La figura del actual arzobispo de Caracas, Mons. Raúl Biord, ha suscitado en los últimos meses un intenso debate dentro de la Iglesia católica venezolana y en la opinión pública.
Por: Rafael López – Infovaticana
Diversos testimonios de religiosas, laicos y sacerdotes, así como estudios de percepción social, señalan que su gestión estaría marcada por centralismo, falta de cercanía pastoral, debilitamiento de la voz profética de la Iglesia y gestos de complacencia hacia el régimen de Nicolás Maduro.
Acusaciones y cuestionamientos
Entre los señalamientos más frecuentes destacan:
- Abuso de poder y control institucional: se le acusa de imponer un estilo de gobierno autoritario dentro de la Arquidiócesis de Caracas, limitando la autonomía de instancias como la Conferencia Venezolana de Religiosos (CONVER) y desplazando a laicos que antes tenían protagonismo en tareas pastorales.
- Maltrato y falta de diálogo: sacerdotes, religiosas y laicos han denunciado actitudes de maltrato psicológico y decisiones tomadas de forma unilateral, lo que habría generado descontento en diversos sectores eclesiales.
- Gestión opaca de recursos: en su anterior diócesis de La Guaira se le vincula con manejos cuestionados de fondos en proyectos de infraestructura y en la administración de recursos de la CONVER.
- Debilitamiento de la Vicaría de Derechos Humanos: este organismo, antes activo en la defensa de presos políticos y en la atención a familias vulnerables, ha perdido relevancia desde su llegada al arzobispado. Para muchos, este silencio se interpreta como una forma de invisibilizar injusticias y evitar confrontaciones con el poder político.
- Entrega de datos patrimoniales al Estado: bajo su coordinación, se solicitó a congregaciones religiosas detallar bienes e inmuebles para su registro en instancias gubernamentales, lo que ha sido percibido como un riesgo para la seguridad y sostenibilidad de colegios, centros de salud y obras sociales de la Iglesia.

Percepciones en la sociedad venezolana
Los estudios de opinión y entrevistas recogen tres tendencias principales respecto al rol de la Iglesia en la actualidad:
- Una visión nostálgica, mayoritaria, que recuerda a la Iglesia como defensora de los derechos humanos y cercana a los pobres, en contraste con la percepción actual de una Iglesia pasiva y alejada.
- Una lectura comprensiva, que interpreta la falta de acción como producto de limitaciones reales (escasez de recursos, presiones del régimen).
- Una postura más crítica, que ve en la jerarquía eclesial una actitud de comodidad o incluso de complicidad con el poder político.
En este contexto, la figura de Mons. Biord aparece reiteradamente asociada a una Iglesia distante, centrada en lo sacramental, con gestos visibles hacia el poder político pero con escasa presencia en la vida cotidiana de los sectores más afectados por la crisis.
Riesgos y consecuencias
Los testimonios recogidos advierten de riesgos importantes tanto para la Iglesia como para la sociedad venezolana:
- Pérdida de credibilidad moral: la percepción de cercanía entre jerarquía eclesial y régimen político —señalado internacionalmente por violaciones de derechos humanos y acusaciones de narcoterrorismo— debilita la autoridad moral de la Iglesia.
- Vulnerabilidad patrimonial: la entrega de información sobre bienes de congregaciones puede facilitar un eventual control o expropiación estatal.
- Desconexión pastoral: una Iglesia que limita su misión al ámbito celebrativo corre el riesgo de volverse irrelevante socialmente y de abandonar su papel histórico como voz de los más débiles.
- Impacto social: en un país marcado por represión y crisis humanitaria, la ausencia de una voz profética desde la Iglesia deja a la población más desprotegida y sin un referente ético sólido.
Un llamado a reflexión
La situación de la Arquidiócesis de Caracas plantea un desafío de fondo para la Iglesia venezolana. Varios observadores alertan que, de mantenerse las prácticas de centralismo y de elección de obispos “manipulables”, se profundizará la pérdida de confianza y de influencia moral.
La pregunta que resuena en muchos fieles no se limita a la persona de Mons. Raúl Biord, sino al rol de la Iglesia venezolana en su conjunto: ¿seguirá siendo una institución capaz de acompañar al pueblo en su sufrimiento y de alzar la voz frente a las injusticias, o quedará reducida a un actor pasivo, más cercano al poder que a su propia grey?


