Una universidad pública alemana ha acogido un evento que ha levantado una oleada de críticas en el país. La Universidad Cristiana Albrechts de Kiel, en el estado de Schleswig-Holstein, permitió que durante su llamada «Semana del Islam», celebrada a principios de mayo, se aplicaran normas contrarias a los principios más básicos de igualdad, libertad y respeto a los derechos humanos.
El evento fue organizado por el Grupo de Estudiantes Islámicos, y lo que en teoría iba a ser una actividad cultural terminó convirtiéndose en una exhibición de islamismo radical en pleno campus universitario. Según denunciaron algunos asistentes y medios alemanes, se impusieron normas de separación por sexos desde la entrada: los hombres accedían por una puerta, las mujeres por otra. Dentro del recinto, los asientos también estaban divididos. Ellos delante; ellas, al fondo.
Además, algunos participantes detectaron pegatinas con mensajes antisemitas colocadas en ordenadores portátiles de asistentes, en un contexto ya marcado por el crecimiento del odio antijudío en Alemania tras el estallido del conflicto en Gaza.
Pero el asunto no se detuvo ahí. Uno de los oradores invitados fue Sertac Obadas, vinculado a la organización IMAN, un grupo que figura en los informes de los servicios de inteligencia alemanes como salafista. El salafismo, ideología radical y literalista del islam, es la misma corriente que ha servido de caldo de cultivo para el yihadismo en Europa.
La rectora del centro, Claudia Ricarda Meyer, ha intentado desmarcarse de lo ocurrido alegando que la universidad «se distancia claramente de cualquier contenido que no sea compatible con los valores fundamentales de la institución», detalla The European Conservative. Afirma también que se ha abierto una investigación para aclarar lo sucedido. Una respuesta tardía e insuficiente para muchos.
La Universidad de Kiel, fundada en 1665, lleva el nombre de una figura cristiana. Hoy, su nombre permanece, pero sus aulas han sido escenario de prácticas incompatibles con la civilización europea. La islamización no se cuela por las fronteras: se instala desde dentro, con la complicidad de quienes callan, miran hacia otro lado o se esconden tras discursos vacíos sobre la diversidad.
