadas no son un aliado, son parte del Gobierno y controlan sectores clave como el negocio petrolero, el arco minero y la alimentación.
Los servicios de inteligencia, con el apoyo de Cuba, han detectado a tiempo cualquier movimiento: Foro Penal contabiliza 146 militares detenidos. Sin la ayuda de miembros del Plan República la oposición no hubiese recolectado las actas que reflejan su victoria, pero el general Vladimir Padrino López, ministro de la defensa desde 2014, demostró que por ahora tiene control de la institución.
Michael Shifter, profesor adjunto de la Universidad de Georgetown, escribe en un análisis que “a pesar de su bajísima legitimidad tanto dentro como fuera del país, el régimen podrá sostenerse si sigue contando con el apoyo de las fuerzas armadas. El Ejército es el pilar fundamental de un Gobierno que se basa en la represión pura y dura”.
Agrega que el Ejército “sigue siendo una caja negra difícil de descifrar desde el exterior” pero advierte que “cualquier advertencia o amenaza dirigida a los militares desde el extranjero —especialmente desde Estados Unidos— podría resultar contraproducente y provocar que la institución cierre filas en torno a Maduro. Esto es precisamente lo que ocurrió hace casi seis años con el líder de la oposición Juan Guaidó”.
Un factor a tomar en cuenta es que a través de cuerpos policiales, de inteligencia y la Guardia Nacional el gobierno logró sofocar las protestas que han brotado tras la proclamación de Nicolás Maduro. El régimen es incapaz de proveer servicios públicos o una pensión digna a los ancianos, pero Maduro se ha esmerado en contar con una maquinaria represiva a tono y bajo su control.
Si bien Nicolás Maduro es señalado como ilegítimo por Estados Unidos, la Unión Europea y la mayoría de los países latinoamericanos, no está aislado por completo: China, Rusia y países como India, Irán, Bielorrusia y Turquía lo apoyan de distintas maneras.
China cerró el grifo del financiamiento pero mantiene algunas inversiones y la relación comercial continúa; Rusia ofrece asistencia en el sector petrolero y en general, estas colaboraciones proveen repuestos, tecnología, medicinas, alimentos y ayuda para evadir las sanciones de Estados Unidos.
En su discurso anual ante la Asamblea Nacional Maduro se refirió a estas alianzas y anunció que llegarán al país unidades para el transporte público: “Son dos mil nuevas unidades chinas, unas nos las vamos a traer ensambladas y otras las ensamblamos aquí, de la mayor tecnología, son como naves espaciales”.
La oposición busca una estrategia
Un día antes de la investidura de Nicolás Maduro, María Corina Machado reapareció después de cuatro meses resguardada, para liderar una protesta en las calles. De acuerdo a su versión, tras la manifestación fue detenida y liberada al poco tiempo, mientras que el Gobierno niega la detención.
A pesar del despliegue policial hubo manifestaciones en distintas ciudades del país pero no en la magnitud deseada. La estrategia de una toma masiva de las calles, que buscaba desencadenar acciones para debilitar de manera definitiva al gobierno, fracasó.
La emigración de siete millones de venezolanos, el despliegue policial y el desánimo jugaron a favor del régimen.
Juan Pablo Guanipa, dirigente de Primero Justicia y quien acompañó a Machado a la manifestación admitió en una entrevista con la periodista Carla Angola que “nosotros diseñamos un plan y ese plan no se pudo cumplir por razones vinculadas al mundo militar, a la cantidad de personas que asistió”.
Además indicó que “nuestra estructura está organizada para los procesos electorales y eso en Venezuela se acabó, tenemos que ver cómo la convertimos en una estructura para la desobediencia civil, estamos en dictadura entonces tenemos que cambiar nuestra forma de organización”.
El politólogo Gonzalo González señala que para la oposición “viene un período sumamente duro en el que habrá que cambiar las condiciones de lucha. No me preguntes cuáles y cómo porque eso lo determinarán las circunstancias”.
“Aquí no hay nada cerrado porque la sociedad quiere algo y el régimen es incapaz de dárselo, Maduro está montado en un tigre, pero vienen tiempos muy duros. ¿Cuánto va a durar esto? Muy difícil predecirlo porque depende de procesos que se ven y de procesos que no se ven”.
Represión y división
Para dificultar la recomposición de la oposición Nicolás Maduro ha redoblado la represión. La Hora de Venezuela, una coalición de medios independientes que contabiliza los detenidos, afirma que en los días previos y las horas posteriores a la juramentación del pasado 10 de enero, el Gobierno encarceló a 55 miembros de partidos políticos, la mitad de ellos de Vente Venezuela, la organización de María Corina Machado.
Los cuadros de Vente Venezuela están golpeados, de hecho, la mayoría de sus dirigentes nacionales y el equipo cercano a Machado están encarcelados, en el exilio o asilados en la embajada de Argentina.
¿Puede sobrevivir el liderazgo de María Corina Machado en medio de las dificultades para hacer política y el desaliento en la población tras las elecciones del pasado 28 de julio?
Jesús Castellanos, politólogo y asesor en asuntos electorales, considera que “los cuadros de Vente Venezuela están severamente afectados pero a diferencia del pasado donde era muy necesario el líder en la calle ahora existen muchas formas de estar presente, de seguir dando un mensaje y en eso Machado ha estado acertada”.
El pasado 13 de enero María Corina Machado difundió un mensaje a través de sus redes sociales afirmando que “vienen nuevas acciones. Ahora vamos para el round ganador. Yo los necesito a todos, fuertes y listos, físicamente, mentalmente y sobre todo espiritualmente, para que cada uno de nosotros haga su parte”.
A pesar del descontento en distintos sectores de la sociedad como obreros, profesionales, universidades, iglesias la oposición venezolana no ha conformado, al menos de manera clara, un frente que los integre y coordine.
Jesús Castellanos explica que “los sindicatos, las iglesias, las academias están alineados en la idea de que es necesario un cambio político pero no se ve, al menos nítidamente, un frente en torno al liderazgo de María Corina Machado aunque podría presumir que hay algunos puntos de conexión”.
Ante el cierre de los espacios está por verse si los minados cuadros de Vente Venezuela y María Corina Machado, con las limitaciones que tiene para hacer política, serán capaces de mantener la resistencia y evitar que Maduro “pase la página” de una elección no creíble.
“Esa resistencia podría surgir de manera espontánea. La sociedad está más madura para enfrentar a este tipo de régimen autoritario y hay un liderazgo que sigue dando la cara. El país sabe que quien está en el poder no ganó la elección y eso es muy potente”, dice Jesús Castellanos.
El llamado a elecciones
Además de frustrar las esperanzas de aquellos que anhelaban un cambio político en Venezuela, la toma de posesión de Nicolás Maduro presentó nuevos y urgentes desafíos para la oposición. El mandatario anunció una reforma constitucional y la convocatoria a tres elecciones en 2025: alcaldes, gobernadores y Asamblea Nacional.
Con estas acciones, Maduro ha asumido la iniciativa política, colocando a la oposición en una situación complicada: los distintos partidos que la conforman podrían tener una posición distinta respecto a participar o no en las elecciones.
En octubre el presidente del Parlamento, Jorge Rodríguez, adelantó que debería aprobarse una ley que impida la participación en los próximos eventos electorales a quienes hayan desconocido los resultados emitidos por el Consejo Nacional Electoral.
De aprobarse esta ley, Vente Venezuela y todos los partidos que no reconozcan como legítima la proclamación de Maduro serán excluidos de los próximos eventos electorales.
Para la oposición el camino luce como una carretera larga y con curvas.