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23 de enero de 1958: La conjura de Marx y Shakespeare, por Cristóbal Fernández Daló

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“Durante toda la noche, mientras el párroco sufría en su dormitorio del primer piso, presa de terribles dolores, la policía disparó contra la iglesia para dar la impresión de que allí había grupos atrincherados (…).Pero Monseñor Carrillo, a pesar de su estado, sabía que aquel asedio no podía durar mucho tiempo. Así fue: El heroico pueblo de Caracas, con piedras y botellas, descongestionó el sector a la mañana siguiente. Horas después, el párroco experimentó una inmensa sensación de alivio. La misma sensación de alivio que experimentó Venezuela. Era la madrugada del 23 de enero. El régimen había sido derrocado”

Gabriel García Márquez. CUANDO ERA FELIZ E INDOCUMENTADO.

Por Cristóbal Fernández Daló

La huida de Marcos Pérez Jiménez a las tres de la mañana del 23 de enero de 1958, dio comienzo al periodo de mayor estabilidad política e institucional de nuestra historia.

Durante las cuatro décadas siguientes Venezuela se transformó en un referente en materia de convivencia política, libertad de cultos, participación electoral, expansión educativa y movilidad social.

No faltaron errores, injusticias, ni abusos, pero el equilibrio de poderes, el método de representación proporcional para elegir los cuerpos legislativos y la amplia y activa presencia de los medios de comunicación ayudaban a corregir, a castigar, a desvelar y ( quien sabe si en mayor proporción) a disuadir.

Por primera vez (y fueron varias) vimos a un Presidente de la República entregando pacíficamente el mando a un adversario político.
Fuimos testigos del enjuiciamiento de Presidentes, ministros y otros altos funcionarios.

Por otro lado solo excepciones aisladas confirmaban una regla: La competencia política podía ser dura pero civilizada.

Sabemos que la Venezuela de hoy es muy distinta de aquella y , lamentablemente, para mal. Sabemos, también, y no debemos olvidarlo, que fuimos mejores y que podemos, no sólo pasar la actual página de nuestra historia, sino superar lo que fuimos.

Están dadas las condiciones.

Las Condiciones Objetivas

El análisis marxista exalta religiosamente la influencia de la realidad material de una sociedad en su devenir.

Descartando esa propensión determinista, es muy claro que un hecho histórico está condicionado por los factores políticos, sociales, económicos y geopolíticos que caracterizan su entorno.

Solo que estos no son siempre detectados por la simple observación.

El discurso de Marcos Pérez Jiménez el 19 de abril de 1957, reflejaba la percepción superficial de cualquier observador: Cuatro años continuos de crecimiento macroeconómico, basados en una alta demanda petrolera con una Europa en reconstrucción, precios relativamente altos ( en céntimos para la época) con el añadido de la crisis iraní (1951-53) , el cierre del canal de Suez en 1956 y, ese mismo año el otorgamiento de nuevas concesiones a las empresas petroleras.

Pero, por un lado, el clima de boato que reflejaba una importante pero pequeña clase media urbana, no rociaba pizcas de riqueza a ese 70% de la Venezuela rural, parte de la cual , producto de la migración interna provocada por las luces citadinas, generaba importantes cordones de miseria.

La geopolítica también estaba reclamando su cuota. En plena guerra fría, Truman (Demócrata) y Eisenhower ( Republicano) respaldaron a impresentables tiranuelos con la única condición de jurar vocación anticomunista.

No obstante, Eisenhower fue un poco más exigente: Primera condición :Si eres anticomunista, pero atacas mis intereses, prefiero a otro en tu lugar, y en 1955 , Juan Domingo Perón era derrocado en Argentina.

Segunda condición, si el descontento que causas internamente pone en riesgo la estabilidad en mi patio trasero, dejemos que otro asuma la tarea: En 1956, en Perú, Odría entregaría el poder . Un año después le tocaría a Rojas Pinilla en Colombia.

En el vecindario ardían las barbas.

Las condiciones subjetivas

La reapertura del canal de Suez y el descenso en varios céntimos del precio del barril petrolero, sirven para terminar de describir la situación de entorno desarrollada en las líneas anteriores: Por primera vez en cuatro años consecutivos, la dictadura ve un freno en su flujo financiero y esto se refleja en retraso en los pagos a proveedores.

A partir de aquí, cobran importancia las condiciones subjetivas, menospreciadas en la concepción de Marx, pero validadas en la práctica concreta.

Ahora es el enfoque de Shakespeare, centrado en los personajes, el que toma el mando y comienza con un simple acto religioso: En la conmemoración del 1 de mayo, día del trabajador, Monseñor Arias Blanco, Arzobispo de Caracas pronuncia su famosa pastoral severamente critica al régimen y esta, impresa, circula de mano en mano, dinamizando la calle. El régimen lo toma como una respuesta al discurso Presidencial de tres semanas antes y procede en consecuencia.

La persecución a sacerdotes, causa una indignación inconmensurable y los actores políticos, reducidos por la larga represión se reactivan: En junio los cuatro partidos (AD,COPEI, URD y PCV) deciden sumar esfuerzos constituyendo la Junta Patriótica y pronto da inicio a una febril actividad de volanteo clandestino.

Después se sabría que el presidente de la Junta Patriótica era Fabricio Ojedal militante discreto de URD y corresponsal de el diario El Nacional en el Palacio de Miraflores.

El 4 de noviembre el régimen anuncia la violación de su propia constitución: El 15 de diciembre se realizaría un plebiscito para renovar el mandato de Pérez Jiménez, sin competencia ni rival.

El acto más importante del cierre de año fue la huelga universitaria del 21 de noviembre, en medio de un llamado a la abstención que obligó al gobierno a falsear resultados.

El 31 de diciembre la gran fiesta de fin de año en Miraflores no daba lugar a dudas acerca de la eternidad de la tiranía.

Tres semanas de vértigo

El mayor Martín Parada salió de Miraflores, después del abrazo de año nuevo, rumbo a Maracay. Había sido piloto del Avión Presidencial ( la “vaca sagrada”) y dirigió el sorpresivo alzamiento de ese primer día del año. Era el jefe del brazo aéreo de la conjura y además de bombardear fallidamente a Miraflores ( no estallaron las bombas), logró hacerse fuerte en la importante plaza de Maracay.

En Caracas el Mayor Hugo Trejo intentó con sus blindados reforzar Maracay. Pero fue apresado en Los Teques. Los jefes del movimiento en Maracay decidieron, al día siguiente huir a Bogotá en el avión Presidencial.

Pero la derrota de los rebeldes abrió la brecha de la desconfianza entre los jefes civiles y militares de la dictadura. Destituciones, persecuciones y exilios ( destacando a Vallenilla Lanz y Pedro Estrada, jefes civiles de la represión, purgados entre el 10 y el 11 de enero) pusieron al desnudo unas debilidades desconocidas y el activismo de calle desbordó a un aparato represivo desmoralizado.

El manifiesto de los intelectuales del 15 de enero y la huelga de prensa del 20, fueron el preludio de la gran huelga general convocada para el 21 al mediodía.

La cita de García Márquez rinde homenaje al ente encargado de convocarla: Los campanarios de todo el país sonaron al unísono a las 12 en punto, con las cornetas de los automóviles haciéndoles el coro. Desde ese momento, mientras los piquetes populares mantenían el jaque permanente a punta de peñones y molotovs, la medición de fuerzas militares pronunciadas, llevó a Llovera Páez ( segundo hombre de la dictadura) a darle un consejo decisivo al máximo jefe: “¡ Vámonos, Marcos, que pescuezo no retoña!”.

El siguiente viaje de la “vaca sagrada” , regresada por el gobierno de Colombia varios días antes, ponía fin a una dictadura sangrienta y corrupta y abrió un nuevo capítulo de nuestra historia.

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