Esta es el curioso y ejemplar caso de un emprendedor nato, unos hijos fabulosos, aliados sin iguales y una idea genial.
Veamos.
Josué Alvarado es un salvadoreño del campo que durante la guerra civil tuvo que huir. Llegó a USA con lo puesto pero se estableció donde el resto de sus paisanos lo hacían. Comenzó a producir en casa alimentos típicos que los salvadoreños querían en su mesa: el tamal, queso fresco y las pupusas. Enseguida se percató de que tenía un mercado étnico importante para sus productos nostálgicos.
Cuando la guerra terminó regresó a el salvador y comenzó la integración vertical más curiosa del mundo: construyó su edificio desde arriba hacia abajo. Creó en san salvador la fábrica que ahora produciría lo que se vendería en USA. Poco después, compró el rancho en el cual se produciría la leche necesaria para la fábrica y el maíz para los tamales y pupusas. Así se hizo grande Rio Grande Foods, la empresa que hace posible que los salvadoreños en usa tengan en su mesa los alimentos que siempre prefieren.
Fue precursor de este tipo de ventas al lograr que las grandes cadenas de supermercados con Walmart a la cabeza, le asignaran un stand para atender su mercado étnico con los productos nostálgicos salvadoreños que progresivamente también sirvió para que él colocara productos guatemaltecos, mexicanos, hondureños y próximamente …venezolanos. Es decir, fue precursor del canal que hoy en día sirve a la Harina Pan y al queso Paisa, por ej.
Creció con una magnitud que solo se explica por su profunda fe cristiana y su devoción por el trabajo.
Así hizo leyenda….pero el año pasado sufrió un injusto carcelazo en El Salvador. Para su sorpresa, sus compañeros de celda lo protegieron y ayudaron, quizás advertidos de que aquel hombre de bien no merecía estar allí. Sus hijos y hermanos habían comenzado una labor de asistencia a presos al entrar en contacto con aquel mundo en el cual inexplicablemente estaba el jefe de la familia. En el desarrollo de aquello consiguieron aliados de oro con los cuales hubo empatía inmediata. Una noche, en medio de sus oraciones, Josué tuvo una inspiración divina y se comprometió a enseñarle a los presos por salir en libertad lo que mejor sabía hacer él: emprender. Una vez libre puso en marcha el programa de Emprendedores Río Grande el cual solo este año beneficiará a más de 1.000 reclusos a punto de recobrar su libertad.
Una historia única.
Un ejemplo a seguir.
Un brillante Latinoamericano y su familia desafían las fuerzas que empujan a reincidir a quienes ya cumplieron sus condenas. Él cree en la redención y en un nuevo camino porque es un hombre de Dios.
Y allí va.
Librando su batalla por el bien.
Armado de su razón y profunda fé.
Acompañado por una familia fantástica y aliados leales.
Se llama Josué Alvarado.
Lo conocen como Don Josué.
Y sus empresas se llaman Rio Grande.
No olviden esos nombres.
Están haciendo historia.
