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Es lo que es

Cuando los ciudadanos pueden producir, comerciar e innovar libremente, los mercados negros desaparecen

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Vía Finanzas Latam

En los sistemas socialistas —desde la extinta Unión Soviética hasta los regímenes actuales de Cuba, Venezuela y Nicaragua— los mercados paralelos son más que simples desviaciones económicas: son el resultado inevitable de un modelo que suprime la libertad económica en nombre de una supuesta justicia social. En contextos de planificación centralizada, donde el Estado pretende controlar los precios, el comercio y la asignación de recursos, el mercado negro surge como un sistema de supervivencia frente a la escasez estructural.

El fracaso planificado: controles, escasez y distorsión

Los regímenes socialistas suelen imponer controles de precios, monopolios estatales sobre el comercio exterior, y restricciones cambiarias con el objetivo declarado de proteger a los más vulnerables y garantizar el acceso universal a bienes esenciales. Pero el efecto real es otro: desabastecimiento crónico, deterioro de la producción nacional y una economía informal que sustituye al sistema legal.

Como explica Friedrich Hayek en Camino de servidumbre, los intentos de sustituir el mercado por una planificación centralizada destruyen los mecanismos espontáneos de coordinación social, lo que lleva al caos económico y, en muchos casos, a la represión política como mecanismo de contención del descontento popular [1].

El resultado es predecible: cuando los bienes escasean y las tasas de cambio oficiales no reflejan la realidad, surgen mercados paralelos que permiten a las personas obtener lo que el sistema formal les niega. Este fenómeno no es accidental, sino estructural: una economía cerrada y centralmente planificada genera inevitablemente su propia economía informal como mecanismo compensatorio.

Casos emblemáticos: de la URSS a Venezuela

URSS y Europa del Este

Durante décadas, los ciudadanos soviéticos dependieron del blat —una red informal de favores, trueque e intercambio semiclandestino— para acceder a bienes y servicios básicos [2]. El sistema de precios oficiales desincentivaba la producción, y la burocracia impedía una asignación eficiente. El resultado fue una economía paralela omnipresente, tolerada incluso por las autoridades.

Cuba

En la Cuba contemporánea, el mercado negro se ha convertido en parte del paisaje económico cotidiano. Como documenta el economista Carmelo Mesa-Lago, la escasez y el dualismo monetario (peso cubano vs. MLC/USD) han consolidado una economía informal que abastece al país con productos importados por las llamadas mulas, que operan desde Miami [3].

Venezuela

El caso venezolano es particularmente ilustrativo. A partir de 2003, el chavismo impuso un control de cambio y un sistema de asignación de divisas opaco y discrecional. Esto derivó en un gigantesco mercado paralelo de divisas, alimentos, medicinas y combustible, que llegó a representar una proporción significativa del PIB informal. Según estudios del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales (UCAB), en algunos años hasta el 40% de las transacciones comerciales en zonas urbanas se realizaban por fuera del sistema legal [4].

Nicaragua

En Nicaragua, el modelo híbrido entre autoritarismo y socialismo del siglo XXI también ha favorecido el crecimiento de la informalidad. La represión política y la falta de seguridad jurídica han llevado a un deterioro del sector productivo formal y un avance del comercio informal, especialmente en zonas fronterizas y rurales [5].

Desigualdad, corrupción y doble moral

Lejos de eliminar la desigualdad, el sistema socialista crea una distribución arbitraria de privilegios. Solo quienes tienen acceso a redes de poder o divisas pueden participar del mercado paralelo con ventajas. Como resultado, se consolida una nueva élite económica en la sombra, mientras la mayoría de la población queda atrapada entre la escasez oficial y los precios exorbitantes del mercado informal.

Además, muchos Estados socialistas toleran o participan directamente en estos mercados. Empresas militares, redes de funcionarios y estructuras clientelares están involucradas en la importación y distribución informal de bienes, como ha sido documentado en Venezuela y Cuba [6].

Camino de salida: instituciones abiertas y libertad económica

La forma real de desmontar los mercados paralelos no es con más controles ni represión, sino mediante una reforma institucional profunda que garantice:

  1. Libertad de empresa,
  2. Estabilidad monetaria,
  3. Estado de derecho,
  4. Protección de la propiedad privada,
  5. Competencia en igualdad de condiciones.

Donde los ciudadanos pueden producir, comerciar e innovar libremente, los mercados negro o paralelos pierden sentido. La economía informal deja de ser una necesidad cuando el sistema formal se vuelve funcional.

Referencias

[1] Hayek, F. A. (1944). Camino de servidumbre. University of Chicago Press.

[2] Ledeneva, A. V. (1998). Russia’s Economy of Favours: Blat, Networking and Informal Exchange. Cambridge University Press.

[3] Mesa-Lago, C. (2009). Reassembling Social Security: A Survey of Pension and Health Care Reforms in Latin America. Oxford University Press.

[4] UCAB (2020). Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (ENCOVI). Universidad Católica Andrés Bello.

[5] Martínez Franzoni, J., & Sánchez-Ancochea, D. (2016). The Quest for Universal Social Policy in the South: Actors, Ideas and Architectures. Cambridge University Press.

[6] Corrales, J., & Penfold, M. (2011). Dragon in the Tropics: Hugo Chávez and the Political Economy of Revolution in Venezuela. Brookings Institution Press.

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