Elogia a María Corina Machado: «Es una demócrata del tipo bondadoso del que está dispuesto a dar». Afirma que para Venezuela viene una larga negociación que no termina el 28 de julio, e insiste en que las transiciones las manejan los políticos porque se hacen con la cabeza y no con el razón o las vísceras
Cómo no va a ser un luchador Rafael Guerra Ramos si, cuando tenía ocho años, cargaba latas de agua para saciar la sed de su casa y para venderlas a sus vecinos, y se iba, un niño delgado y empapado, a las clases en la escuela de Pariaguán (Anzoátegui). Ese pequeño que nació en El Alacrán (Guárico) y que fue arrastrado, como tantos campesinos, por el vendaval petrolero de oriente, asegura que nació para la lucha. Enfrentado a Pérez Jiménez en los años 50, y como guerrillero contra los gobiernos adecos en los años 60, le hizo honor al Guerra de su apellido; y sigue en el altar de los peleadores a sus 94 años de edad.
Por: Vanessa Davies – Apertura Venezuela
En mayo pasado se presentó en Caracas una nueva edición del libro «La lucha que no acaba. Vida política de Rafael Guerra Ramos», escrito por la periodista y politóloga María Teresa Romero. «Guerrita», como se lo conoce en el mundo partidista, conversa un mes después con contrapunto.com y confiesa, de entrada, sus dos desgarramientos vitales: el ingreso al marxismo-leninismo y la salida del Partido Comunista de Venezuela (PCV), una religión-familia, para constituir el Movimiento Al Socialismo (MAS). Del MAS se apartó cuando el partido naranja decidió apoyar a Hugo Chávez. A la distancia, califica a Chávez como el típico llanero mentiroso y muy inteligente.
«Para mí, el ingreso al marxismo-leninismo fue un desgarramiento. Para mí, la salida del instrumento político del marxismo-leninismo fue un profundo desgarramiento físico y mental. Soy una persona de sentimientos profundos; cuando siento, siento», comenta.
Su partida del PCV lo enfermó. «Mi retirada me causó una patología. Tuve una erupción terrible, muchas manifestaciones. Me paré de la cama. Estaba en Barquisimeto y me vine con un amigo del comité central, como yo, que sí se quedó en el PCV». Resolvió asumir, ante sus compañeros, las razones de su marcha, convencido de que, si entró por la puerta grande, debía salir de la misma manera. Ese amigo le dijo que lo provocarían, y replicó: «No importa. Ahí están mis amigos, mis hermanos de toda una vida. En esa lucha hemos arriesgado la vida, hemos pasado por cárceles y torturas, y quiero que me vean la cara la decirles por qué me voy. Fue así. Ingresé con mucha fiebre. Un amigo médico, cuando me vio, me dijo ‘estás loco’. Le contesté: ‘Vengo a despedirme de ustedes’. Así fue. Hablé menos de cinco minutos, los tenía a todos enfrente: Jesús Farías, los Machado, los hermanos García Ponce; todos me vieron entrar al partido cuando era un muchacho. Les dije ‘vengo a despedirme de ustedes porque entré por esa puerta y por esa puerta quiero salir, y quiero decirles que siguen siendo mis hermanos de siempre’. Los Machado me querían muchísimo, en el exilio yo comía en su casa. Te cuento eso para que decirte que nunca fui un advenedizo, que arriesgué mi vida muchas veces».
Fue torturado durante el régimen de Marcos Pérez Jiménez y durante el gobierno de Raúl Leoni (Acción Democrática). Cuando rememora la tortura, baja la cabeza, mira al suelo y afirma que una persona nunca se recupera de eso. Recuerda la primera: «Me sacaron de la cámara de tortura para un hospitalillo, con las dos clavículas rotas, cinco costillas rotas. Una enfermera, cuyo rostro lo tengo aquí (se toca la frente), se convirtió en mi ángel de la guarda. Mis necesidades físicas no las podía resolver por mí mismo. Ella tuvo que hacer todo por mí». También regresa la segunda: «Estuve 40 días secuestrado en un campamento antiguerrillero, nadie sabía dónde estaba. A los 40 días aparecí porque el fiscal general de la República, un tocuyano de apellido Losada, intervino. Éramos más de 100 desaparecidos, nos concentraron en el cuartel Corpahuaico, y fuimos entrevistados uno por uno por mi amigo Losada».
Considera que Leoni le entregó a la Fuerza Armada el combate de las guerrillas, con las consecuencias de represión, muerte y desapariciones. «Militarizaron todo el país. Totalmente».
Hugo Chávez: Un llanero típico
No hace falta que lo exprese: es evidente que lee mucho, y las señales están en la biblioteca de su casa, donde bebe café endulzado con melao y tiene su laptop. Asegura que, como buen lector, sabe que no es escritor: «Uno tiene que ser consciente de sus limitaciones. Para escribir se necesitan condiciones específicas. La literatura es otra cosa».
Confirma que cada quien «tiene su técnica de lectura. Yo tengo la mía: Me leo simultáneamente varios libros. No puedo leer solamente una novela. Leo una novela, busco un texto de filosofía o de historia».
-¿Hay un líder como Mandela en este momento en el país?
-No, porque la formación de Mandela y el modo como Mandela llega a esa insólita decisión, desafiando incluso a sus propios compañeros de lucha, es algo de lo que no hay precedentes, Mandela no tiene precedentes.
-¿No hay un Mandela venezolano?
-No lo hay, pero hay personajes que, por otro camino… Por ejemplo, ese polaco extraordinario, Lech Walesa.
Guerra Ramos aterriza en María Corina Machado y la califica como un fenómeno. Relata que conoció a sus familiares, «amos del valle», y remarca que «no hay ninguna razón clasista» que la lleve a la política. «El coraje de esa mujer… Es una mezquindad negárselo. No se puede llegar a la abominación de negarle el coraje y la tenacidad».
Admite que en el pasado estuvo en desacuerdo con ella y con sus acciones. Pero «ha ido evolucionando de una manera increíble. Qué capacidad para ir rectificando sin decirlo. Desde ‘La Salida’, aquella cosa absurda. Pero ese desafío de decirle ladrón a Chávez en la Asamblea habla de un coraje insólito. Puedes verlo estando en desacuerdo o estando a favor, pero ese gesto es insólito. Eso habla mucho».
-¿Ha habido un cambio en ella?
-Muchísimo. Creo que radicalmente. Desde una visión individualista, sectaria, unilateral de la política y de las cosas, hasta llegar a ese gesto insólito de hacer propaganda para otro. Eso habla del personaje. Personalmente habré hablado con ella uno o dos veces, aunque he sido muy amigo de familiares de ella por el lado de los Machado y por el lado de los Parisca. Un tío de ella fue compañero mío en la guerrilla. María Corina es un personaje de novela.
-¿A qué personaje se le parece?
-A ninguno en particular. No te voy a hablar desde el punto de vista político. Te voy a hablar desde el punto de vista humano. Es una personalidad muy segura de sí misma. Pocas mujeres han tenido esa trayectoria.
-¿No le recuerda a Chávez en el mesianismo?
-No. Son diferentes. El mesianismo de Chávez reúne defectos y virtudes del llanero típico venezolano. Embustero, fantasioso, faramallero, de una inteligencia increíble. Pero él fue víctima de sí mismo y de sus amigos y de su engreimiento. El primer diputado que lo visitó en la cárcel fui yo, en mi condición de parlamentario al servicio de los derechos humanos. Fui a visitarlo a él y al grupo de militares, para constatar en qué condiciones físicas estaban; ese era mi deber. Inmediatamente me impactó. Yo soy llanero.
María Corina: Demócrata bondadosa
Su mente y sus palabras viajan a El Alacrán, donde nació, «entre Zaraza (Guárico) y El Chaparro (Anzoátegui)». En El Alacrán «ocurrió la Batalla de El Alacrán», en la que «participaron varios familiares míos».
Vuelve a Chávez, «el llanero embustero y fantaseador, que les sabe todas más una. Eso era Chávez. Una gran simpatía». Pero «la simpatía de María Corina es una simpatía aristocrática. Lo conozco mucho porque fui parlamentario y tengo muchos amigos. Era muy amigo de los Machado, de los amos del valle. Sé cómo son ellos, sé cuál es su simpatía, hasta dónde son sinceros, hasta dónde no lo son, hasta dónde son distantes o no lo son. Eso lo conozco yo cercanamente. Soy de origen campesino, nací en el campo y mi travesía por la vida me permitió conectarme con muchas capas de la sociedad».
María Corina Machado «está comprometida con lo que ella es raizalmente. No le puedes pedir a María Corina que se declare enemiga de la propiedad privada, porque eso es antinatura. Para Chávez era completamente natural desafiar la propiedad privada, porque él era un ‘pata en el suelo’. Para mí no era un sacrificio enfrentarme a eso porque yo me puse zapatos a los 14 años; antes, usaba alpargatas. El problema de la propiedad privada lo comprendí desde la primera página que me leí de Carlos Marx y Federico Engels, del manifiesto comunista. Pero así como María Corina es raigalmente partidaria de la propiedad privada, las razones humanísticas por las cuales es demócrata están en el fondo de la historia. Ella es una demócrata del tipo bondadoso del que está dispuesto a dar. La sinceridad democrática de ella yo la entiendo. Tal vez no es lo misma que yo, filosóficamente, soy. Ahora, esa comprensión del individuo se compagina con el credo que es la base de su proposición política. Por eso, la facilidad con la que ella se une a Edmundo es perfectamente comprensible».
¿Como en 1952?
-¿Maduro va a dejar que González Urrutia le gane?
-Uno hace muchas cosas que no desea. El problema, al final, no es el cuido del pellejo de Maduro. Él sabe perfectamente que su pellejo no vale nada, porque los primeros que están interesados en su pellejo son sus cómplices, y él tiene a su lado amigos de conveniencia porque se necesitan. Esos matrimonios de compromiso tienen un límite, tienen la desgarradora contradicción del enfrentamiento entre sentimientos y conveniencia.
-Pero Maduro es el candidato en este momento. No rompieron el matrimonio de conveniencia.
-Paséate por algunos personajes, chica. Rafael Ramírez. Tareck El Aissami. Los personajes recomendados por Chávez, Maduro y El Aissami. ¿Y dónde está El Aissami? ¿Quién lo metió?
-¿Maduro terminará como El Aissami?
-Justamente el dilema de él es si va a la horca o si corre el riesgo de salir en La Vaca Sagrada. Ese es el dilema existencial de todo hombre, independientemente de dónde esté parado, cuando tiene los intereses de poder que ha acumulado con o sin méritos.
-¿Qué le hace pensar que Maduro va a dejar que González Urrutia le gane?
-Es inevitable un acuerdo. Ubícate en Pinochet. ¿Podías imaginar que Pinochet, después de tantos años de poder, con una economía exitosa, lo dejaría? Era impensable, y lo hizo.
-Aquí parece impensable que el gobierno entregue el poder.
-Y lo va a hacer. Después de que hagamos esta entrevista vamos a hacer otra. Es impensable en este momento, porque los dos manojos de cartas están allí. El proceso de aquí al 28 de julio, y de julio a enero de 2025…
-¿Usted ve dos ciclos?
-Dos ciclos.
-Maduro puede ganar el 28 de julio.
-No va a ganar. No va a ganar. Tendrá que hacer una trampa tan monstruosa… ¿Se va a arriesgar a hacerlo?
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