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El lado oscuro de la fuerza y la rebelión no televisada, por Luis Eduardo Martínez

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El 4 de mayo de 1979, el Reino Unido despertó con un nuevo inquilino en 10 Downing Street. La noche anterior, Margaret Thatcher había sido electa nueva primera ministra del país. El diario The London Evening News publicó ese 4 de mayo una glosa con la cara de Thatcher y la frase “May the Fourth be with you Maggie”. La frase se volvió icónica para los fanáticos de Star Wars: A New Hope, la primera película de la franquicia que estrenó en 1977, dos años antes de las elecciones en el Reino Unido.

La cuña de The London Evening News fue un juego de palabras tan poderoso que 44 años después fanáticos de todo el mundo celebran el 4 de mayo como el día oficial de Star Wars. Y es que para aquellos amantes de la franquicia de ciencia ficción, la frase encapsula el poder de la unión de un grupo diverso de personas que luchan por su libertad. Cuando la exsenadora galáctica y líder rebelde Mon Mothma envió a los pilotos del escuadrón Rogue a destruir la Estrella de la Muerte, y dijo por primera vez en la franquicia de +11 películas la famosa frase “may the force be with you”, inmortalizó en la imaginación de los fanáticos un aspecto mágico y supernatural de estar del lado correcto de la historia.

Los fanáticos de Star Wars, con el fin de extender las celebraciones de la épica franquicia, también conmemoran el 6 de mayo como “Revenge of the Sixth”, jugando con el título de la tercera entrega de la segunda trilogía Revenge of the Sith. A lo largo de la franquicia, el malvado emperador Palpatine emplea una serie de tácticas de uso de la violencia para destruir la esperanza de los rebeldes y, sobre todo, eliminar la amenaza virtuosa de los Jedi. No es necesario ver las películas para entender el modus operandi del siniestro líder imperial: el arresto de senadores opositores (a pesar de contar con inmunidad), la militarización de poblaciones no sumisas al poder imperial, el uso masivo de la violencia a través de la fuerza pública para intimidar, la división de los opositores, a través de sobornos, propaganda política y campañas de desinformación, la criminalización de conductas “subversivas”, el estrangulamiento del disenso interno, etc. Lo que queda claro del mundo de Star Wars es que el lado oscuro de la fuerza no es sino el uso de la violencia para destruir, y, por lo tanto, solo puede lograr niveles inferiores de unidad e instrumentalización de poder residual.

En la realidad, pero también en el universo ficticio de Star Wars, el uso de la violencia generó realidades alternas. Sociedades que coexisten en el mismo universo, pero con realidades totalmente opuestas. Y es que la violencia logra su mayor nivel de tiranía cuando se adueña de los medios que construyen nuestra verdad/realidad compartida. A menudo vivimos como en el mundo de Star Wars, unos en trincheras viendo sus alrededores explotando al estallido de bombas, y otros, en alguna metrópoli, quejándose por no poder disfrutar de alguna indulgencia banal y hasta pervertida.

La fuerza

La cuña que publicó de The London Evening News el 4 de mayo de 1979 fue más que un afán de hacer referencia a una película popular. Margaret Thatcher tomó posesión del cargo como primera ministra seguida del famoso “invierno de descontento” (Winter of discontent).

El Reino Unido se enfrentaba a tasas de inflación promedio de 14% (pero llego hasta 25%). Además, las calles de las grandes ciudades se convirtieron en escenario de batallas campales entre sindicatos de trabajadores y la policía. Durante cerca de un año el sector privado, el sector público y el gobierno estuvieron divididos de cara a una de las crisis económicas más graves de la historia moderna del país. Recordemos también que el mismo 1979 fue el año que, envueltos en la revolución islamita en Irán, el país redujo la producción de petróleo de 6 millones de barriles diarios a 1,5 millón de barriles diarios. El gobierno de Margaret Thatcher iba a verdaderamente necesitar de una fuerza mágica para enfrentar los problemas que aquejaban al país.

Antes de su elección, durante el invierno de descontento, Margaret Thatcher dio una alocución radial que resonó con el país entero. Su mensaje fue difundido después de que el 10 de enero de 1979 el entonces primer ministro James Callaghan ignorara del todo la crisis en la que el país estaba sumido. Tras ser interrogado por periodistas sobre el caos en el país, el primer ministro laborista dijo: “Bueno, ese es un juicio que están haciendo ustedes, los medios. Les prometo que, si lo miran desde afuera, y tal vez tengan una visión más bien provinciana en este momento, no creo que otras personas en el mundo compartan la opinión de que hay un caos creciente en el país”. A estos indignantes comentarios Margaret Thatcher respondió:

“Sí, técnicamente, esta es una transmisión política del partido en nombre del Partido Conservador. Pero esta noche no propongo usar el tiempo para hacer puntos políticos de partido. No creo que usted quiera que lo haga… Por supuesto que hay grandes diferencias políticas entre los partidos, así como las hay entre muchos de ustedes sentados en casa. Pero creo que hay algunas cosas que no deben dividirnos… Ninguno de nosotros quiere ver nuestro país destrozado.

Algunas de las cosas que he visto en la televisión, leído en los periódicos y escuchado directamente de ustedes en fábricas y centros comerciales me hacen preguntarme qué ha pasado con nuestro sentido de nación e incluso de humanidad… Hemos visto huelgas convocadas antes de que finalicen los acuerdos. Las hemos visto usadas como un arma de primer recurso, no como el último paso después de que todo lo demás ha fallado… Reconozco lo duro que es esto para el Partido Laborista, por su estrecha vinculación con los sindicatos. Sin los sindicatos no habría Partido Laborista. Sin dinero sindical no habría fondos laborales. Pero seguramente los laboristas pueden aceptar lo que creo que la mayoría de los miembros del sindicato aceptan, que hay algunos cambios que simplemente tienen que hacerse si queremos evitar no solo la interrupción económica sino la anarquía total…”

La respuesta de Margaret Thatcher a los comentarios del entonces primer ministro James Callaghan la impulsaron a la victoria electoral en 1979 y permitió que, aunque con impopulares medidas a nivel emocional, la “dama de hierro” reformase la economía del Reino Unido. La desregulación de sectores de la economía, la privatización de compañías estatales y la reducción del poder de los sindicatos lograron reactivar y encauzar la economía del país. Margaret Thatcher revolucionó al Reino Unido, lideró la victoria en las islas Falkland, sobrevivió un atentado de asesinato, se reeligió tres veces y gobernó 11 años a punta del poder que emanó del consenso que existió en el país sobre los sacrificios necesarios para solventar los mayores problemas, los principales problemas del país.

El lado oscuro

En el universo ficticio de Star Wars la fuerza es algo que fluye a través de todos los seres, una energía generada por la vida que une a la galaxia. Una analogía para los propósitos de este artículo es pensar en la fuerza como las construcciones abstractas que definen nuestra realidad. Los conceptos que hacen posible que nos comuniquemos y entendamos. En esta analogía es por lo tanto fácil visualizar que el consenso genera poder (o genera la fuerza). Es en el consenso de los trabajos del arquitecto y el ingeniero que es posible la construcción de un edificio. Y es en el consenso en los valores de una población que un gobierno puedo administrar las riquezas del país para el beneficio de todos. Sin embargo, el lado oscuro de la fuerza es simplemente la manipulación del poder, la manipulación del consenso para fines individuales o de un grupo inescrupuloso.

La división es la herramienta de los Sith. Dividen el poder para adueñarse de sus fracciones, Aquellos inescrupulosos que se enaltecen a si mismos dividiendo a la gente. Las Américas están repletas de gobiernos que utilizaron el lado oscuro de la fuerza para llegar a pírricas victorias electorales. Joe Biden llegó al poder denunciando a la mitad del país de fascistas, Gustavo Petro utilizó la lucha de clases y las divisiones raciales para poder mudarse a la Casa de Nariño, y en Perú Dina Boluarte pretende mantenerse responsabilizando a los migrantes por el desastre político y económico del país andino. Los medios de comunicación son cómplices de la división social que enfrentamos.

Aquellos que no dividen utilizan la violencia para mantener el poder como en El Salvador, en donde Nayib Bukele se burla de los más de 60 mil detenidos sin debido proceso y los amenaza con quitarles el alimento dentro de su recién inaugurada jaula. Y por supuesto los casos de Cuba, Nicaragua y Venezuela, donde simplemente asesinan y encarcelan a los opositores.

Lo que tienen en común Joe Biden, Gustavo Petro, Nayib Bukele, Daniel Ortega, Nicolás Maduro y Diaz Canel es que su abuso de la verdad, la división del consenso, no les está generando más poder, sino cada día menos (aunque en proporciones diferentes). La mentira, la violencia, el abuso y la división nunca generan poder, solo lo destruyen.

La rebelión no televisada

La temática central de Star Wars es la rebelión a la opresión. Para aquellos que no están familiarizados con la franquicia, pudiésemos reducir la historia a aquella de un joven granjero que, tras perderlo todo ante el abuso del Imperio, une fuerzas con una banda de rebeldes para derrotar el emperador y liberar a la galaxia. Con los años, los guionistas han refinado el concepto detrás de Star Wars. Pero puede ser resumido en la siguiente cita de la serie de televisión Andor (parte del universo de Star Wars):

“La libertad es una idea pura. Ocurre espontáneamente y sin instrucción…Recuerden que la frontera de la rebelión está en todas partes. E incluso el acto de insurrección más pequeño empuja nuestras líneas hacia adelante… La necesidad imperial de control es tan desesperada porque es tan poco natural… La tiranía requiere un esfuerzo constante. Se rompe, gotea. La autoridad es frágil. La opresión es la máscara del miedo… Llegará el día en que todas estas escaramuzas y batallas, estos momentos de desafío, habrán inundado los bancos de la autoridad del Imperio y entonces habrá una gota de más. Una sola cosa romperá el asedio. Recuerda esto. Intenta.”

Para conmemorar este 4 de mayo, permitamos que la fuerza nos acompañe. Que el consenso nos empodere como sociedades. El consenso sobre lo virtuoso y correcto, el consenso sobre los sacrificios necesarios para avanzar, el consenso sobre la libertad individual y la responsabilidad social. Cumplir las leyes en un mundo de abusos y anarquía es un acto de rebelión. Apoyar posiciones impopulares, pero prácticas, es un acto de rebelión. La verdad en un mundo de mentiras y división, es un acto de rebelión. El amor al prójimo a pesar de las rivalidades, es un acto de rebelión. Y solo porque la rebelión no está siendo televisada, no quiere decir que la fuerza no nos acompaña.

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