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La historia sin fin: El sector privado se estanca y aumentan las señales de una nueva recesión en Venezuela

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Hace dos semanas, Nicolás Maduro afirmó que en Venezuela “afortunadamente hay una economía que satisface, abastece, genera empleo y genera ingresos”. Sin embargo, ese relato comienza a desdibujarse frente a una realidad incómoda. El sector privado emite señales de estancamiento, la moneda colapsa y los precios escalan velozmente. El riesgo de una nueva recesión, con inflación proyectada en tres dígitos, crece y se instala como amenaza latente.

Por: Víctor Salmerón – El Observador

Fedecámaras, la organización que agrupa al empresariado privado, encuestó a 143 gremios de diversos sectores como agricultura, manufactura, comercio y construcción para indagar sobre qué está pasando en las empresas. Los resultados revelan pérdida de dinamismo y una tendencia al retroceso.

Al comparar el segundo trimestre de 2025 con el mismo período de 2024, y ponderar el peso relativo de cada actividad en el PIB, el volumen de negocios de las empresas —medido en transacciones realizadas— registra una caída de 3,8%. En paralelo, el empleo se contrae 2,3% y la capacidad ociosa es elevada en sectores clave: 56% en manufactura y 72% en construcción.

A esto se suma el deterioro de los servicios públicos, que impacta directamente en la producción. El 69% de los gremios señala que sus empresas afiliadas han sido afectadas por cortes eléctricos, mientras que el 44% reporta dificultades por la escasez de combustible.

Según el termómetro del volumen de negocios, los sectores con mayor declive, en orden decreciente, son construcción, comercio, agricultura y manufactura. Turismo y servicios inmobiliarios, en cambio, logran mantenerse en terreno positivo.

Inflación y devaluación

Si bien el Gobierno insiste en un discurso que presenta a la economía como estabilizada, las señales de turbulencia son evidentes. Tras años de una constante pérdida de valor, la confianza en el bolívar es mínima. Esta desconfianza ha dado paso a un ciclo empobrecedor que reduce el consumo y empaña las expectativas.

El Gobierno, sin suficientes recursos para cubrir sus gastos, crea dinero en el Banco Central. Una vez estos bolívares ingresan a la economía, empresas y particulares los utilizan para comprar, lo más rápido posible, dólares, bienes o servicios. El resultado es una presión inflacionaria creciente y una demanda de divisas que supera con creces la oferta, propiciando una incesante devaluación del bolívar.

A principios de año un dólar en el mercado oficial costaba 52 bolívares; hoy tras un alza de 286% cuesta 201 bolívares. En la práctica este mercado ha quedado reservado para importaciones destinadas a bienes prioritarios como alimentos y medicinas. El resto de los sectores, y los particulares, acuden a un mercado paralelo que opera con criptomonedas donde el dólar supera los 300 bolívares.

La disparidad entre ambos tipos de cambio agrava las distorsiones: encarece insumos, incide en la escalada de los precios y profundiza la incertidumbre cambiaria.

El Banco Central oculta las cifras de inflación y el régimen ha instalado el miedo en los economistas y académicos tras una serie de detenciones e interrogatorios destinados a silenciar los análisis que contradicen el discurso oficial. Pero las alarmas por la inflación están encendidas.

Tres firmas de análisis, que prefieren reservar sus nombres, coinciden en que la inflación acumulada en los primeros nueve meses del año se ubica entre 230%-250% y, aunque los datos oficiales hablen de crecimiento del PIB, esperan una caída en el año en torno a 3%.

El Banco Central, desprovisto ya de cualquier vestigio de autonomía, se limita a difundir variaciones porcentuales del PIB sin ofrecer cifras que permitan comparaciones en el tiempo. Al cierre del segundo trimestre, reportó un crecimiento económico de 6,6%.

La producción de petróleo, de acuerdo a los datos de la OPEP, ha aumentado 10% en el año, pero economistas consultados, que también piden reservar sus nombres por temor a represalias, advierten que este repunte no compensa el impacto de la inflación y la devaluación sobre el sector privado.

Trabas al crecimiento

La encuesta a los gremios empresariales construye un ranking de los problemas más relevantes que enfrentan las empresas del sector privado, según su propia enumeración. En orden descendente, los obstáculos son: la brecha entre el tipo de cambio oficial y el paralelo. Sigue el financiamiento bancario, en un entorno donde el Gobierno obliga a la banca a inmovilizar más de dos tercios del dinero que gestiona, con el objetivo de limitar la demanda de divisas.

En tercer lugar aparece la alta presión fiscal, resultado de una política tributaria cada vez más agresiva con la que la administración de Nicolás Maduro busca reducir el déficit en sus cuentas. Le siguen, en el ranking de obstáculos, la falta de divisas, el entorno macroeconómico, servicios públicos, situación política, baja demanda e inseguridad jurídica.

En los últimos peldaños aparecen la política arancelaria, la falta de combustible, contrabando, escasez de mano de obra calificada y el crimen.

Manda la política

Un elemento clave a considerar es que la administración de Nicolás Maduro enfrenta un margen de maniobra limitado para incidir en temas esenciales como la brecha cambiaria y la escasez de divisas. Tras su cuestionada reelección en julio de 2024 —y el no reconocimiento por parte de Estados Unidos y una extensa lista de países— el Gobierno continúa sin acceso al financiamiento de organismos multilaterales, y no puede reestructurar la deuda externa para regresar al mercado financiero internacional.

Para eludir las sanciones impuestas por Estados Unidos, el 80% de las exportaciones de petróleo venezolano se canalizan hacia Asia mediante intermediarios y con significativos descuentos en el precio del barril.

En paralelo, Washington ha intensificado la presión sobre el régimen, acusando a Maduro de liderar el llamado Cartel de los Soles, una estructura vinculada al narcotráfico. Como parte de esa ofensiva, ha desplegado fuerzas militares en el Caribe en el marco de una operación antinarcóticos que Caracas interpreta como un intento de promover un cambio de régimen.

En respuesta a la “amenaza imperial”, el Gobierno ha profundizado la militarización del país. Esta deriva ha contribuido a una crisis política que tiende a agudizarse y que desplaza a un segundo plano la urgencia de corregir los desequilibrios económicos.

En este contexto, y sin ofrecer mayores detalles, Maduro afirmó recientemente que “va a seguir creciendo la producción de alimentos, la agroindustria, la producción farmacéutica y todo lo que tiene que ver con la satisfacción de las necesidades internas del país”.

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