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A la pregunta, ¿por qué el ego separa a las familias?, por Rafael Egáñez Anderson

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No hay manera que una familia se sostenga a través del ego desbalanceado de los padres, no existe!

El ego en desbalance trae como consecuencia una familia desunida, egoísta en cada individualidad -aunque redunde el concepto- e infeliz indistinto la constante evasión haga creer que la realidad es otra.

Unos padres con un alto ego, socavan lentamente las bases de unos hijos felices en el hoy, pero que en el mañana, esposas o esposos infelices y nietos heridos de desamor constante.

Una madre con alto ego intentando mantener una posición superior a lo normal, destruye el canal comunicante y genera hijos infelices, dependientes de una opinión sin base, fundamentada en el miedo constante a ser aceptados, amados, presos de culpa y miedos. Infelices de vida por definición.

Un padre con alto ego, limita y destruye la capacidad de cada hijo de tener una vida propia, libre, segura; su egoica manera de comunicación y cuasi ferviente egolatría e idolatría de sus hijos, genera una alta inseguridad destruyendo la confianza que cada cual posee, por la incapacidad de lograr la medida impuesta en cada uno de ellos por el “pater family” y así lograr un estándar que realmente es tan maltrecho como su origen.

Hijos con alta estima confundida, imitando sin ser originales, queriendo brillar para ser observados de manera enfermiza, soberbia confundida con posición numérica sin orden, más bien con una normalidad que hace que cada cual no vea el nivel de enfermedad seria en la que están sumidos de la mano de una aparente felicidad inexistente.

Todo eso, ciertamente creado por un ego enfermo capaz de llevarse por los cachos ese maltrecho logro de venir de una familia en confusión constante.

Cada actividad en una familia egoica es un himno al desbalance; observa una foto y verás un mundo que no existe y que solo se sostiene del ego.
Muchas caras con sonrisas vacías, aparentando la falta de abundancia real de los corazones vacíos.

No existe la manera de ver el desastre en el tiempo de lo que producen esos padres; la idolatría los mantiene al margen de la observación real.

No es fácil entonces decir que esos padres también vienen de hogares complicados y enfermos de desamor y egolatría.

Hijos con adicciones, medicina alterna a eventos bipolares y mentales, baja autoestima, enfermedades autoimmune, familias enteras infelices y sustentadas en la miseria de un amor aparentemente abundante pero maltrecho y enfermo además de inexistente.

Se hace normal la crítica al otro. No hay manera de que la superioridad egoica sea desbalanceada. El ataque, el chisme y el discurso superior, esconden realmente la beta visible de la inferioridad que se pretende esconder. Miedo, culpa, son densidades regentes en cada uno de los padres.

No caigamos en la trampa de eso que se ve normal pero que más bien es destructivo y dañino.

Si eres padre o madre y tienes tiempo, obsérvate y date la oportunidad de cambio. Tus hijos son suficiente palanca para generar un cambio a través de su amor explosivo.

La familia no merecen el egoísmo de los padres, más bien merecen la definición de una ruta hacia lo que debe ser pleno y feliz.

Todo este artículo no fue escrito para ti; solo para aquellos que verán en el, el espejo necesario del combate infértil del ego pero reparador y necesario para así comprender aquello que se debe cambiar y en muchos casos, no estamos dispuestos.

Rafael Egáñez Anderson

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