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Es lo que es

El síndrome de Castro, por Ricardo Ciliberto Bustillos 

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Hasta la saciedad se ha dicho que la política es difícil, compleja  y muchas veces carente de un mínimo de racionalidad. La  historia así lo demuestra. En Venezuela, sin exagerar, desde los  tiempos de la conquista hasta hoy en día, esto ha sido en  extremo recurrente. 

Es verdad que cierta dosis de pragmatismo, de realismo y  sujeción a las cambiantes circunstancias es necesario, cuando no obligante, pero de allí a asumir la diabólica postura de un  día aquí y otro allá, no es nada beneficioso y mucho menos  ejemplarizante. 

Lamentablemente, el gobierno y gran parte de la oposición  han caído en este pernicioso vaivén. Sobre todo, los partidos  políticos (intervenidos o no) contrarios a esta longeva  administración, así como la mayoría de sus respectivos  directivos. Ello ha provocado que apenas tengan un asomo de credibilidad y un menguado apoyo de las comunidades. 

En todo caso, estamos en presencia de lo que podríamos  denominar el “síndrome de Castro”. Recordemos que el  general Julián Castro fue escogido azarosamente para  comandar a los opositores y así poner fin a la maltrecha  administración del general José Tadeo Monagas en 1858. La  gente hastiada del nada apaciguado “monagato”, procuró,  entonces, un entendimiento – en extremo momentáneo y 

aceptado a duras penas- entre liberales y conservadores para  dar al traste con ese gobierno. Una “fusión” pues, entre estas  fuerzas antagónicas. Total, el general Castro, triunfante, entra  en Caracas en marzo de ese año. Liberales y conservadores,  abrazados hipócritamente, dieron su beneplácito al nuevo  gobernante. Si la política es compleja, y ahora está, desgraciadamente, atiborrada de bamboleos o mecimientos,  el caso de Julián Castro viene como anillo al dedo para describir esta odiosa situación. El asunto es que este daba un  día su consentimiento a determinada propuesta de los  liberales y otro a la de los conservadores, así fuesen  contrapuestas. Obviamente, esto provocó su estrepitoso fracaso, por lo que el débil gobierno pudo apenassobrevivir 17  meses, dejando, como si fuese una gran herencia, el estallido  de la “Guerra Federal”. 

El “Síndrome Castro” está haciendo de las suyas en estos  intrincados tiempos. Sobre todo, en las filas de la oposición.  Pareciera no saber dónde ir y mucho menos qué hacer. Y no  señalamos a determinadas personalidades o dirigentes en  particular. Lo hablamos como grupo, fuerza o sector  mayoritario. Así estamos: un día sí, otro no. 

Deberíamos, con mayor seriedad y decidido propósito, no  hacer una especie de “fusión” al estilo Castro, pero sí -al  menos- – ponernos de acuerdo en los objetivos y metas a  alcanzar. Da tristeza, muchas veces, las conductas y posiciones  asumidas por quienes les queda algo de dirección y liderazgo.  Es hora de dar un vuelco a esta deplorable manera de hacer  política. El país lo exige, el país lo merece.

Ricardo Ciliberto Bustillos

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