Estados Unidos ha reactivado una base militar en el Caribe y reforzado su presencia en la región ante el agravamiento de las tensiones con Venezuela. Según una investigación de Reuters, el Ejército estadounidense comenzó en septiembre la modernización de la antigua base naval Roosevelt Roads, en Puerto Rico, cerrada hace más de dos décadas, y que ahora vuelve a operar como punto estratégico a menos de 800 kilómetros del litoral venezolano.
Las obras incluyen nuevas instalaciones logísticas y aéreas, así como la construcción de infraestructura complementaria en aeropuertos civiles de Puerto Rico y de la isla de St. Croix, en las Islas Vírgenes estadounidenses. La reactivación de esta base —herencia de la Guerra Fría— refuerza la tesis de que Washington prepara una respuesta militar directa ante el régimen de Nicolás Maduro, al que acusa de narcoterrorismo y violaciones sistemáticas de derechos humanos.
Durante el fin de semana, el presidente Donald Trump evitó confirmar si ha autorizado ataques sobre territorio venezolano. Preguntado por periodistas a bordo del Air Force One, respondió: «¿Cómo puedo responder a una pregunta así? ¿Quién diría que tiene planes secretos para atacar? Ya veremos qué pasa con Venezuela».
Sin embargo, en una entrevista posterior con la cadena CBS, Trump fue más explícito al afirmar que Maduro «tiene los días contados» y que su Gobierno «nos ha tratado muy mal, no sólo por el narcotráfico, sino por enviar a miles de criminales y enfermos mentales a nuestro país«.
El Wall Street Journal confirmó el viernes que la Administración estadounidense ha identificado objetivos militares en Venezuela, entre ellos puertos, bases aéreas y pistas utilizadas por el Ejército chavista para operaciones de narcotráfico. Según el diario, una eventual campaña aérea se centraría en infraestructuras mixtas entre el aparato militar y las redes del crimen organizado, consideradas por Washington como «centros del narcoterrorismo regional».
El Miami Herald añadió que el Pentágono estaría «listo para iniciar una nueva fase de operaciones», sin precisar si se trata de acciones preventivas o punitivas, mientras que el Washington Post informó de que Maduro habría pedido asistencia militar a Rusia, incluyendo misiles y la modernización de sistemas de defensa aérea.
La reactivación de Roosevelt Roads no es sólo un movimiento logístico, sino una señal política: Washington busca reposicionar su poder en el Caribe frente a un régimen aliado de Rusia, Irán y Cuba, en un contexto regional marcado por el avance del narcotráfico y la desestabilización política.
Fuentes consultadas por Reuters aseguran que la decisión se enmarca en la doctrina de «disuasión activa» impulsada por el equipo de seguridad nacional de Trump, que pretende evitar que Venezuela se consolide como un santuario para redes criminales y actores hostiles a Estados Unidos.
Mientras tanto, en Caracas, el régimen de Maduro denuncia una «provocación imperial» y refuerza su narrativa de «resistencia bolivariana», intentando obtener respaldo de Moscú y Teherán.
En palabras de un alto funcionario estadounidense citado por The Wall Street Journal: «Venezuela se ha convertido en un punto ciego de seguridad continental. Ya no se trata sólo de narcotráfico: hablamos de una alianza criminal con alcance global».


