En el corazón del Cinturón del Orinoco, donde alguna vez el petróleo fluía como símbolo de la riqueza venezolana, hoy reina la incertidumbre. La salida de Chevron, las sanciones de Estados Unidos y una PDVSA debilitada han sumido a la industria petrolera del país en una crisis sin precedentes. En abril de 2025, Venezuela enfrenta un panorama sombrío: una producción en picada, una economía al borde del colapso y un futuro que depende de cambios políticos que aún parecen lejanos. Este reportaje, basado en el análisis de expertos como el Dr. Luis A. Pacheco y datos recientes, explora la realidad actual y las posibilidades de una industria que alguna vez fue el orgullo de la nación.
Un golpe devastador: La salida de Chevron
La industria petrolera venezolana recibió un golpe crítico en febrero de 2025, cuando la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) de Estados Unidos revocó la licencia de Chevron, una de las últimas grandes empresas extranjeras operando en el país. Chevron, que producía 219.000 barriles diarios a través de joint ventures como Petroboscán, Petroindependiente, Petropiar y Petroindependencia, representaba una parte sustancial de los 900.000 barriles diarios reportados por la OPEP en febrero de 2025. Su salida ha desencadenado una caída proyectada del 30% al 50% en la producción de crudo durante el próximo año, según estimaciones de Ecoanalítica.
«La salida de Chevron no es solo una pérdida de producción; es un símbolo del colapso de la confianza en el sector», explica el Dr. Luis A. Pacheco, quien con 35 años de experiencia en la industria, incluyendo roles como CEO de BITOR y Director de Planificación Corporativa de PDVSA, conoce de cerca los entresijos del sector. Pacheco, miembro de la junta ad hoc de PDVSA, advierte que la estatal no tiene la capacidad operativa ni institucional para absorber los activos dejados por Chevron, lo que podría agravar el deterioro de la infraestructura petrolera.
Las consecuencias económicas son inmediatas. Ecoanalítica proyecta una contracción del 2% al 3% en el PIB venezolano y del 20% en el sector petrolero para finales de 2025. La pérdida de acceso al mercado estadounidense, donde Chevron canalizaba exportaciones, ha obligado a PDVSA a vender crudo a descuentos en mercados asiáticos, generando una merma de 1.286 millones de dólares en ingresos, según Caracas Chronicles. La suspensión de autorizaciones de carga a Chevron en abril, reportada por Reuters, dejó dos buques con crudo varados en aguas venezolanas, evidencia de los problemas logísticos y financieros que enfrenta la estatal.
PDVSA: Una gigante con pies de barro
PDVSA, el pilar de la economía venezolana, está al borde del colapso operativo. La estatal enfrenta problemas críticos: desde la falta de diluyentes para procesar el crudo extrapesado del Orinoco hasta la incapacidad de mantener sus instalaciones. Durante la vigencia de la Licencia 41, solo el upgrader de PetroPiar, operado por Chevron, funcionaba plenamente. Sin la tecnología y el capital de socios extranjeros, PDVSA lucha por sostener una producción que ya es una fracción de los 3,5 millones de barriles diarios de principios de siglo.
«La estructura de PDVSA está diseñada para cumplir objetivos políticos, no empresariales», señala Pacheco. Desde la nacionalización de 1975, la empresa ha sido un instrumento del gobierno, lo que ha limitado su eficiencia y capacidad de adaptación. La falta de diluyentes, esenciales para procesar el crudo del Orinoco, es particularmente grave. En 2024, Chevron suministraba 40.000 barriles diarios de diluyentes y 9.000 de gasolina, según Caracas Chronicles. Con un consumo doméstico de combustibles de apenas 102.000 barriles diarios —lejos de los 700.000 en la era del auge petrolero—, cualquier interrupción podría desatar una crisis de escasez de gasolina en el país.
Una economía en caída libre
La economía venezolana, que depende en un 90% de los ingresos petroleros, siente el impacto de esta crisis en todos sus sectores. La devaluación del bolívar ha sido vertiginosa: desde septiembre de 2024, el tipo de cambio oficial pasó de 36 a 64 bolívares por dólar, y Ecoanalítica proyecta que podría alcanzar entre 130 y 160 bolívares por dólar en 2025. La inflación, que en enero de 2025 registró un salto del 7%, podría superar el 150% este año, según el economista José Guerra, citado por EL PAÍS English.
El impacto social es devastador. El 86% de los venezolanos vive en pobreza, según el Observatorio Venezolano de Finanzas, y la salida de Chevron ha dejado a 2.500 trabajadores de las joint ventures sin empleo, muchos de los cuales percibían salarios superiores a los del sector público. Este éxodo de talento, sumado a despidos políticos y una migración masiva que ya supera los 7 millones de personas, agrava la crisis de capital humano en la industria. Mientras sectores como alimentos y salud muestran cierta resiliencia, industrias como la construcción, la manufactura y la automotriz están al borde del colapso.
En las calles de Caracas, la desesperanza es palpable. «Antes, el petróleo era nuestra esperanza; ahora, solo vemos colas para gasolina y precios que suben cada día», lamenta María González, una comerciante de 45 años que lucha por mantener su negocio en medio de la inflación.
El camino hacia la recuperación: Un horizonte incierto
A pesar de la gravedad de la situación, algunos expertos ven un camino hacia la recuperación, aunque lleno de obstáculos. El Dr. Pacheco enfatiza que la restauración de la industria petrolera requiere cambios políticos profundos: elecciones justas, seguridad jurídica, respeto a la propiedad privada y estabilidad laboral. «Venezuela necesita un modelo como el de Colombia en los 2000, donde la confianza en el sector atrajo inversión extranjera», sostiene.
Una nueva Ley de Hidrocarburos es esencial para equilibrar las visiones estatistas con la necesidad de capital privado. Pacheco propone la creación de una Agencia Nacional de Hidrocarburos, inspirada en modelos como los de Noruega o Brasil, que permita una gestión más eficiente y transparente del sector. Sin embargo, la reestructuración de PDVSA y la recuperación de la producción podrían tomar años, dependiendo de las condiciones del mercado global y de la capacidad del país para atraer inversión.
«La recuperación no será inmediata», advierte Pacheco. «Incluso con cambios políticos, Venezuela necesitaría tasas de crecimiento de dos dígitos durante años para volver a ser la cuarta o quinta economía de América Latina». Por ahora, el país enfrenta un 2025 marcado por la incertidumbre, con una industria petrolera que lucha por sobrevivir y una población que paga el precio de décadas de malas decisiones.
Voces de la crisis
«PDVSA no está preparada para manejar esta crisis sola. Sin socios como Chevron, la producción seguirá cayendo», afirma Carlos Mendoza, un ingeniero petrolero jubilado que trabajó 20 años en el Cinturón del Orinoco. Por su parte, Ana López, una madre soltera de Maracaibo, resume el impacto humano: «Sin gasolina, no puedo trabajar. Sin trabajo, no puedo alimentar a mis hijos. Así estamos todos».
Un futuro en juego
La industria petrolera venezolana, que alguna vez fue el motor de una nación próspera, hoy es un reflejo de sus desafíos más profundos: una economía frágil, una infraestructura en declive y una sociedad golpeada por la pobreza. La salida de Chevron ha expuesto las vulnerabilidades de un sistema que no puede sostenerse sin reformas urgentes. Mientras el mundo observa, Venezuela se encuentra en una encrucijada: o emprende un cambio estructural para salvar su industria, o arriesga un colapso aún mayor. El oro negro, que una vez prometió riqueza, ahora exige un nuevo comienzo.
Fuentes:
- Caracas Chronicles: «How Chevron’s Exit Will Impact the Venezuelan Economy» (19 de marzo de 2025)
- Reuters: «Venezuela’s PDVSA suspends oil loading authorizations to Chevron, sources say» (10 de abril de 2025)
- EL PAÍS English: «Chevron’s exit, currency devaluation and exchange rate differential shake Venezuelan economy» (3 de marzo de 2025)
- PDVSA Ad Hoc: «Un panorama de la realidad y las posibilidades de la industria petrolera en Venezuela» (abril de 2025)