Los venezolanos, desesperados por la escasez de propano, están recurriendo a quemar ramas de árboles y trozos de muebles en sus estufas, lo que agrava la situación para una nación que ya sufre las consecuencias de una inflación galopante.
El régimen chavista de Nicolás Maduro no ha fijado un plazo para restablecer las ventas de propano después de tres semanas de que se sucitó una explosión en una planta de procesamiento que paralizó el suministro del combustible que la mayoría de los venezolanos utilizan para cocinar.
La escasez se ha vuelto tan aguda que los residentes de Caracas y otras zonas están recurriendo a parrillas de carbón o eléctricas para preparar sus comidas. Los gobiernos locales están racionando el propano, y en las redes sociales abundan las imágenes de filas de varios días de personas que esperan rellenar sus tanques de gas.
En Petare, un barrio empobrecido y extenso en Caracas, los vecinos hierven agua sobre leña para cocinar hallacas, una comida tradicional de las fiestas a base de carne de res, cerdo y pollo envuelta en hojas de plátano. En algunos casos, añaden material de embalaje de hule espuma y otros desechos para avivar el fuego.
Incluso para quienes no se ven obligados a improvisar combustible para cocinar, los humos de los vecinos pueden resultar molestos y peligrosos. Según la Organización Mundial de la Salud, la contaminación atmosférica residencial provocada por la quema de combustibles como la leña, mata al año a más de 3 millones de personas en todo el mundo, y la estadística recae de forma desproporcionada sobre mujeres y los niños.
“Me estoy construyendo un pequeño fogoncito con unos ladrillos para cocinar con carbón”, dijo Elena Guzmán, quien vive en Palo Negro, en el estado Aragua, a 100 kilómetros de la capital, Caracas. “Le di mi bombona de gas a mi mamá y ya se la gastó”.
La escasez se produce cuatro años después de que militares venezolanos tomaran temporalmente el control de la distribución de propano y racionaran las entregas tras el incendio de una planta de procesamiento que paralizó el suministro del combustible.
Los problemas recientes comenzaron el 11 de noviembre, tras una explosión en un complejo de gas natural en el estado de Monagas. La planta separa los subproductos del gas del petróleo crudo y luego los envía a un complejo más grande donde se procesa el propano antes de ser enviado a los centros de distribución. Si bien los trabajadores han logrado restablecer la producción de gas natural en la planta, la producción de propano sigue limitada.
Al 30 de noviembre, la producción venezolana de propano seguía siendo un 70% inferior a los niveles previos a la explosión. El Ministerio de Información del país y la empresa petrolera estatal, Petróleos de Venezuela (PDVSA), se negaron a hacer comentarios. El uso de leña y otras alternativas al propano es más frecuente en áreas fuera de Caracas, donde el suministro de energía es más frágil.
“Los distribuidores de la zona me dijeron que racione lo que tengo porque les dijeron que PDVSA estaba racionando y no tienen idea de cuándo vendrán los camiones que surten las bombonas”, dijo Juana Rodríguez, quien vive en La Guaira, cerca de Caracas. Lleva más de dos semanas sin el combustible.
El régimen chavista atribuyó la explosión a “ataques terroristas” de “extremistas” que tenían como blanco “el corazón del gas natural en Venezuela”. Al menos 11 personas fueron detenidas, dijo la vicepresidenta Delcy Rodríguez una semana después del desastre.
Ahora, las autoridades de estados como Anzoátegui, Táchira, Barinas y Nueva Esparta están racionando el suministro y restringiendo las ventas. La dificultad para conseguir combustible es una penuria que se suma a un aumento del 16,6% en los precios al consumidor en general en los primeros 10 meses de este año.