El caos no vino de las tribunas. Cerca de 200 policías fueron hospitalizados tras consumir alimentos contaminados mientras resguardaban el estadio Monumental. Un nuevo escándalo de improvisación y desprecio institucional.
Lo que debía ser una jornada de orgullo deportivo terminó en emergencia sanitaria. Al menos 200 funcionarios de cuerpos de seguridad fueron ingresados de urgencia la noche del viernes en hospitales de Maturín, tras presentar síntomas de intoxicación alimentaria. El hecho ocurrió durante el operativo desplegado en las afueras del estadio Monumental, donde la Vinotinto enfrentaba a Bolivia.
Videos difundidos por medios digitales como Último Minuto 24 muestran escenas alarmantes: agentes descompensados en brazos de rescatistas, camillas improvisadas y caos médico en los pasillos del Hospital Universitario Dr. Manuel Núñez Tovar y el Hospital Simón Bolívar.
Aunque hasta ahora no se reportan fallecidos ni casos críticos, decenas de funcionarios continúan bajo observación médica. Las primeras versiones apuntan a que la intoxicación habría sido causada por alimentos suministrados durante la jornada de resguardo. ¿Quién los preparó? ¿Dónde se adquirieron? ¿Se respetaron controles mínimos de salubridad? Silencio oficial.
Este nuevo incidente pone en evidencia la desorganización y el irrespeto sistemático hacia quienes arriesgan su integridad para cumplir órdenes. La intoxicación colectiva de 200 funcionarios no es un accidente menor; es una señal de negligencia institucional. Mientras los altos mandos presumen cifras de seguridad y disciplina, en la práctica se improvisa incluso lo más básico: la alimentación del personal en servicio.
¿Quién responde por este desastre logístico? ¿Dónde están las responsabilidades administrativas y penales? La Fiscalía guarda silencio, el Ministerio del Interior brilla por su ausencia y el show futbolístico continúa.
Porque en el país de los simulacros, ni la salud de los cuerpos de seguridad se escapa del descuido generalizado.
