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¿Se prepara Trump para remover a Nicolás Maduro? Los movimientos militares estadounidenses generan suspicacia

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Durante años, Washington ha tildado al gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela de dictadura sustentada por el fraude, la corrupción y el crimen organizado. Ahora, mientras el presidente Donald Trump redobla su postura de línea dura hacia la región, crece la evidencia de que Estados Unidos podría estar preparándose para ir más allá de las sanciones y el aislamiento diplomático hacia algo mucho más agresivo: una campaña para derrocar a Maduro.

Por: Natalia Falah – Colombia One

Si bien las declaraciones oficiales enmarcan las operaciones recientes como parte de la prolongada «guerra contra las drogas», múltiples informes sugieren que el verdadero objetivo va mucho más allá de la interdicción de narcóticos. La creciente presencia militar estadounidense en el Caribe, sumada a la retórica de alto nivel de Washington, ha alimentado la especulación sobre el inicio de una nueva fase de confrontación.

De la lucha contra el narcotráfico al cambio de régimen: los despliegues estadounidenses indican una escalada de la estrategia contra Venezuela

El mes pasado se observó una fuerte escalada de la actividad estadounidense cerca de aguas venezolanas . Según The New York Times, el Pentágono ha enviado ocho buques de guerra, aviones de vigilancia, submarinos y aproximadamente 4.500 soldados a la región. También se han trasladado a Puerto Rico aviones de combate, incluyendo F-35 avanzados. Oficialmente, la misión se presenta como una operación antinarcóticos y antiterrorista. Sin embargo, expertos citados por el Times argumentan que la escala y la naturaleza de los despliegues apuntan a un objetivo diferente: aumentar la presión sobre Caracas hasta que Maduro sea destituido.

Las operaciones no se han limitado a maniobras simbólicas . A mediados de septiembre, fuerzas estadounidenses atacaron un buque venezolano presuntamente vinculado al Tren de Aragua, una notoria organización criminal transnacional. Once personas murieron. Associated Press informó que las autoridades venezolanas rechazaron rotundamente las acusaciones de Washington, acusando a Estados Unidos de inventar pruebas para justificar la agresión armada. Maduro calificó el ataque de «provocación criminal», poniendo a sus militares en alerta máxima.

Tras la narrativa oficial sobre la interdicción de drogas, fuentes diplomáticas y de inteligencia informaron al Times que fuerzas de élite de Operaciones Especiales se han integrado discretamente en la misión. Su presencia, según los analistas, sugiere que Washington al menos está explorando la opción de realizar incursiones clandestinas o ataques selectivos dentro de Venezuela. «El despliegue de unidades encubiertas sugiere preparativos para operaciones de comando», declaró un experto militar al periódico, un detalle que ha profundizado la ansiedad regional sobre si Estados Unidos está derivando hacia tácticas de cambio de régimen que recuerdan a la Guerra Fría.

The Guardian citó a Juan González, exasesor principal de la Casa Blanca, quien advirtió que Washington corre el riesgo de caer en una intervención desastrosa con consecuencias de gran alcance. La magnitud de la escalada ha llevado a los líderes regionales a temer que la administración Trump pueda utilizar cualquier enfrentamiento marítimo o incidente de seguridad como detonante de una escalada.

Retórica política en Washington y alarma regional ante una posible escalada militar

El tono agresivo de los funcionarios estadounidenses no ha hecho más que agudizar esas preocupaciones. El secretario de Estado, Marco Rubio, desde hace tiempo uno de los más firmes defensores de la línea dura de Washington respecto a Venezuela, declaró recientemente que Estados Unidos «no permitirá que un cártel se disfrace de gobierno en nuestro hemisferio». Su declaración fue un claro recordatorio de que Maduro enfrenta acusaciones estadounidenses por narcotráfico y que el Departamento de Justicia ha ofrecido una recompensa multimillonaria por su captura.

En Washington, las conversaciones sobre Venezuela también han trascendido la retórica. Según The New York Times, un proyecto de ley circula en la Casa Blanca y el Capitolio que otorgaría a Trump amplias facultades para declarar la guerra no solo contra los cárteles de la droga catalogados como «organizaciones terroristas», sino también contra cualquier país acusado de albergarlos o apoyarlos. De aprobarse, dicha legislación podría abrir la puerta legal a una acción militar directa de Estados Unidos contra Venezuela con el pretexto de combatir el narcoterrorismo.

La propuesta ya ha generado alarma entre los críticos, quienes la consideran una peligrosa expansión del poder ejecutivo. Los analistas señalan que se utilizaron marcos legales similares después del 11-S para justificar prolongadas campañas militares estadounidenses en el extranjero. Aplicar ese modelo a América Latina, advierten, podría hundir a Washington en un conflicto sin fin en su propio hemisferio.

Las reacciones internacionales no se han hecho esperar. El ministro de Asuntos Exteriores de Cuba, Bruno Rodríguez, calificó la escalada de tensión como una «militarización imprudente del Caribe» e instó al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas a intervenir. Los gobiernos regionales que se oponen a Maduro, como Colombia y Brasil, han evitado respaldar abiertamente una acción militar, por temor a que una operación liderada por extranjeros pueda desestabilizar aún más la región y tener consecuencias políticas contraproducentes.

En Venezuela, las opiniones están divididas. Algunos miembros de la oposición esperan discretamente que la presión estadounidense, incluso militar, pueda debilitar a Maduro lo suficiente como para forzar una transición. Sin embargo, a muchos venezolanos les preocupa que una intervención pueda causar bajas civiles, provocar una feroz resistencia de las fuerzas leales y agravar la crisis humanitaria. Como ha informado Associated Press, los ciudadanos comunes suelen expresar tanto agotamiento con Maduro como profunda ansiedad ante la guerra.

Una encrucijada peligrosa para las relaciones entre Estados Unidos y Venezuela

En el centro del actual estancamiento se encuentra una dinámica familiar: el intento de Washington de enmarcar la acción militar en el lenguaje de las fuerzas del orden. Así como la Guerra Fría se justificaba a menudo bajo la bandera de la lucha contra el comunismo, las operaciones actuales se encubren con la retórica de la lucha contra las drogas y el terrorismo. Sin embargo, la ambición subyacente, como declararon expertos al New York Times, es un cambio de régimen. «La guerra contra las drogas es el pretexto», citó el periódico a fuentes internas. «El verdadero objetivo es expulsar a Maduro del poder, de una forma u otra».

Si Trump tiene la intención de seguir adelante sigue siendo una incógnita. Desplegar fuerzas y autorizar preparativos encubiertos puede servir como táctica de presión sin necesariamente conducir a una invasión. Pero la historia demuestra que, una vez movilizados los recursos militares, la línea entre la disuasión y la escalada puede difuminarse rápidamente. Una escaramuza en el mar, un enfrentamiento en las porosas fronteras venezolanas o una incursión mal calculada podrían desatar un conflicto que ni Washington ni Caracas están preparados para controlar.

Para Trump, quien ha basado gran parte de su política exterior en proyectar fuerza, el impasse ofrece tanto oportunidades como peligros. Lograr la salida de Maduro del cargo podría reforzar su discurso de liderazgo decisivo. Sin embargo, un fracaso podría enredar a Estados Unidos en otro conflicto prolongado en el extranjero, esta vez en su propio vecindario.

Para Venezuela, lo que está en juego es existencial. Maduro ha prometido resistir a toda costa, apoyándose en fuerzas armadas leales, colectivos paramilitares y alianzas con países como Rusia e Irán. Si Estados Unidos pasa de la presión a la acción, es probable que Caracas se presente como víctima de la agresión imperial, buscando el apoyo nacionalista incluso cuando sus cimientos económicos y políticos siguen siendo frágiles.

Los próximos meses serán decisivos. Con cada nuevo despliegue, cada discurso apasionado y cada maniobra diplomática, el mundo se pregunta si la escalada en el Caribe seguirá siendo un engaño de alto riesgo o si Washington realmente se está preparando para expulsar a Maduro del poder de una vez por todas.

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