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Es lo que es

Al chavismo se le atraganta el pueblo, más que la misma María Corina Machado

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Por Alfredo Maldonado

A la señora Machado pueden matarla, arrestarla, expulsarla, bloquearla. La gran sorpresa en la Primaria opositora no fue que ella ganara con más del 90 % de los votos, hubo otros llamados de atención que asuntan a Maduro, su equipo y a los militares y cómplices políticos.

Lo más llamativo este domingo, en el país, en Miami y en el resto del mundo, fue que la masiva concurrencia y el entusiasmo. No importa si la señora Machado logró 1 millón y medio o más de 2 millones de votos. La sorpresa fue la presencia masiva de la gente, en sectores de alto y medio nivel, y en los barrios populares. La gente salió a la calle con fuerza y ésa fue una alarmante señal para un Gobierno y un partido que, en elecciones realmente democráticas, difícilmente lograría un 20 % de los votos, según todas las encuestas. En elecciones el castromadurismo pierde de calla aunque el candidato opositor sea Mickey Mouse. Y si el candidato chavista fuese Maduro o Diosdado Cabello, el fracaso sería aún más estrepitoso.

La emoción de aquél Chávez murió de cáncer y en Cuba, el chavismo vía Maduro lleva demasiados años con la economía en caída, con los salarios en el piso, con los servicios públicos muy poco confiables, con militares ladrones y una mayoría en la miseria, con la revelación a diario de la incompetencia castromadurista militar y civil, con la esperanza –siguiente paso de la confianza- hecha pedacitos en todos los terrenos del país, con dirigentes del Gobierno, del partido y de las Fuerzas Armadas formalmente solicitados en todas partes por jueces y tribunales.

Todos creían –yo incluido- que las masas se quedarían en casa no sólo por miedo sino por abulia. Los castromaduristas creyeron que nadie podía organizar elecciones en Venezuela sin el Consejo Nacional Electoral (CNE) obediente al Gobierno y las máquinas el fraude electrónico inventadas por venezolanos y sin la estructura del CNE consolidada por años. Pero resulta que el Consejo Nacional de Primaria las organizó a la perfección dentro y fuera de Venezuela. Y que enormes y alegres colas esperaban en todos los centros electorales.

Los militares, cómplices del desastre de un cuarto de siglo, comprobaron este domingo que no fueron necesarios para vigilar los centros electorales, que las actas fuero guardadas y trasladadas sin que hubiese ni un soldado ni un helicóptero ni un avión militares. La operación de cuidado y vigilancia de procesos electorales de los militares, se llama “Plan República”, está en los libros militares y se organizó por primera vez en 1963, cuando la guerrilla castrocomunista amenazó con ametrallar los centros electorales. Con uniformados atentos y vigilantes ya en aquella época, los electores vieron a los militares como amigos d He confianza que los cuidaban.

Hoy, sesenta años después, los venezolanos no sienten a los militares como amigos a quienes respetar, sino como represores a quienes temer y que ni siquiera pueden controlar al contrabando y a los narcoguerrilleros que pasan libremente de Colombia a Venezuela y viceversa. Hoy, sesenta años después y tras veinticuatro años de dictadura castrista incompetente y entregadora del país, la sociedad civil le demuestra a los militares que no sólo no los respeta aunque tengan más generales que la Unión Europea, sino que no los necesita.

El régimen esta desconcertado y, torpemente, había hasta por los codos para tratar de convencer que lo del domingo 22 fue una mentira, un fraude. No saben qué hacer, no sabrán cómo explicar y negociar con los demás países, están desnudos y encima les gritaron que apestosos.

Y como dijo públicamente el desprestigiado pero perenne jefe de Acción Democrática, “si María Corina nos llama, la apoyamos; si no nos llama la apoyamos también”

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