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Es lo que es

El espejo del Alma, por José Ignacio Gerbasi (@jgerbasi)

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¡Hola, valiente! Respira hondo. Estás aquí. Y ese simple acto de seguir, de levantarte una mañana más bajo el peso del mundo, no es un acto simple: es el testimonio de tu grandeza cotidiana. No esperes medallas del mundo, porque la verdadera valentía es una llama que arde en tu interior, el motor de tu alma que no necesita testigos para ser verdad.

Mira a tu alrededor. Las redes sociales, las noticias, la vitrina digital. Es un desfile interminable de sonrisas perfectas, triunfos sin esfuerzo y vidas que parecen estar exentas de cansancio. ¡Es una ilusión, y es cruel! Esta perfección falsificada nos susurra una mentira: que estamos más rotos, más perdidos y más equivocados que todos los demás.

¡Basta! Rompamos ese espejo de fantasía. La primera gran verdad de la vida es esta: no estás más perdido que nadie. El mundo que te rodea, ese mismo que a veces te juzga, también está herido y simula la plenitud. Y está bien que duela. Permítete sentir. Tu tristeza, tu frustración, no son debilidades; son la prueba gloriosa de que tu alma se niega a anestesiarse, de que aún tienes la capacidad de luchar por lo que es real.

Mientras tú luchas con verdad, hay otros, los cómplices silenciosos del desastre, que eligen vivir en la burbuja del privilegio o del autoengaño. Sonríen con opulencia mal habida, callan para no perder su comodidad y traicionan ideales por una migaja de poder temporal.

Pero que nadie se equivoque, su juicio ya está escrito. No vendrá de una corte externa, sino de la más implacable de las instancias: El espejo de su propia alma.

Piensa en el Espejo de Oesed (como el de Harry Potter, donde «Oesed» es «Deseo» al revés). Este espejo muestra el deseo más profundo del corazón. Para el cómplice, el que ha vendido su conciencia, la imagen que verá no es la verdad: es la carencia que lo impulsó a mentir. Verá la verdad de su traición, no al país, sino al vacío de su propio propósito, que vendió por una ilusión de control.

Están condenados a una pena terrible: volverse fantasmas que vagan ante su propio Deseo Invertido —la paz que no sienten, la legitimidad que nunca tendrán—, perdiendo la percepción de la realidad. Viven presos de su propia mentira.

Pero tú, el que duda, el que respira con dificultad, ¡tú tienes el camino libre!

Tu dolor es tu ancla a la verdad. Tu incertidumbre es tu entrenamiento para la Resiliencia Filosófica: la capacidad épica de construir sentido y esperanza, incluso cuando el mundo parece desmoronarse.

¡No te vayas! ¡No te rindas! Aún hay logros que no viviste, risas que no resonaron y personas que esperan esa paz que solo tu perseverancia puede reflejarles. Estás justo en el momento en que pronto dirás: «¡Menos mal que me quedé!» Tu vida, hoy más que nunca, es el pilar de la esperanza y la prueba irrefutable de que la verdad, por dura que sea, siempre aplasta al engaño.

Y si el peso de la incertidumbre se hace insoportable, si la duda amenaza con robarte la voluntad de lucha, ¡recuerda eso! ¡no caminamos solos! esta batalla por la dignidad y la luz no es un esfuerzo huérfano. Nuestra capacidad de levantarnos de las cenizas, de buscar la alegría en medio del caos, es la evidencia de una fuerza superior que te sostiene.

La mano que te da el aliento para seguir luchando, la que te asegura que la victoria de la libertad viene, es la mano de Dios.

Sigue adelante, porque estás sostenido. Sigue adelante, porque el destino de esta tierra está escrito en la Fe.

Vamos por la victoria y por todo lo que viene. El tiempo de Dios es perfecto.

Vamos por más…

@jgerbasi

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