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Los Chicago-Boys: Las reformas que salvaron a Chile del desastre comunista hace 50 años

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Vía Derecha Diario

El término “Chicago-Boys” hace referencia a una serie de economistas chilenos formados en la Universidad de Chicago, que fueron protagonistas de la mayor transformación económica y social en la historia del país.

Este grupo de especialistas suscribía al consenso ortodoxo y neoclásico de la economía, e introdujo las ideas liberales en un país que arrastraba 40 años de intervencionismo estatal y que sufría los dramáticos resultados del socialismo durante la administración de Salvador Allende.

Bajo la influencia y las ideas de Milton Friedman, las reformas dieron lugar al “milagro económico chileno”, una experiencia de casi 40 años con crecimiento ininterrumpido. El modelo no solo fue sostenido y convalidado en democracia, sino que se profundizó aún más a lo largo de la década del 90.

Reforma del Estado y disciplina fiscal

La reorganización de las finanzas públicas fue llevada a cabo por economistas como Sergio de CastroPablo Baraona y Hernán Büchi, y más tarde por los sucesivos Gobiernos democráticos a partir de 1990. 

Hacia 1973 el Gobierno socialista de Allende dejaba un déficit fiscal equivalente al 22,9% del PBI, un resultado completamente insostenible para la macroeconomía del país. La reforma del Estado producida entre 1974 y 1975 produjo un ajuste de 22 puntos del producto, y desde 1979 el Gobierno registró superávit fiscal incluso contabilizando los intereses de deuda pública. 

El gasto público redujo su participación en la economía a lo largo de la década de 1980, y pasó de representar el 34% del PBI en 1972 al 20,6% para el año 1989. Las reformas se convalidaron en democracia y el tamaño del sector público promedió el 23% entre 1990 y 2022
El ordenamiento de la política fiscal fue un factor clave para disciplinar los precios y llevar confianza en la política monetaria, eliminando la “dominancia fiscal” que tanto daño había producido en décadas anteriores.

Reforma monetaria

El fuerte ajuste sobre las finanzas públicas dotó de mayor credibilidad al Banco Central, y a partir de 1975 se llevó a cabo una política de control de agregados monetarios para combatir la inflación, en conjunción con múltiples regímenes cambiarios. 

La inflación había alcanzado un pico del 87,6% en octubre de 1973, tras la caída del Gobierno de Allende y el colapso de los controles de precios, y ya había superado el 22% mensual entre agosto y septiembre de 1972. Los economistas de Chicago eliminaron los controles de precios y los controles cambiarios, y apostaron por llevar adelante una política monetaria moderna. 

La inflación interanual cayó del 528% en octubre de 1973 al 31,24% en diciembre de 1980, y continuó moderandose hasta llegar al 9,5% en diciembre de 1981. Se alcanzó un mínimo de 3,66% en mayo de 1982, pero el estallido de la crisis financiera provocó una reacción adversa en la demanda de dinero que terminó por “revivir” la inflación en valores fluctuantes entre el 20% y el 30%.

El fuerte déficit cuasi-fiscal del Banco Central, que alcanzó un récord del 21% en 1985 (las pérdidas totales de la institución), condicionó severamente la credibilidad de la política monetaria. La dictadura de Pihochet no logró volver a arribar a la estabilidad pese a la disciplina fiscal, debido a la constante expectativa en mayor emisión monetaria futura.

No fue sino hasta el año 1990, ya en democracia, en que se estableció formalmente la independencia del Banco Central y un régimen de metas de inflación. La reforma demostró un rotundo éxito, y la tasa de variación anual de los precios cayó del 30,4% en octubre de 1990 al 12,9% en el mismo mes de 1993.

Chile convergió a estándares internacionales de estabilidad de precios hacia la segunda mitad de la década de 1990, y la inflación promedió sólo el 3% entre 1997 y 2022 (con una excepción importante tras el estallido de la pandemia). 

Apertura arancelaria

La apertura al comercio internacional es una característica comúnmente asociada a Chile, pero lo cierto es que no siempre fue así y sólo es posible gracias a las reformas de los economistas de Chicago. 

En la segunda mitad del siglo XX Chile era una economía estrictamente proteccionista y el promedio arancelario llegaba al 105% tras la gestión de Salvador Allende. La reforma de Chicago emprendió una drástica y muy rápida reducción de aranceles, hasta caer a un promedio nominal por debajo del 20% para 1978 y 10% a partir de 1979. 

De hecho, a partir de julio de 1979 Chile estableció un “arancel uniforme”. Todas las importaciones pagan exactamente la misma alícuota (salvo muy extrañas excepciones). Se trata de uno de los regímenes arancelarios más eficientes del mundo, ya que no genera distorsiones en el consumo ni tampoco favorece a intereses sectoriales discrecionales. 

La apertura fue profundizada en democracia. El arancel uniforme para todas las importaciones se rebajó al 6% a partir de la reforma del año 1999, y Chile celebró múltiples acuerdos de libre comercio, entre otros con Estados Unidos y la Unión Europea. 

El despegue de la economía

Las reformas liberales provocaron un verdadero milagro de crecimiento con estabilidad de precios. El PBI Chileno se multiplicó por casi 5 veces entre 1985 y 2022, un margen que supera holgadamente al desempeño de la región e incluso de América en el mismo período.

El crecimiento chileno se perfiló como uno de los casos de mayor éxito en el mundo, similar al desarrollo de la economía coreana, la economía china, y el despegue de los “tigres asiáticos” a mediados de los años 90s.

El ingreso real por habitante creció un 252% en términos reales en el período 1985-2022, y la pobreza extrema (según los parámetros del Banco Mundial) cayó del 31% en 1973 a menos de 1% a partir del año 2018.La estabilidad de precios permitió que el crecimiento alcanzara a todos los sectores, impidiendo así los espirales de precios-salarios que siempre terminan por deteriorar el poder adquisitivo de estos últimos. El salario real se multiplicó por tres veces entre 1976 y 2022, una variación aproximada al 296,9%

Los resultados fueron convalidados por el grueso de la sociedad y cada Gobierno democrático demostró la continuidad con las bases fundamentales del “modelo chileno”, hasta la llegada del presidente Gabriel Boric, que se muestra abierta y públicamente reticente. 

Las reformas estructurales de la década de 1970 dieron lugar a la economía de mercado más exitosa de América Latina y al milagro económico chileno. Casi cinco décadas después, el Gobierno de Boric descree de los beneficios del modelo y reivindica a Salvador Allende. 

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