El presidente de Estados Unidos, Donald J. Trump, ha ordenado el despliegue de 10.000 tropas estadounidenses, bombarderos con capacidad nuclear y unidades de operaciones especiales en las aguas del Caribe, frente a las costas de Venezuela, en lo que analistas califican como la mayor movilización militar en la región desde la década de 1980.
La medida incluye la participación del 160º Regimiento de Aviación de Operaciones Especiales, conocidos como los “Night Stalkers”, la unidad élite responsable de misiones de alto riesgo como la operación que terminó con la vida de Osama bin Laden.
Fuentes militares confirmaron que tres bombarderos B-52 sobrevolaron durante horas la costa venezolana a principios de esta semana, mientras helicópteros MH-6 Little Birds y MH-60 Black Hawks realizaron vuelos de reconocimiento a baja altura a menos de 90 millas del territorio venezolano.
“El Caribe se prepara para su enfrentamiento más explosivo en décadas”, advierten observadores, mientras el régimen de Nicolás Maduro declara el estado de alerta y promete “repeler cualquier agresión imperialista”.
Fuerza naval y aérea en el Caribe
La Armada estadounidense mantiene actualmente ocho buques de guerra y un submarino nuclear patrullando el Caribe. La mayor parte de las tropas se encuentran estacionadas en Puerto Rico, mientras unos 2.200 marines operan desde buques de asalto anfibio.
Además, el Pentágono ha desplegado cazas furtivos F-35B, aviones espía P-8 Poseidon y drones MQ-9 Reaper en la zona, reforzando las capacidades de vigilancia y ataque.
El Washington Post confirmó, a través de análisis visuales, que los helicópteros de élite fueron vistos recientemente sobre aguas cercanas a plataformas petroleras en la costa noreste de Trinidad y Tobago, lo que los coloca a menos de 90 millas de varios puntos estratégicos de Venezuela.
Entrenamiento o preparación operativa
Aunque funcionarios estadounidenses insisten en que los vuelos forman parte de “ejercicios rutinarios de preparación” y buscan “mantener la capacidad de respuesta y ofrecer opciones” al presidente y al Pentágono, la escala del despliegue ha despertado especulaciones sobre una posible operación dentro del territorio venezolano.
El uso de helicópteros de ataque Little Birds, habitualmente asociados con operaciones terrestres, sugiere escenarios de intervención limitada, rescate de personal o neutralización de objetivos estratégicos.
Fuentes militares indican que las aeronaves podrían operar desde el buque logístico MV Ocean Trader, mientras aviones C-17 Globemaster han transportado equipo y personal adicional a la base aérea de St. Croix, en las Islas Vírgenes estadounidenses.
Amenaza de respuesta venezolana
Expertos advierten que las defensas aéreas S-300 y misiles portátiles SA-24 de fabricación rusa en manos de Venezuela representarían un riesgo considerable para los helicópteros estadounidenses en caso de incursión.
Maduro ha movilizado unidades de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) y ordenado ejercicios conjuntos con asesores rusos e iraníes. En un mensaje transmitido por cadena nacional, el mandatario afirmó que “Venezuela no se rendirá ante el imperio yanqui”.
Contexto de la escalada
El incremento militar estadounidense sigue a una serie de seis ataques mortales contra embarcaciones cerca de las costas venezolanas que, según Washington, transportaban drogas. Al menos 27 personas han muerto, entre ellas seis presuntos “narcoterroristas” abatidos esta semana cuando su barco fue destruido por un ataque aéreo.
El Pentágono califica a los objetivos como “combatientes ilegales” vinculados al Cartel de los Soles, mientras organizaciones humanitarias y gobiernos del Caribe denuncian posibles ejecuciones extrajudiciales y piden aclarar si Estados Unidos actúa dentro del marco del derecho internacional.
El Caribe ante un punto de inflexión
Con bombarderos estratégicos, fuerzas especiales y flotas navales operando en un radio de menos de 100 millas de Venezuela, la región vive una tensión sin precedentes.
La comunidad internacional observa con preocupación mientras el gobierno de Trump consolida su política de “disuasión activa” frente al régimen de Maduro, al que la Casa Blanca acusa de narcoterrorismo, corrupción y violaciones sistemáticas de derechos humanos.


