La líder de oposición y coordinadora del partido Vente Venezuela, María Corina Machado, conversó con César Miguel en el programa En Conexión, donde planteó que el país se encuentra en una fase definitiva de su conflicto político, caracterizado por la confrontación directa con un sistema que ya no califica como una dictadura convencional, sino como una estructura criminal transnacional.
A raíz de la designación de Nicolás Maduro como presunto jefe del Cartel de los Soles por parte del Departamento del Tesoro de EEUU, Machado considera que se ha roto un nuevo umbral internacional que redefine la naturaleza del régimen y el marco de acción para los actores democráticos, internos y externos.
Machado sostiene que el camino hacia el cambio político debe estar liderado por los venezolanos desde dentro, pero con un respaldo internacional más firme y coherente. Uno de los déficits clave, según ella, es la falta de una respuesta inmediata frente a las violaciones de derechos humanos, lo cual impide elevar el costo de la represión. En este contexto, destaca el papel de la “inteligencia popular” que, aún sin medios tradicionales de comunicación, ha logrado sostener la movilización mediante redes sociales y organización clandestina.
A pesar del cerco informativo, la censura y la criminalización de la oposición, Machado afirma que la mayoría de los venezolanos mantiene una clara conciencia del conflicto, como se evidenció el 28 de julio con el masivo rechazo electoral. Frente a un aparato de propaganda omnipresente y millonario, la narrativa alternativa ha sobrevivido por canales informales y espontáneos, y ahora se enfrenta al reto de construir nuevas vías de conexión, incluso fuera del ámbito digital, como el boca a boca y las redes comunitarias.
Finalmente, al referirse al rol de EEUU y otros actores internacionales, Machado reconoce tensiones y contradicciones —como el caso de Chevrón y el TPS— pero insiste en que la nueva caracterización de Maduro como capo de un cartel impone dilemas difíciles de ignorar para las empresas y gobiernos que aún tratan con él. Aun bajo amenaza personal, reafirma su convicción de que el cambio es inevitable, y que la Venezuela por venir deberá construirse sobre instituciones sólidas y una memoria clara del largo camino recorrido.