Vía El Impulso
Ante la persistente escasez de dólares, casas de cambio y empresas venezolanas, con la venia del gobierno, han comenzado a recurrir de forma creciente a las criptomonedas vinculadas al dólar para sostener sus operaciones. La estrategia busca sortear el impacto de las sanciones estadounidenses y la consecuente caída en la disponibilidad de divisas, lo que ha afectado el flujo de capital para el sector privado.
De acuerdo con una reseña de El Nacional, la vicepresidenta Delcy Rodríguez ha calificado estas herramientas como “mecanismos no tradicionales” que mitigan la reducción del 14% en la oferta de dólares frente al año pasado.
La adopción de criptoactivos facilita la producción y comercialización de bienes esenciales, como alimentos, en un mercado volátil. “Cuando una operación cierra, otras abren”, comentó un empresario privado, resaltando la flexibilidad que brinda este instrumento financiero. Según estimaciones de Ecoanalítica, solo en julio el sector privado venezolano transó alrededor de 119 millones de dólares en criptomonedas, una cifra que confirma la consolidación de esta práctica.
La estatal PDVSA también ha migrado parte de sus ventas a USDT, en lo que expertos interpretan como un cambio estratégico para esquivar restricciones internacionales. En el caso de las empresas privadas, el proceso es más rígido: únicamente un grupo selecto de bancos puede vender USDT a cambio de bolívares, y los montos deben depositarse en billeteras digitales previamente aprobadas por las autoridades. Posteriormente, las compañías pueden utilizar estos fondos para cancelar pagos a proveedores nacionales e internacionales.
Analistas advierten que la disponibilidad de divisas podría continuar disminuyendo, en particular tras las nuevas restricciones aplicadas a la licencia de Chevron. En este escenario, la adopción de criptomonedas se perfila no solo como un mecanismo de emergencia, sino como una herramienta clave para la supervivencia y el crecimiento de la economía venezolana.