Estimado Fantasma,
Ya no me pregunto cómo llegaste. Fuiste, en esencia, la sombra que probó la solidez de mi luz. Sé que te alimentaste de la deslealtad de algunos y del momentáneo desvío de mis propios principios y valores, pero tu tiempo como protagonista ha terminado de manera irreversible.
Reconozco que lograste robarme la alegría por un tiempo. Convertiste el aroma del café venezolano en un suspiro amargo y me impediste ver la belleza en lo simple. Hiciste que me sintiera agotado, atrapado por el cerco de la amargura.
Pero esa historia ya es pasado. Si fuiste lo peor que me pasó, también fuiste el catalizador. Hoy, te doy las gracias. Gracias por obligarme a enfrentar mi propia verdad, a asumir mis errores y a convertirlos en el cimiento inquebrantable de mi futuro. Comprendí que tú no eras solo una circunstancia; eras la Sombra que el psicólogo Carl Jung describió: la parte no reconocida que nos obliga a mirar el dolor. Al cesar la negación y la culpa, pude integrar esa Sombra. Aprendí que la oscuridad interna no se combate con oscuridad; se disipa con un foco de luz radiante, y el odio se vence con una oleada de Amor incondicional.
Nuestra fe no es una fantasía; es una fuerza transformadora. Miro a nuestra amada Venezuela y veo que la pesada mochila que cargamos está a punto de caer. Estamos presenciando el renacer de nuestra nación, un proceso impulsado por una fe que nos ha mantenido en pie.
La canonización de nuestros dos santos venezolanos es la señal más clara de que lo imposible es solo una cuestión de tiempo para Dios. La vida de José Gregorio Hernández y la Madre Carmen Rendiles nos recuerda que la santidad y la grandeza florecen en medio de la adversidad. Ellos son la promesa palpable de que:
¡Vamos a estar en libertad pronto de la mano de Dios!
Este no es solo un deseo, es una declaración de victoria.
Fantasma, me dejaste agotado, es cierto, pero el guerrero que resurge tiene una fuerza que no conocías. Estoy recargando energías, preparándome para entrar en la etapa más creativa, productiva y luminosa de mi vida. Esta será la era donde aprenderé a desaprender el miedo, la queja y la resignación que me heredaste.
Ya estás listo para irte, y no hay vuelta atrás. Tu presencia fue ese medicamento fuerte que tumba, pero que fue esencial para la sanación definitiva del paciente. El camino de la sombra ya fue conocido; ahora, y para siempre, estoy andando el camino de la Luz.
Adiós definitivo, Fantasma. Me tengo que seguir siendo feliz y libre, construyendo la Venezuela que merecemos.
Vamos por más…
@jgerbasi
