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Se impone el cambio de los negociadores, por Eduardo Martínez

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El periodista Oscar Yánez, lo que más recordaba de sus reportajes en Vietnam -en los años 60- era su conversación con un anciano vietnamita quien no podía creer que Oscar viviera en un país sin guerras. En su larga vida, el anciano no recordaba un solo momento de paz. Siempre habían habido guerras en ese país del sureste asiático.

Por: Eduardo Martínez – East Web Side

Le oí contar esa anécdota de su periplo por Vietnam personalmente y a través de la televisión.

Ya Yánez, a quien sus amigos le decían “Chivo Negro”, no está entre nosotros. Sin embargo, esta anécdota perdura y nos lleva a pensar en la actual coyuntura venezolana.

Desde hace 35 años nosotros vivimos en un ambiente de violencia. Una cosa habían sido los problemas. Todas las sociedades experimentan problemas. Pero las violentas protestas del 27F (1989), la represión como respuesta que se hizo necesaria para el apaciguamiento y los saqueos que trajeron muerte y destrucción, fueron otra cosa. Fue el inicio de una descomposición social nunca antes vista, que permitió que la violencia se instalará en Venezuela.

Ese preámbulo histórico lleva a replantear el principal objetivo de una negociación entre el régimen de Nicolás Maduro y la oposición democrática venezolana. ¿Qué se quiere lograr con una negociación? ¿Qué persigue cada una de las partes sentadas una frente a otra?

Lo electoral

Desde la primera negociación que sentó a ambas partes (2004), han sido las “elecciones” el principal tema de discusión y motivo de acuerdos.

Prohibir o limitar los derechos fundamentales es una expresión violenta. El que una negociación gobierno-oposición sea necesaria, demuestra que un derecho fundamental como es el voto se ha venido “violentando”.

Sin embargo, debemos pensar a mayor altura y teniendo la vista un panorama más amplio. El votar es un solo un importante aspecto, para producir el cambio que reclama cerca del 80% de los venezolanos. Pero votar no resuelve per se los graves problemas.

Para quienes gobiernan Venezuela, reducir la negociación al voto, ha sido una manera de perpetuarse en el poder. Por lo tanto, se hace necesario expandir el ámbito de la negociación.

Ha sucedido lo mismo con otro tema: la liberación de los presos políticos. Nunca han sido todos, y me temo que la oposición ha reducido el listado a un pequeño número caracterizado a los nombres de sus amigos y correligionarios políticos. Nunca un procesado militar.

Cuando esta situación ha sido criticada, los negociadores siempre responden “menos mal que ya sacamos a alguien”, como si el evento haya sido un gran logro.

Por ello, antes de cada período de negociaciones, es redundante la petición de liberar a los presos políticos. Lo que demuestra que sigue siendo tema de negociaciones. Y los presos políticos, civiles y militares, cada vez son más.

Hacia dónde deben ir las negociaciones

El sentido común apunta hacia el establecimiento de las condiciones necesarias para la erradicación de la “violencia de Estado”. Eso es fundamental. Si no partimos de ese primer objetivo, estaremos como los vietnamitas en los años 60: toda una vida en un ambiente de violencia.

Alrededor de una mesa

Todos los opositores que llegan a sentarse en la mesa de negociaciones, después de la primera (Menea 2004), lo hace por la gracia y benevolencia del gobierno que les permite estar allí. Sin embargo, el gobierno repite una y otra vez a los mismos representantes. Y no es para menos. Hasta el momento les ha garantizado que se sigan discutiendo los mismos temas.

Así es que se impone que se cambien los negociadores, como paso previo para crear las condiciones de una paz duradera. Lo que no es otra cosa que la erradicación de la “violencia de Estado”.

Hay que dar un sacudón. Está en juego el futuro de la República.

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