Este 18 de septiembre, luego de cinco años, volvió a haber una cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), esta vez en México y propiciada por el gobierno del izquierdista Andrés Manuel López Obrador. El objetivo de esa sexta cumbre de la CELAC no es otro que el de desplazar a la Organización de los Estados Americanos (OEA) y derrotar a su Secretario General, Luis Almagro.
Sin embargo, antes de hablar de la cumbre, debemos recordar los orígenes de la CELAC. Nace en 2010, heredando la CALC (Comunidad de América Latina y el Caribe), financiada con la petrochequera de Hugo Chávez y su afán de ser el gran líder regional aglutinando la onda izquierdista de la época. Tuvo 33 miembros hasta que Brasil se retiró en 2020.
La CELAC siempre tuvo el propósito, según el propio Hugo Chávez, de ser una OEA sin Estados Unidos ni Canadá, “verdaderamente latinoamericana”. Chávez siempre tuvo en mente crear instituciones paralelas e influenciadas por él, contraviniendo la institucionalidad democrática de la región. Por eso en su momento creó la Alianza Bolivariana de los pueblos de Nuestra América (ALBA) en contraposición al ALCA, creo la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) para hacer frente a Mercosur y otras instancias, y también ideó la CELAC para oponerse a la OEA, mientras, al mismo tiempo, infiltraba ideológicamente las organizaciones que existían.
De hecho, la CELAC surge en un contexto donde la izquierda había tomada ventaja de casi toda la región tiñéndose de rojo. Ese contexto favorable en lo ideológico y geopolítico, y el dinero venezolano, potenciaron organizaciones como la CELAC. Desde el 2010, cuando fue su creación en México, la CELAC ha tenido siete cumbres (Venezuela (instalación), Chile, Cuba, Costa Rica, Ecuador, República Dominicana y ahora de nuevo México). Desde el 2017 no se reúne formalmente, aunque sí ha tenido sesiones técnicas de trabajo.
Pero, ¿por qué retomarla ahora? Hay muchas respuestas a esta interrogante, pero lo primero que debe decirse que es AMLO desde hace unos meses tiene como propósito asumir aquel rol que tuvo Chávez como referente de izquierda en América Latina. Su afán es potenciar la CELAC y tener control de un organismo que no tenga influencia norteamericana, para así convertir a México en el principal promotor de la política latinoamericana junto a sus socios ideológicos, incluyendo tiranos criminales, como Díaz Canel, Maduro y Ortega.
No es casual que ocurra en este momento, cuando la región parece estar dando un nuevo viraje hacia la izquierda, producto de la permanente campaña desestabilizadora contra democracias liberales, supuestas protestas y permanente presión del Foro de Sao Paulo y Grupo de Puebla que se han propuesto retomar el control de una región que desde el 2015 venía dando importantes señales de cambio hacia democracias pro-mercado.
Debe recordarse que para el 2010, el Foro de Sao Paulo llegó a tener 14 Jefes de Estado y de Gobierno en simultáneo en la región, con una fuerza importante y con muchos recursos. Su debilitamiento, producto de la muerte de Chávez, de la pérdida de recursos, de la corrupción y del propio desgaste de las políticas populistas, trajo como resultado un relanzamiento a través del llamado “Grupo de Puebla” en 2019, como un intento de diferenciarse de acusaciones de violación a los derechos humanos y de relanzarse bajo las ideas del progresismo latinoamericano contra “la derecha conservadora y neoliberal”.
Ambas organizaciones, conformadas por partidos, organizaciones e individualidades, han establecido, en sus objetivos documentados, la toma estratégica de organizaciones conformadas por gobiernos progresistas o de izquierda o crear nuevas. La CELAC es una de ellas. Todo esto en un contexto, además, donde el Grupo de Lima está prácticamente desaparecido y donde las fuerzas para hacerle frente a esta reorganización de la izquierda están más desarticuladas que nunca. El tiempo siempre beneficia a esos sectores que hoy se relanzan al ruedo y por eso han sido pacientes.
Tomar ventaja del panorama geopolítico actual en la región busca prepararse para procesos electorales próximos: Chile, Colombia y Brasil. La izquierda debe frenar el triunfo democrático en estos países y evitar escenarios como el de Ecuador, potenciando triunfos como el de Perú y buscando que la región vuelva a ser “roja rojita”, como profesaba Chávez.
Pero el afán de AMLO y de la izquierda va mucho más allá: La meta principal es, con estos cambios en la región, lograr desplazar a la OEA como organización regional de referencia y derrotar a Luis Almagro como secretario general, luego de no haber podido vencerlo en elecciones internas de la organización. Almagro se ha convertido en un campeón de la defensa de la libertad de la democracia, apartando su propia ideología y poniéndose al lado de quienes sufren las consecuencias de las tiranías criminales. Ha alzado la voz, ha actuado y ha revivido el rol de una secretaría general de la OEA que, antes de él, era simplemente silenciosa y cómplice.
Está claro que el 2022 será el año en el que intentarán sacar a Almagro del juego, con el pretexto de que no ha cumplido su rol, precisamente por haber hecho su trabajo. Por eso, y ante la “inoperancia” de la OEA, la CELAC será presentada como la alternativa, sacando a EE.UU. y a Canadá del juego, como soñaba Chávez.
¿Cómo comenzarán a lograr ese propósito? El régimen venezolano, presente en México con el tirano criminal mayor, propondrá que la CELAC tenga un Secretario General que será la sombra de Almagro y que buscará tener más presencia y legitimidad. La presencia del régimen venezolano no es poca cosa. Después de dos años de aislamiento, viaja al exterior. Lo hace desafiando al mundo, con sus acusaciones de crímenes de lesa humanidad encima y como resultado del retroceso en la presión que lo venía cercando. Lo hace en México, país que también se ha ofrecido como sede un proceso de negociación entre la oposición y el régimen, vendiéndose como país neutral. ¿Puede ser neutral un país que le abre los brazos a un régimen como el castrista? Difícil de creer.
Lo cierto es que la CELAC no contaba con una figura ejecutiva de secretaría general, pues era mucho más informal en su funcionamiento. Ahora, con ese secretario general, intentará revivir el esquema de UNASUR, hoy disuelta y donde su último secretario general fue el impresentable Ernesto Samper, hasta 2019.
La cumbre de la CELAC tuvo sobre agenda algunos temas como el rechazo a sanciones unilaterales, acceso a Derechos Especiales de Giro en organizaciones multilaterales, rechazo del bloqueo a Cuba, declaración sobre las Islas Malvinas, creación de una Agencia Espacial Regional, entre otros. Además, concluyó con la Declaración de México como documento formal de relanzamiento, incluyendo la evaluación de la creación de la mencionada secretaría general, con sede en México. Es evidente que pretende ser la contracara de OEA y brindar legitimidad y soporte a tiranos criminales, incluyendo acceso a financiamiento.
El Grupo de Puebla no ha logrado imponerse por no ser exclusivo de gobiernos. Con la CELAC lo intentarán, materializándose con aliados que ostentan el poder. Regímenes como el castrista, el criminal venezolano y el de Ortega necesitan espacios regionales de legitimación y reconocimiento, así como lavado la cara frente a procesos como el que se lleva contra el régimen venezolano en la Corte Penal Internacional. Está claro que el objetivo de la CELAC es igualar a gobernantes democráticos con criminales de lesa humanidad y tiranos, como si fuera el mismo campo de juego.
Era preocupante que algunos presidentes democráticos que desconocen al régimen venezolano y han denunciado los atropellos en Cuba y Nicaragua, se hagan presentes en este show que promueve a violadores de derechos humanos y socava la institucionalidad. No obstante, las valientes declaraciones de los presidentes de Paraguay, Uruguay y Ecuador marcaron la pauta, aunque ya no pareciera ser suficiente denunciar. Estos gobiernos que hoy albergan la garantía democrática de la región, al igual que Colombia que decidió no estar presente, deben ser firmes en no aceptar a tiranos criminales en este intento de la izquierda de apropiarse de la lucha por la democracia, mientras se aprovechan de victorias como la de Pedro Castillo, en Perú, para ganar terreno.
Esperamos que estos países no decidan permanecer compartiendo espacios con los tiranos de la región, haciéndose parte una iniciativa que le lava la cara a criminales acusados de crímenes de lesa humanidad, narcotráfico, además de su sangrienta represión. Su posición debe ser firme contra ellos. Lo mínimo que se esperaría en este espacio es que esos países democráticos que desconocen al régimen venezolano, sean capaces de hablar claro y fuerte contra los regímenes más sangrientos de la región. También que propongan acciones contra ellos y que rescaten valor de la OEA y la defiendan.
La configuración de la región va cambiando y se hace menos favorable para la recuperación de la democracia y la libertad en Venezuela. Otro recordatorio de la importancia de aprovechar el tiempo y de hacer lo correcto cuando se podía. Hoy se hace mucho más difícil. Un gobierno de EE.UU. que parece muy débil, en retirada del mundo y sin voluntad de actuar, le facilita la actuación a esta izquierda reorganizada que va contra todo y que buscará afianzar un modelo que tolera a criminales en la región que se creen intocables ante la inacción del mundo. Se requiere mucha más firmeza y presión para combatir a quienes no son políticos, sino criminales.
Son tiempos complejos para la región que recuerdan sus épocas más oscuras de populismo, aunque esta vez sin dinero (al menos no limpio). Veremos si quienes están allí querrán ser financiados por regímenes conectados al crimen internacional. El tiempo dirá y será labor de los demócratas denunciarlo y actuar en consecuencia.
Toca estar atentos a las andanzas de la CELAC y, por supuesto, toca reivindicar el rol de la Organización de los Estados Americanos (OEA) y defender a su Secretario General, Luis Almagro, porque él ha sido pieza clave en denunciar la naturaleza de los regímenes que hoy oprimen a varias naciones de la región y en el impulso de iniciativas para frenarlos.
Pedro Urruchurtu es Vicepresidente de la Red Liberal de América Latina (RELIAL)