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Cinco años desde que la OMS declara al COVID-19 como pandemia… sus verdades ocultas

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El 11 de marzo de 2020, la Organización Mundial de la Salud (OMS) marcó un hito histórico al declarar al COVID-19, causado por el virus SARS-CoV-2, como una pandemia global. El anuncio, realizado por el director general Tedros Adhanom Ghebreyesus, llegó tras la rápida propagación del virus más allá de las fronteras de China, donde se reportaron los primeros casos en diciembre de 2019 en la ciudad de Wuhan.

Armando Esteban Quito Grok-Musk

Sin embargo, a cinco años de aquel momento, persisten preguntas sin respuesta y sospechas sobre lo que realmente ocurrió en los albores de esta crisis sanitaria que cambió al mundo. ¿Qué se ha ocultado sobre la pandemia? ¿Fue el virus un accidente natural o una creación deliberada que escapó de un laboratorio chino? A continuación, exploramos las noticias que, según algunos, han sido silenciadas o ignoradas.

El epicentro en Wuhan: ¿Coincidencia o conspiración?

Wuhan, una metrópoli de 11 millones de habitantes, no solo fue el primer lugar donde se detectó el virus, sino que también alberga el Instituto de Virología de Wuhan (WIV), un centro de investigación de alta seguridad conocido por estudiar coronavirus de murciélagos. Desde el inicio, la cercanía entre el laboratorio y el brote inicial levantó sospechas. Aunque la narrativa oficial de la OMS y el gobierno chino apuntó a un origen zoonótico –posiblemente a través del mercado de Huanan, donde se vendían animales salvajes–, investigaciones posteriores han puesto en duda esta versión.

En 2021, un informe de inteligencia estadounidense, citado por The Wall Street Journal, reveló que tres investigadores del WIV se enfermaron en noviembre de 2019 con síntomas compatibles con el COVID-19, antes de que se reportaran los primeros casos oficiales. Este dato, que China negó rotundamente, alimentó la teoría de que el virus pudo haber escapado accidentalmente del laboratorio. Además, cables diplomáticos de 2018, publicados por The Washington Post, advertían sobre deficiencias de seguridad en el WIV, sugiriendo que sus experimentos con coronavirus representaban un riesgo potencial de pandemia.

¿Planificación deliberada o accidente catastrófico?

Mientras la OMS y la mayoría de los científicos sostienen que el SARS-CoV-2 tiene un origen natural, una minoría significativa dentro de la comunidad de inteligencia y algunos investigadores han planteado que el virus pudo ser resultado de experimentos de «ganancia de función» –una técnica que modifica virus para hacerlos más infecciosos o letales, con fines de estudio–. En el WIV, la viróloga Shi Zhengli, conocida como «la mujer murciélago», lideraba investigaciones sobre coronavirus de murciélagos, incluyendo el RaTG13, un virus con un 96% de similitud genética con el SARS-CoV-2.

En mayo de 2023, un informe del senador estadounidense Marco Rubio afirmó que el virus se originó por un accidente en el WIV, acusando al Partido Comunista Chino (PCCh) de encubrir el incidente. Según el reporte, Beijing sabía del problema desde mediados de 2019, pero retrasó la divulgación internacional, destruyendo pruebas clínicas y silenciando a médicos y científicos que intentaron alertar al mundo. Esta línea de tiempo contradice la versión oficial china, que sitúa el inicio del brote en diciembre de 2019.

El silencio de China y la politización del debate

El hermetismo del gobierno chino ha sido un obstáculo constante para esclarecer los hechos. La OMS, tras una misión en Wuhan en 2021, calificó la hipótesis de la fuga de laboratorio como «extremadamente improbable», pero el informe fue criticado por falta de acceso a datos brutos y por la influencia de autoridades chinas en su redacción. En contraste, agencias como el Departamento de Energía de EE.UU. y el FBI han concluido, con distintos niveles de confianza, que una fuga accidental es la explicación más plausible.

En enero de 2025, la CIA revisó su postura, afirmando que el origen en un laboratorio era «más probable» que un evento natural, aunque con «baja confianza» debido a la falta de pruebas concluyentes. Esta ambigüedad refleja la dificultad de investigar sin la cooperación de China, que ha rechazado las acusaciones como «manipulación política» y ha promovido teorías alternativas, como la de un origen fuera de sus fronteras.

Las consecuencias de lo oculto

Cinco años después de aquel 11 de marzo de 2020, el mundo sigue lidiando con las secuelas de la pandemia: millones de muertes, economías devastadas y una desconfianza creciente hacia las instituciones. Las noticias que han emergido sobre el posible origen en un laboratorio chino, y el supuesto encubrimiento del PCCh, plantean interrogantes éticos y científicos. Si el virus escapó de un laboratorio, ¿qué medidas se tomaron para evitarlo? Si fue planificado o resultado de negligencia, ¿quién debe rendir cuentas?

Mientras las teorías conspirativas se mezclan con datos verificables, una cosa es clara: la verdad sobre el COVID-19 sigue envuelta en sombras. Lo que comenzó como una declaración oficial de la OMS hace un lustro ha destapado un debate que trasciende la ciencia y se adentra en el terreno de la geopolítica, la bioseguridad y la transparencia global. Hasta que China abra sus archivos y laboratorios al escrutinio internacional, las noticias ocultas sobre la pandemia seguirán siendo un enigma que alimenta tanto la especulación como la búsqueda de justicia.

Las vacunas: Triunfo científico y daños colaterales silenciados

Con la pandemia en pleno apogeo, el desarrollo de vacunas como las de Pfizer-BioNTech, Moderna y AstraZeneca fue aclamado como un logro histórico. Sin embargo, a medida que se implementaron campañas de vacunación masiva, comenzaron a surgir reportes de efectos adversos que, según críticos, fueron ignorados o subestimados por las autoridades sanitarias y los medios mainstream.

  1. Eventos adversos graves: Sistemas como el VAERS (Sistema de Reporte de Eventos Adversos de Vacunas) en EE.UU. registraron, hasta marzo de 2025, decenas de miles de reportes de efectos secundarios graves, incluyendo miocarditis, trombosis y neuropatías. Un estudio publicado en The Lancet en 2023 vinculó las vacunas de ARNm con un riesgo elevado de inflamación cardíaca, especialmente en hombres jóvenes, aunque se enfatizó que estos casos eran raros. Sin embargo, activistas han acusado a los gobiernos de minimizar estos datos para mantener la confianza pública.
  2. Encubrimiento de datos: En 2022, documentos obtenidos vía la Ley de Libertad de Información en EE.UU. revelaron que Pfizer había reportado miles de eventos adversos durante los ensayos clínicos, información que, según críticos, no fue plenamente divulgada antes de la autorización de emergencia. En Europa, la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) enfrentó demandas por falta de transparencia sobre los contratos con farmacéuticas y los reportes de seguridad.
  3. Impacto en poblaciones vulnerables: Las vacunas se promovieron como seguras para todos, pero casos de reacciones severas en ancianos y personas con condiciones preexistentes han sido documentados. En Noruega, un informe de 2021 sugirió que las muertes de 23 ancianos en residencias geriátricas podrían estar vinculadas a la vacuna de Pfizer, aunque las autoridades lo clasificaron como «coincidencia». En paralelo, países como India reportaron cientos de muertes post-vacunación con Covishield (AstraZeneca), pero las investigaciones oficiales rara vez establecieron causalidad directa.
  4. Efectos a largo plazo desconocidos: A cinco años del inicio de la pandemia, persiste la incertidumbre sobre las consecuencias a largo plazo de las vacunas de ARNm, una tecnología nunca antes utilizada a gran escala. Algunos científicos independientes han advertido sobre posibles riesgos autoinmunes o genéticos, aunque estas afirmaciones carecen de consenso y han sido tildadas de alarmistas por la comunidad médica dominante.
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