Por Alejandro Peña Esclusa
Apenas se supo la noticia, las redes sociales en Venezuela estallaron con mensajes de alegría, orgullo y esperanza que se difundieron a lo interno del país y entre los ocho millones de exiliados en más de cien naciones diferentes. La mayoría afirmaba que se trataba de un reconocimiento necesario y merecido, aunque algunos se preguntaban qué había hecho María Corina por la paz.
El Comité del Premio Nobel se encargó de explicarlo en una nota de prensa: María Corina recibe este premio por «su lucha para lograr una transición justa y pacífica de la dictadura a la democracia», por «ser uno de los ejemplos más extraordinarios de valentía civil en América Latina», por lograr la hazaña de recolectar y publicar las actas en las elecciones del 28 de julio de 2024 «a pesar del riesgo de acoso, detención y tortura», y, en última instancia, por su decisión de mantenerse en la clandestinidad y seguir luchando «mediante los votos y no mediante las balas».
Ciertamente, uno de los más grandes méritos de María Corina —extendido a todo el pueblo venezolano— es no haber recurrido a la violencia durante 26 largos años de tiranía, mientras que el chavismo le declaró la guerra al pueblo, asesinando, torturando y encarcelando a la disidencia. ¡Cuán distintos son los métodos de la izquierda, que recurre al terrorismo, al secuestro, a la extorsión y al narcotráfico para lograr sus fines!
El chavismo convirtió a Venezuela en un gran campo de concentración, ejerciendo la más abyecta crueldad contra el pueblo venezolano: a unos lo hace morir de hambre y enfermedades, a otros los obliga emigrar, y a otros los persigue de manera inmisericorde. María Corina ha seguido luchando incansablemente y explicando, correctamente, que se trata de «una lucha espiritual entre el bien y el mal». Este galardón obliga a la comunidad internacional a voltear su mirada hacia Venezuela y a comprender el alcance de la tragedia, que pronto se convertirá en epopeya.
María Corina expresó: «¡Dedico este premio al pueblo venezolano que sufre y al presidente Trump por su apoyo decisivo a nuestra causa!». Esto significa que ella apoya una intervención militar internacional; porque, para lograr la paz —no sólo de Venezuela, sino de toda Iberoamérica— es necesario desmantelar el Cartel de los Soles, principal fuente de violencia y de desestabilización en la región.
El Premio Nobel de la Paz para María Corina Machado constituye una reivindicación para ella y para el pueblo venezolano, y también un anticipo de la pronta liberación de Venezuela.


