El reloj marca las tres de la tarde y el presidente de Colombia, Gustavo Petro, llega al Salón de los Gobelinos de la Casa de Nariño, su residencia oficial, visiblemente cansado. Dice que tiene un “virus con todo” y se deja caer sobre la silla dorada desde la que conversará durante casi dos horas con EL PAÍS.¡
Por: Jan Martínez Ahrens y Juan Diego Quesada – EL PAÍS
Apenas gesticula y, en un principio, responde trazando largos circunloquios históricos. Desaparecen a medida que avanza la entrevista, para dar paso al Petro duro y guerrero de siempre, un presidente que, a sus 64 años, defiende palmo a palmo su gestión, pero en el que asoman también las amarguras y decepciones del poder.
P. ¿Qué ha aprendido en estos dos años y medio como presidente?
R. Esto es de una infelicidad absoluta. Es un sacrificio. Lo primero que trataron de destruir fue a mi familia. Quisieron destruir los lazos sentimentales porque un hombre sin lazos sentimentales se vuelve duro, malo, y yerra. Me aislé. Este Palacio, una mala imitación francesa, no me gusta ni cinco. Debe estar lleno de fantasmas. Tengo ganas de traer a un experto en estas materias. De todos modos, cuando la gente me abraza, me siento recargado.
P. ¿Y en qué cree que ha fallado durante este tiempo?
R. En creer mucho en la gente que me rodea. En creer que puedo hacer una revolución gobernando, cuando eso lo hace el pueblo.
P. ¿Es más escéptico que cuando entró?
R. No, hay que hacer una revolución en Colombia.
P. Lo deja para los que vengan…
R. Los pueblos deciden cuándo.
P. ¿Cómo cree que está yendo la negociación entre Estados Unidos y Venezuela?
R. No puedo intervenir en los asuntos de Venezuela. Los venezolanos deberían sacar a colombianos, europeos y estadounidenses de la solución que buscan, y convocar ellos mismos el diálogo, uno que llevará necesariamente a unas nuevas elecciones, que deben ser absolutamente libres. Eso implica que nadie bloquee, porque así no hay elecciones libres. Es un chantaje. Y las elecciones pasadas fueron un chantaje sobre el pueblo venezolano.
P. Hubo fraude en las elecciones.
R. Debe haber nuevas elecciones, porque las que hubo no fueron libres. Tú puedes poner la palabra fraude, puedes poner la palabra bloqueo. Ambas tienen el mismo efecto. Ni el fraude ni el bloqueo permiten elecciones libres. Las diferentes fuerzas de Venezuela deben llegar a un acuerdo. Ojalá hubieran muchas fuerzas nuevas que miren su país con ojos de futuro. Porque estamos muy pegados a un pasado que ya se fue.
P. ¿Eso supone quitar de la ecuación a Nicolás Maduro y a la líder opositora María Corina Machado?
R. Es por simple ciclo vital, pero no hablaría de personas o de nombres de fuerzas políticas, sino en términos de proyecto. Por ejemplo, si el mundo va hacia un mundo sin petróleo después de la era Trump.
P. ¿Considera a Maduro presidente de igual a igual, un homólogo?
R. Vamos a ser realistas: lo que tengo al otro lado de la frontera es a Maduro y su ejército. Y yo tengo que hablar con esa realidad. Que los venezolanos resuelvan su problema. Indudablemente. Y si somos importantes o valiosos para ayudar en ese esfuerzo, pues estamos disponibles.
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